jueves, 31 de diciembre de 2020

Por la vuelta de los Abrazos

 Se acaba el año, pero antes de la cena de gala, en petit comité pero de gala, toca comer un almuerzo sin nada de brillo, que solo plaque el hambre hasta la cena y que no nos lleve demasiado tiempo en su labor. A pesar de la simpleza suena la música, en este caso Vetusta Morla que suena insistente desde el pequeño altavoz de Alexa. Vetusta Morla para algunos suena a banda sonora de la vida, como esos pocos elegidos. Y pasan, cortando el ajo imágenes por nuestra memoria de este año para el recuerdo o el olvido, según se mire. “No quiero timón en la deriva. Cada cual que tome sus medidas. Hay esperanza en la deriva”. Y antes de echar las salchichas y mientras degusto la penúltima cerveza del año voy revisando el wasap que ahora tanto se llena con mensajes que nos desean lo mejor. Puede que desde este grupo u el otro, puede que resulte repetitivo e incluso cursi, puede que pueda que…pero, de un modo u otro, en estas horas de preparativos veloces todos desean lo mejor. Puede que incluso la perspectiva científica del momento nos haga ver lo subjetivo de esta celebración sobre el hecho de elegir este día y no otro cualquiera dentro de los otros 365 días en los que la Tierra gira alrededor del Sol. Pero, “Hay un himno para cada final, y una frase es para ti. Es tu turno. Sé que puedes hacerlo” A pesar de los pesares somos tribales y necesitamos de los ritos. “Compartimos el mismo andén. Hemos sido cabaña y temporal” y queremos creer que el “círculo vuelve a cuadrar”. Y este año, más que nunca, no en tu casa echando de menos a quien no ha podido venir por imposición gubernamental o aquellos otros que tampoco por la crudeza de este maldito virus, ni tampoco en este país, o en Europa, sino en todo el mundo. Por una vez, la humanidad se siente vulnerable, cansada y preocupada por el azote de una pandemia que le ha hecho sentir, por una vez, mortal. Y hoy, en nuestro rito no escrito, se brindará desde lo más profundo rezando a cada dios que en cada uno habita por un poquito de fortuna. “Haciendo el balance de lo bueno y malo”, brindaremos con Champagne tras las uvas aunque la Puerta del Sol esté vacía…cerraremos los ojos, como sin darnos cuenta, cada uno a su forma y a su modo y desearemos que todo vuelva a volver de algún modo parecido a como fue. Echaremos mucho de menos a muchos y alguna lagrimilla desobediente se escapará sin nuestro permiso.

Esta noche, una noche más,  de algún modo, se empeñará en reunir todas las energías individuales del planeta para doblar un sino que nos negamos a aceptar. De algún modo, esta noche, será nuestra noche de Reyes…

… y si no, al menos, brindaremos porque así sea. Brindaremos porque en el 2021 volvamos a abrazarnos.

Feliz 2021

lunes, 28 de diciembre de 2020

Biología en tiempos del COVID

 


 La asignatura de Biología es,  sin duda alguna, una materia apasionante y no es porque lo diga yo, sino porque lo es. Por desgracia muchas veces el sistema se preocupa de afearla un poco y cuando se ven las plantas en 1º de la ESO tenemos que hacerlo desde perspectivas no muy atractivas, así como cuando repetimos todo tipo de biomoléculas cada curso, casi sin avanzar. Cosas a veces tediosas, poco atractivas y comprensibles.  Como quiera que sea hay otras partes del temario que sí, que atraen a la gran mayoría. Como ocurre cuando vemos el tema de la reproducción humana en 3º de la ESO donde un alumnado en plena adolescencia se interesa, por razones obvias, por estas cosas. En este mismo curso existe otro tema que suele gozar de gran aceptación y, que no es otro, que el de la inmunología. Entender, con primeras pinceladas, que nuestro sistema inmune actúa con una serie de barreras, algunas inespecíficas y otras específicas que tienen que crear anticuerpos para los antígenos que llegan y así atontarlos para que lleguen otros tipos de glóbulos blancos eliminen a los patógenos y que encima, se crea una memoria inmunitaria es algo que casi siempre se entiende bien. Entre otras cosas porque gracias a esto empiezan a entender el sentido y el proceder de las vacunas. Lo cual, dicho sea de paso, nos vacuna frente a futuros antivacunas.

En el año siguiente, en 4º de la ESO, Biología ya es optativa, y aproximadamente entre una tercera parte y la mitad del alumnado tiende a cogerla. Si me preguntas a mí te diré que probablemente es el temario más atractivo de nuestra especialidad. Solo sabiendo que vemos la Evolución y por primera vez la Genética ya tienes dos grandes razones para apostar por ello. Que en el primer contacto del alumnado con los conceptos más elementales de la genética, leyes de Mendel, genotipos, fenotipos, alelos y demás, también estudiamos por fin, qué es eso del ADN. Se descubre que el ADN es un ácido nucleico, igual que el ARN. Que está formado por una azúcar(pentosa), un ácido fosfórico y una base nitrogenada. Estas bases nitrogenadas pueden ser cuatro (adenina, timina, guanina, citosina si hablamos de ADN) y serán las mismas para cada ser viviente de este planeta, desde una ameba, a un elefante. El hecho de que un elefante diste tanto de una ameba se basa en la cantidad y secuenciación de las bases nitrogenadas. Es decir, el orden que adquieren estas bases. El ser humano en su estudio creciente del genoma humana se propuso en la década de los 90 conocer la secuenciación del genoma humano. Diez años y varios miles de millones de dólares invertidos después, la administración de Clinton, anunciaba el éxito del Proyecto Genoma Humano. Nuestro genoma había sido mapeado. Pero, ¿qué es todo esto explicado a quien no tiene ni idea y en poco más de diez frases? Bien, ese ADN del que hemos hablado antes se une nucleótido a nucleótido para formar largas cadenas  que configuran en sí misma el ADN. Ese ADN se encuentra en forma de cromosomas o cromatina dentro de los núcleos celulares y determinados fragmentos del mismo que tienen información para una característica concreta es lo que conocemos con el nombre de GEN. Así que gen es un fragmento de ADN(digamos que algunos miles de bases nitrogenadas) que codificará una proteína. Pero esto no es del todo fácil porque el ADN es muy grande como para salir del núcleo de la célula, así que tiene que darle su información concreta a otra molécula para que se lo lleve a los ribosomas y allí pueda traducirse formando la proteína. Esta molécula será el en estos días archiconocido ARNm, o ARN mensajero. El gen se transcribe a ese ARNm y esa información la lleva fuera del núcleo en la búsqueda de un ribosoma donde traducirse según el código genético. Código genético universal según el cual a cada trío de bases nitrogenadas o triplete le corresponde un amino ácido. Los amino ácidos son los eslabones de la cadena que forman las proteínas y tenemos 20 tipos de ellos. Cada triplete de bases  nitrogenadas determinará qué amino ácido le corresponde. Y así se forma una proteína y no otra según la información contenida en el ARNm que es la misma información que estaba contenida en  ese fragmento de ADN llamado GEN. Y así tenemos una proteína que se encargará de una función vital para algunas de las casi infinitas funciones que se llevan a cabo en nuestro organismo a cada momento.

Y esta vacuna ,que no tiene nada que ver con las típicas que estudiamos en 3º de la ESO y que nos hablaban de un virus “atontado” que no era capaz de producir la enfermedad pero sí de activar la respuesta de nuestro sistema inmune. Esta vacuna, decía, que a día de hoy está revolucionando el planeta y tomada por el mismo como maná que cae del cielo, milagro salvador que nos libre de esta condena del 2020, se basa, precisamente, en esto del ARNm. Directamente nos inyectarán un trozo de ARNm que codifica(crea) una proteína relacionada con la espícula del coronavirus. Nuestro sistema inmune solo verá aparecer la espícula del virus y luchará contra ella creando los antígenos necesarios para ello y su posterior almacenamiento en su memoria de modo que, si el coronavirus aparece alguna vez, atacaremos sus espículas. ¿y qué ocurre si hacemos esto? Lo que ocurre es que sin ellas el virus no podrá penetrar en nuestras células y, como los virus son, por definición, parásitos intracelulares obligados, poco o nada podrán hacer y ahí terminará su camino o, al menos, esa es la idea sobre el papel a menos que mutaciones demasiado altas y hasta la fecha impredecibles no vengan a regalarnos algo más de caos. Por cierto, algo de eso de las mutaciones también estudiamos en 4º de la ESO.

Este 2020 de grises y sombras también nos ha regalado cosas muy buenas y entre ellas, de las mejores o la mejor, el hecho de volver a cuidar y apostar como no nos queda otra por la ciencia. Pero apostar por la ciencia es invertir. Apostar por la ciencia es creer en ella y regalarle espacios que no es otra cosa que darle esos espacios a quienes la hacen posible. Con todo, es una pena la falta de independencia de la misma sujeta a todo tipo de intereses económicos y envuelta en las guerras que le siguen a su paso pero, no por ello, deja de ser menos ciencia. No por ello deja de ser algo que se base en la observación, la experiencia, la repetición, el continuo ensayo error y la eterna revisión. Viva la ciencia que es posiblemente lo que más orgulloso nos debe hacer sentir como especie.

Ahora, que la ciencia se pone de moda, igual puedes pensar que esto de la Biología no es el pestiño que por desgracia quizás tú algún día creíste que era...

¿Le damos otra oportunidad?

martes, 22 de diciembre de 2020

Por lo que brindaremos

 


 A Alexa la trajo a casa Papá Noel. La verdad es que fue un regalo sorprendente e imprevisto, así como tomado con cierto rechazo, pues ese rollo de hablarle a un asistente virtual se me antojaba tan innecesario como ridículo. Sin embargo, Alexa te ponía música y las noticias, así que pronto acabó encontrando un hueco en el hogar. Especialmente relevante se tornó el hueco cuando, vuelta al cole tras el parón vacacional, Alexa acompañaba mi café con sus noticias resúmenes made in La Sexta. Y esas noticias, de primeros de enero, parecieron ponerse de acuerdo en lo de ser monotemáticas y Wuhan parecía la capital de España y a allí siempre el café de las 7:20 me llevaba para hablar de la neumonía bilateral provocada por ese nuevo SARS. No sonaba muy tranquilizador pero, para los que estábamos vacunados de alarmismos vía OMS que se nos antojaban como cortinas de humo o spot de ventas de vacunas, Wuhan y sus muertos parecían, a principios de año, demasiado lejos e irreales como para preocuparnos por ello. Pero Alexa insistía y, supongo, que con ella, el resto de las noticias que no veía. Antes de aterrizar febrero Coronavirus se postulaba, ya tan pronto, en ser la palabra del año. Pero lejos. Algo menos lejos cuando llegó a Italia. Pero suficientemente lejos como para tratar de tranquilizar a un alumnado al tiempo que se le reprendía por sus atisbos xenofóbicos contra la comunidad china.

Pero Italia, pronto, empezó a pintar otra realidad y a Alexa ahora la acompañaban insistentes búsquedas en el Google para actualizar pormenorizadamente recuentos de contagios y muertos. Esa manía nos acompañó a muchos hasta final de año…y lo que queda. El Coronavirus pasaba de ser un invento, un resfriado, a "un pequeño grano en el culo que veremos a ver con la alarma social que está generando cómo acaba". Pero nos fuimos a Londres, antes de llegar marzo y nos reíamos de los que usaban mascarillas. A la vuelta, casi en el tiempo de descuento todo se aceleró de forma exponencial y ante las primeras palabras del Presidente de “vienen semanas duras” una mala noche me hacía estremecerme en la cama como  vaticinado lo que venía . Por entonces supe que el concierto que tanto deseaba para mitad de marzo de los Cat Empire en Madrid se tornaba un imposible, aunque aún tratase de quitar alarmismo a un alumnado viendo las edades de los muertos y las cifras de las muertes anuales por gripe. Pero yo también erré. Como casi todos.

Después el confinamiento a todos nos puso a prueba, desde miles de distintos prismas, y cada cual lo vivimos de una manera única e intransferible que nos acompañará como recuerdo, experiencia, anécdota que contar a los nietos y días de hastío, preocupación e impotencia. Todos vimos cómo en un abrir y cerrar de ojos podíamos pasar de los mejores memes a la mejor de las solidaridades para, en el mismo lapso de tiempo pasar del odio, a la conspiración y el juicio al vecino.

Admitimos que había que usar la ridiculizada mascarilla, aunque supusiese el fin de nuestra vida conocida, y creíamos que los derechos de los más pequeños no tenían sentido si ponían en riesgo los míos. Entre canciones, balcones, aplausos, videollamadas, panes y pasteles, todo a distancia, alcohol, gel hidroalcohólico, redes sociales, puzzles y TV, el año se paró por muchas semanas. A los aplausos les sobrevino los pitos, las caceroladas, los barrios de Salamanca y, por fin, un aliento de libertad que a algunos nos supo a gloria. Todo, desescalando, también pareció acelararse. Tanto se aceleró que, siempre mirando a los datos, creíamos que, aún sin querer creerlo o admitirlo, todo volvía, en cierto modo, donde antes. El verano y sus calores nos dio a muchos un soplo de aire fresco. A otros les envalentonó para alzar la voz de que todo era mentira. Mentiras de Bill Gates, el 5G, Bosé, las mascarillas, el dióxido de cloro y la OMS. Cobraron su protagonismo, cuando los datos no alarmaban, pero los datos de los muertos son tozudos, callan voces y decidieron volver. Para entonces nada podía hacernos no hablar de una segunda ola y España, otra vez, pareció querer ser la pionera. Llegaba septiembre y todos las voces auguraban que todo sería peor de todo lo malo que podría ser. Pero este virus casi como único regalo ha querido darnos niños poco vulnerables y poco contagiosos. Todas las voces que a finales de verano señalaban, con más razón que un santo, que la falta de inversión en educación no la dejaba preparada, se acabaron estrellando con unos datos que han parecido perdonar a un colectivo que diariamente convivía en espacios cerrados, ventilados con más o menos ingenio y con ratios lejos de lo deseable. El virus no se cebó en los centros educativos por el bien de todos.

Esto demostraba que el poder de la mascarilla parecía más grande del que le podíamos presuponer. Sin embargo, sin saber muy bien de dónde y por qué, el virus seguía campando a sus anchas. Lloviendo sobre mojado, alargándose en un tiempo que a la sociedad exasperaba. Los signos de problemas mentales ya eran evidentes y, el sálvese quien pueda justificaba los argumentos de cada cual. Haciendo malabares buscando el equilibrio cada cual lo ha llevado como ha podido. Cada cual tiene sus razones que los demás parecen no entender.

La vacuna, el penúltimo soplo de aliento a un año de preocupación, para relax del pueblo y los mercados. Dudas de su celeridad y aprendizajes, una vez más, exprés sobre la ciencia elemental de la vacunación y sus nuevas técnicas. Incorporando decenas de palabras  y costumbres a nuestro vocabulario, la sociedad cansada que empieza una navidad y termina un año quiere vivir sin un miedo que la lastra y del que le resulta imposible deshacerse mientras las cifras y las nuevas cepas no pongan de su lado.

Maldito 2020, acuerdan todos, mientras que algunos sentimos que poder seguir aquí para contarlo es suficiente motivo como para no detestarlo del todo.

Sin embargo, brindaremos estos días, porque el nuevo año se lleve al virus bien lejos y nos devuelva esa vida, que empezamos a temer, no saber reconocer cuando vuelva a nuestras manos. 

martes, 8 de diciembre de 2020

In your Life

 


Voló como Lucy en el cielo con Diamantes, como un mal viaje de LSD aquella bala que hizo retumbar la fachada del Edificio Dakota en la esquina de la 72th Street, tan cerca del que después sería un pequeño templo para la paz. Porque a la paz creímos cantar desde 1970, con más fuerza, cada vez, desde el 80. Y aquel himno seguirá inundando los patios de los colegios y de los institutos de todo el mundo, cada 30 de enero,  como coros infantiles bien afinados que desean una Feliz navidad donde la paz, después de que la Guerra se acaba, vuelva a adueñarse de todo.

Cayó John al menos  con tantas canciones pendientes de regalarnos como las que sí nos dio. Cayó, atravesado por la bala de un ser de cuyo nombre no cabe acordarse, una leyenda, para levantarse un mito. Cayó el mortal convertido para siempre en inmortal en el gélido suelo de aquella calle invernal de Nueva York. Y sus coros, sus voces duplicadas, sus reverbs, sus suaves melodías psicodélicas, su incorformismo, su histrionismo, su intelectualidad, se genialidad seguirían marcando la vida de muchos. Muchísimos, aun incluso la de todos los que aún no habíamos nacido pero que algún día quisimos creer que todo lo que Necesitábamos era amor, que todo lo que teníamos que hacer era Darle una oportunidad a la paz.

Y luego están los que tendrían que hacernos caer que sus histrionismos alejaban su imagen, tan cuidada, de ser lo que queríamos creer. Que su trato hacia el personal que trabajaba para él, o aquellos improperios de superioridad que espetaba en forma de aplausos a un público del que se mofaba, el trato hacia su primera mujer en público, o el odio que pudo verter incluso hacia su mayor compañero y rival en forma de canción, no hacían de Lennon aquel modelo ejemplar que apelaba por un mundo de paz. Tampoco el canto continuo al más puro amor y la venta de este en la persona de su musa Yoko eran acordes con sus huidas, abandonos, infidelidades o el olvido de su primer hijo.

Pero, como tanto ocurre cuando queramos elevar al olimpo de los dioses a simples mortales, ni tan santo, ni tan diablo. Genialidad, eso sí, le sobraba como para enterrar a una infinita imaginaria cola de aspirantes que durante medio siglo después quisiese arrebatarle el puesto.

Murió un 8 de diciembre de forma injusta, paralizando a un mundo que no podía comprender que quien, acertadamente o no, era considerado el mayor embajador de la paz fuese acribillado saliendo de su casa, simplemente, porque sí. Y entonces, en esa historia tan de libro, tan de película como fue la de los Beatles y finalmente la de John, con su muerte vendrían también toda serie de confabulaciones que implicaran a J.D. Salinger, la CIA y vete tú a saber qué. Cierto es que, queramos creerlas o no, no fue en la primera mitad de los 70 un hueso fácil de roer para los gobiernos yankees. La capacidad de movilización con sus campañas resultaban impresionantes y en ese contexto es fácil creer que tras cinco años de silencio y el anuncio de su vuelta con su último disco Double Fantasy algunos poderosos se pusiesen nerviosos. Puede que sí, puede que no, pero de un modo u otro la puerta de las conspiraciones quedaba por siempre abierta con su muerte.

No recuerdo si fue este hecho el que me hiciera leer en el ebook por segunda vez el Guardián entre el Centeno, en esta ocasión en inglés las semanas que anduve por NY. Lo cierto es que eso hacía los días que visité Strawberry Fields, un pequeño lugar de peregrinaje tan fácil de ser tildado como lugar mágico cargado de paz, como tierra de frikies. Puede que los dos sean un poco verdad. Pero el caso es que me resultó imposible no verter alguna lágrima cuando estuve por allí guitarra a la espalda. Pequeñas memorias de quien sin querer en la mitomanía siempre vio en Lennon al artista más grande jamás he conocido.

Murió hoy hace cuarenta años la Morsa. Aquel que pedía Ayuda para hacer una Revolución Porque la Felicidad es una cálida pistola y hay que viajar A través del Universo para llegar a Un campo de Fresas En mi vida. Mirando las ruedas aquel Hermoso chico Imagina Un día en su vida sin que Le decepcione un Dios que Todo lo que necesita es Amor...

Cuarenta años que la música calló un poquito más y sus canciones gritaron más fuerte que nunca...

sábado, 5 de diciembre de 2020

Buenas Noches, Rose.

 


 

La vida y sus giros…

38 vueltas después hay muchas vivencias que se acumulan. Uno cambia, un rato, aunque su esencia siga, uno cree,  más o menos, inmutable. Al yo que fui muy preocupado por gustar a las chicas con mi pelo largo, abdominales y zapatillas de marca, la charla de mi tío Pepe echando pestes de la explotación de Nike,  el soniquete continuo de Extremoduro y un pelo y cara lisa que se iban ondulando con rizos y granos, le sobrevino un cambio radical y cambió el chándal Nike y los bombachos Billabong por otros pantalones más anchos hippiosos. Y así uno iba viendo que el resto de los que no eran tú eran el rebaño y tú, pues no. Daba coraje que el rebaño te mirase mal, se metiese contigo por no seguir las normas y  te desplazase en cierto modo. Pero el camino ya había sido tomado. No había vuelta atrás. Demasiadas cosas cambiarían para siempre. Seguiríamos siendo del rebaño, como el que más, pero de otro modo. Y en ese modo, la música lo impregnó todo. El rock nacional de minorías la bandera con la que reconocernos entre nosotros y en ese nosotros y esas banderas surgió de la mano de una de nuestras favoritas de fuera del rebaño el culto a Buenas Noches Rose.

Ana Marr, queridísima Ana Marr. De sus miles de vivencias de adolescencia y juventud, Ana Marr campanilla. Ana Marr vino al insti recomendando con el entusiasmo que solo ella podía transmitir que sí o sí tenía que escuchar a Buenas Noches Rose. A Buenas Noches Rose, por otro lado, no los conocía ni el tato. Ana Marr, unos cuantos más como ella repartidos por el país y la gente de su barrio. Los jóvenes entre pijos y macarras de Alameda de Osuna hacían rock del de siempre, pero con un sello único que les salía de las entrañas. Era muy fácil reconocerse en ellos, aun cuando el primer disco que cayó en mis manos, de las manos de Ana, me resistí a oírlo. Finalmente lo hice y no dejé de hacerlo durante años. Por entonces, a media península de distancia crecía conmigo Sergio, con el que intercambia vivencias, sueños, deseos y cartas…muchas cartas. Entonces eso, no se veía demasiado raro. Sergio iba al tiempo que yo venía y viceversa. De los 15 a los 18 poder escaparte de tu tierra pueblerina del sur a la capital era algo que debía de molar tanto como escaparte del bullicio de Madrid al buen rollo de las playas de Tarifa. Y entre idas y venidas comenzábamos a impregnarnos de vida Sergio y yo, con la música por bandera. Así que Sergio recogió el testigo que tan ansiosamente Ana le gritaba al mundo y entre los dos fuimos grandes y honrados discípulos de los Rose, superando incluso a nuestra maestra.  Así, la pérdida de norte del grupo con la huida a tierras alpujarreñas de su carismático cantante, al igual que a ellos, no nos supuso un palo infranqueable y seguimos apostando por quien nadie parecía querer apostar en esa España que tenía al ya difunto rock en peligro crítico de desaparecer. Y el amigo de la capital que siempre demostró saber moverse y su pretensión de nunca dejar de hacerlo se puso en contacto con los managers del grupo y en una quedada en la parada de Bilbao adquirimos camisetas y poco después el que sería su último disco.

Buenas Noches Rose no mucho después pasó a la historia, pero a nosotros nos quedaban años de tocarlos, cantarlos y escucharlos…aunque bastantes menos a mí. Así, hace alguna semana, conocían mis hijos en el coche aquella canción que no gasté porque las canciones se empeñan en no dejarse gastar por mucho que se las manosee: La Estación Seca. El disco volvió a mis oídos y de algún modo el legado continuó.

Muchos años antes de eso, aún con la fiebre de la primera juventud Sergio tuvo un sueño, que no era otro que vernos grabar una maqueta y que en ellas intervinieran los de los Rose. Y como su empeño era grande, lo acabó consiguiendo. Sin embargo, por desgracia, por distintas razones, aquello supuso el freno a una amistad que raras veces se conoce. De la Alpujarra vino el Skywalker pa cantarse unos temitas e incluso nos hicimos unos bolos por algún colegio mayor de cuyo nombre no quiero acordarme. La vida siguió y tan grande era el amor que Buenas Noches Rose despertaba que Sergio no estaba dispuesto a hacerlos olvidar, tal vez por eso, después de seguir con intensidad la más exitosa escisión de la carrera de los madrileños que no era otra que Pereza, decidió embarcarse en un proyecto nombrado con la primera canción del último disco de Buenas Noches: Miss Caffeína. Así que así nació Miss Caffeína, de la mano de Sergio y Álvaro, tan amante como el primero del grupo caído en desgracia que no en el olvido.

Los años pasaron, el éxito de Miss Caffeina fue incontestable y tras eso, el destino quiso que aquella amistad, sin ser, obviamente, la de antaño, tampoco cayese en el olvido.

Entre tanto, en una celebración de un concierto del más exitoso grupo de la escena Indie, Vetusta Morla, acabamos con ellos de palique entre cervezas en la noche de Chiclana. En esa velada acompañaba la tremenda energía de Merche Corisco, a la cual conocía por cantarse dos temas en aquella Estación Seca de Buenas Noches Rose. Ahora Merche es más de Cádiz que el Kichi, aunque en su carnet ponga Madrid. Y con la Corisco acabé parloteando pa que ejecutara con su maléfica dulzura uno de los cuentos que pasarán a nuestra historia de aquellos días hoy tan lejanos del confinamiento.

Por otro lado, el Facebook se empeñó en que mi último retal de grupi le enviase solicitud de amistad a Alfredo García, Alfa, guitarrista, compositor principal y alma de Buenas Noches Rose. A Alfa, además, al que he admirado por décadas, lo seguí después con su grupo Le Punk. Y de este grupo le pedí una canción para mi corto La Vuelta con el IES Kursaal.

Todo esto que cuento son tonterías, nimiedades. Cosas íntimas casi que uno piensa en publicar y le da tanto rubor como pereza por la desazón que pudiera provocar al que lo lee. Pero si tú que estás leyendo has llegado hasta aquí tendré que decirte que lo escribo porque es mi historia y para mí es una bella historia. Una historia de la vida, con sus idas y venidas, sus casualidades, su tiempo que pasa, los recuerdos que abrigan.

Buenas Noches, Rose.

jueves, 5 de noviembre de 2020

Aún quedan orangutanes por Borneo

 

 

En algún lugar de una selva de Borneo una madre ha seguido encontrando refugio para proteger la vida de su cría. Donde un macho se encaró a unas grúas taladoras de su selva, esa hembra intenta seguir a lo suyo, en la hermosa, costosa y difícil tarea de sacar adelante a la prole. Los genes de especie son egoístas y se empeñan en seguir las reglas. Qué fácil sería para esa hembra olvidarse pronto de un retoño que se vale por sí mismo para buscarse la vida, para huir de posibles predadores, menos fuertes que el humano (esos, aun especulando, necesitan otras recetas). En unos días fuera problema y a seguir a lo suyo. Pero la evolución de la genética, aun no determinándolo todo, se empeña en ser testadura y dejar sus reglas a fuego. No le pidas a una madre que abandone a su bebé de dos años. Tampoco a esa madre, si es orangutana. Tampoco esa orangutana podrá desentenderse si tiene seis. Fácilmente su cría estará a su cargo hasta los siete años, si no a los diez. El tiempo, como siempre, marca las reglas. Mucho que aprender por la gran biodiversidad de altos árboles de copa copiosa en la selva de Borneo. Pero siempre estuvo bien. Nadie dio nunca demasiados problemas. Tal vez por eso, o por otras tantas razones, nosotros, como siempre, empeñados en grandes riquezas económicas que no entienden de externalización de coste, entendimos por aquellos lares, que la plantación de Palma aceitera era un buen negocio. La tercera isla más grande del mundo, tan despoblada, era un gran lugar para talar. Talar, talar y replantar. Esos árboles de decenas de metros de perímetro de grosor podían darnos cosas tan bonicas como pulpa para hacer papel. En mi instituto, si lo calculo, según me ha dicho un amigo que lo calculó por mí, puede que en nuestros millones de folios consumidos al año, devoremos varias centenas de árboles al año. No está mal para un pequeño rincón del sur de Europa…extrapolamos???

Nocilla decidió no seguir usando Aceite de palma, no así Nutela. No conozco la letra pequeña, pero este pequeño gesto, de ser cierto, debiera de bastarnos para consumir una y no otra, y así, tal vez, extrapolamos de nuevo para premiar al que se responsabiliza en su producción mientras el resto lo hacemos en el consumo. Aún, qué duda cabe, estamos muy lejos d eso, pero el camino va por ahí. Queramos o no. Mientras debato, conmigo mismo, entre el postureo de ver documentales de Attenborough que me sacan una lagrimilla o no, mi huella ecológica no es, probablemente, más pequeña que la tuya. Pero debería de empezar a serlo.

El mundo se la juega, ya sea en forma de unos animales prodigiosos que rozan la extinción en su pérdida del 80% de su hábitat en las últimas décadas, o en cualquier otro ejemplo que queramos coger, aunque no sea tan majestuosos como una orangutana mostrándole a su hijo durante una década a cómo sobrevivir.

Dos años sin salir de su regazo, recuerda demasiado a los nuestros como para ignorarlo. La selva pierde terreno mientras los de la BBC vienen con sus cámaras a crear conciencia en un mundo que pareció olvidarla. Algunos no desisten, me digo. Tal vez ese sea el cometido, dar la brasa, contagiarnos del amor por un simple orangután. ¿Y después qué? ¿Qué cambio para que deje de ser? En la rueda, el mundo nos aplasta, cada día, para seguir consiguiendo que todo siga igual. Un aliento de toma de conciencia me hace gritar basta. Un tímido basta que se reproduce desde una esquina conformista del primer mundo. Tímido basta que muestra su eco entre las aulas de un instituto contaminado de pandemia que olvidó lo poco que sabía de mirar a la naturaleza. Se pierde Borneo, como anécdota. Como ejemplo entre tantos ejemplos, pero con el vestigio de una especie que nos golpea, al conocerla. Nadie quiere perder, por siempre, para siempre, a los orangutanes. Pero nadie hace nada por evitarlo.

Tal vez, sin saber mucho del modo de cómo, va llegando la hora de planteárselo. Esta vez, algo más en serio.

sábado, 24 de octubre de 2020

Buitres por Bolonia



Tras varios días de lluvia, que saben a poco pero que nos dan un mínimo respiro ante la inminente sequía que hace temblar los cimientos de unos embalses cada vez más vacíos, sale el sol. Aunque el sol pudiese haber esperado, hay que reconocer que siempre se las arregla para arreglar el espíritu. Caen unos grados nuestras temperaturas veraniegas de octubre y octubre por fin, con el campo algo mojado, empieza a parecerse a octubre. Así que el sábado, previo al fantasma del confinamiento, sin viento en el sur de Europa y justo antes de ver cambiar la hora, nos adentramos a explorar, una vez más, algunos de los secretos de nuestra tierra prometida.

Cruzando hasta llegar a Tarifa un enjambre de aves de las gordas hacen círculos algunos centenares de metros por encima de nuestras cabezas. Son tantas que enseguida pienso en las típicas aglomeraciones de milanos negros antes de cruzar el Estrecho en sus periódicas migraciones estacionales. El coche avanza, ralentizo la marcha para desesperación de los que van detrás, porque aún me resulta inevitable no asomar la cabeza y cotillear desde mi gran ignorancia ornitológica mirando, como si supiera. Y no. No son milanos. Resulta que son buitres. Jamás, de los jamases, he visto tantos buitres juntos, y eso que aquí hay muchos, y ellos son muy coloniales, de juntarse unos pocos. Alguna veces he contado más de  cincuenta pero, ¿tantos centenares? No lo recuerdo. Tengo que parar. Llegamos tarde al comienzo de la ruta pero, hay que parar. Se para en el mirador de Cazalla, justo antes de llegar a Tarifa y un buen hombre, trabajador apasionado, como todos los que he conocido en el mundo de la ornitología, nos sale a nuestro encuentro para resolver las incontables preguntas. Así que esta reunión sin mascarillas de nuestros más grandes carroñeros se debe a que es el festival anual de adolescentes leonados a los que les llega la emancipación antes de tiempo, según nuestro criterio de Homo sapiens. De todas las partes de la geografía de nuestro país y parte del extranjero vienen los jovenzuelos expulsados de sus casas, para buscarse la vida en el sur. Algunos llevan semanas sin probar bocado y están exhaustos. Los días pasados de lluvia a ellos no les han sentado bien, aunque esta misma lluvia igual ha debilitado a alguna cabra, caballo o vaca de la zona que le cargue las pilas un poco. Pero es que son tantos!!! Como si tuvieran 13 o 14 años, insiste varias veces nuestro amigo el ornitólogo. Huesos aún débiles, y una apreciable menor envergadura. Ni siquiera hay madurez sexual. Ésta, si les llega, porque les llegue la vida, les llegará en el otro continente. Probablemente de cada cinco, con suerte, vuelva uno. La lucha por la supervivencia es lo que tiene. Ya nos lo dijo Darwin hace 150 años.  Allí los dejamos, que llegamos tarde, con sus corrientes térmicas de abajo a arriba…y de arriba abajo.


Betis, es un enclave mucho menos conocido que las dos playas que la flanquean, Bolonia y Valdevaqueros/Punta Paloma, pero no por ello goza de menos belleza. De hecho, siendo mucho mejor por estas fechas, regalándonos los primeros senderos de la temporada, nos da otra perspectiva de tan amadas y conocidas playas. Amistad, naturaleza, paisajes, afloramientos de areniscas, escaladores y un reencuentro inesperado con la joven convención de buitres que nos ameniza todo el transcurso de la marcha y pone el ojo a prueba para conseguir la mejor foto. Cómo se ha echado de menos un buen teleobjetivo.

Amada naturaleza que nos rodea: que ni te falte el agua, ni te sobren los imbéciles que te maltratan, te ignoran y no te respetan. Amada naturaleza gracias, una vez más, por tanto.


domingo, 30 de agosto de 2020

Pinsapos andaluces nacionales


Los Parques Nacionales son una figura de protección medioambiental declarada por el Estado, a diferencia de otras, como por ejemplo, los Parques Naturales que son nombrados por las Comunidades Autónomas. La diferencia principal entre una figura y la otra es el grado de protección, ya que en los Parques Nacionales ésta, es mucho más estricta. Por eso, con cuentagotas se van concediendo y nombrando Parques Nacionales y, por eso, al ser solo unos pocos los elegidos, desprenden ese carácter de joyas de la corona.

Uno, con el tiempo y las vivencias, sí que ha observado que no necesariamente los Parques Nacionales, suponen tener un mayor valor ecológico, mayor belleza paisajística u otras características medioambientales en general. Lo cierto es que, entre otras cosas, muchos de estos aspectos, como la belleza, se prestan más al universo de lo subjetivo, por lo que no todo el mundo puede coincidir. Por otro lado, la complejidad a la hora de declarar un nuevo Parque Nacional es tan alta que intervienen muchos factores en la ecuación, motivo por el cual, se espacia tanto en el tiempo las distintas aperturas.

Actualmente, en esta piel de toro, con sus islas, contamos con 15. El último fue el primero de la Comunidad de Madrid, el Parque Nacional Sierra de Guadarrama. En Andalucía tenemos dos y las Canarias ganan por goleada por contar hasta con 4 de los 15. Nosotros, los andaluces, con suerte, en un futuro no muy lejano podamos contar con un tercero. Está claro que si volvemos a tener en cuenta aspectos como la belleza o la singularidad de sus valores ambientales bien por flora, fauna, paisajes o geología no serían pocos los candidatos a poder alcanzar el nombramiento máximo de la protección pues nuestro propio PNatural de los Alcornocales, el PNatural de Sierra de Cazorla o Cabo de Gata serían, sin dudarlo, perfectos candidatos. Sin embargo, por esa complejidad de razones que llevan a elevar al espacio protegido a la categoría de Parque Nacional parece que el más serio candidato a estas alturas en nuestra comunidad es la Sierra de Las Nieves, actualmente un Parque Natural situado en el noroeste de la provincia de Málaga. De entre las distintas credenciales que tiene en su haber, es sin duda la presencia de un fósil vegetal viviente, testigo silente del paso del tiempo y antiguos glaciares, su mejor baza. Hablamos del Pinsapo, abies pinsapo. Los pinsapos son abetos pertenecientes al grupo de las gimnospermas, plantas sin flores a las cuales pertenecen otras especies emblemáticas como los pinos, los cedros, las araucarias o las secuoias. Durante mucho tiempo se creyó que en al norte de marruecos también se extendían otros bosques de pinsapo aunque recientemente se observó que se trataba de dos especies distintas: abies tazaotana y abies marocana. Lo cierto es que podemos decir que nuestro pinsapo se trata de una especie endémica de la zona, una especie relíctica del Terciario, de antes de la retirada de los hielos glaciares. Algunos sobrevivieron, y aún han llegado hasta nuestros días. Posiblemente la sola presencia del Pinsapo justifica toda protección en las zonas donde se encuentran. Ciertamente no es solo en el PN de Sierra de las Nieves donde se distribuye, aunque sí el lugar donde lo hace de la forma más notable. Además, encontramos otras dos manchas boscosas separadas geográficamente, una es la sitiada en el también Parque Natural, Sierra de Grazalema, y la otra en el Paraje Natural de los Reales de Sierra Bermeja.

Los pinsapos son, tal vez por su largo tiempo anclados en el terreno, seres majestuosos que envuelven

la atmósfera con una suerte de misterio de cuento. Tranquilidad, serenidad, secretos. Naturaleza en estado puro. He tenido la suerte de subir al Torrecilla(1919msnm) justo el día después de una gran caída de nieve, allá por el 2016. Desde el Área Recreativa de los Quejigales comienza un sendero que pronto ha de llevarte por uno de los pinsapares de Sierra de las Nieves. Ver a estos seres cargados de nieve aposentada en sus ramas es uno de los espectáculos más hermosos de los que podemos disfrutar con bastante facilidad al lado de casa. Otro pinsapo que tuve la suerte de visitar es el declarado Monumento Natural(otra figura de protección) Pinsapo de las Escaleretas, con más de 400 años de antigüedad y un diámetro superior a los 5 metros en su parte más ancha.

Sea nombrado el día de mañana Parque Nacional o no, la Sierra de las Nieves es otro de los enclaves que, a menos de dos horas de distancia para un algecireño, promete seguir ahí, dispuesta a prestarnos alguno de los mayores secretos de su belleza. Y con esto, uno sigue encontrando motivos para no dejar de enamorarse de nuestra tierra.

jueves, 20 de agosto de 2020

Compartiendo la belleza

 



Son las 7 de la tarde y el sol parece no querer golpear ya con tanta fuerza. La brisa, que saltó al mediodía de levante tornándose ligeramente molesta, ahora vuelve a hacerse imperceptible al tiempo que volvió a cambiar la dirección. Frente a mí, que ando recostado en la arena, se extiende todo un océano que entrando en otras aguas, se va haciendo estrecho. Será por eso, que la luz refleja y las aguas se hacen cristalinas, puras, limpias, como ajenas a otros males, tan cercanos, que incluso pareciera que esta ensenada  no es lugar para algas invasoras.  A mi vera, una pequeña embarcación pesquera, queda varada sobre boyas hinchables que le sirvan de camino de ida y vuelta hacia el mar. Alguien consideró que “La Guapa” era un buen nombre para su bautizo, y no seré yo quien le contradiga.

A mi derecha, hacia el oeste, se pierde esta ensenada en una punta conocida y respetada por los hombres de mar de la zona, es el cabo de Camarinal y, desde ahí, podría verse otro gran tramo de costa, ahora tapado. Para llegar al cabo por tierra toca sortear una serie de caminos serpenteantes que se pierden a menudo entre matorral bajo y denso como lentiscos o palmitos, cuando no entre conglomerados de aristas a veces cortantes que desaparecen dando lugar a un abismo que encoge el corazón a su paso. Si sigo girando desde mi posición inicial la cabeza a la derecha, como tornando al norte, aparece la Duna, así en mayúsculas, la más alta de Andalucía y monumento natural. Lugar de peregrinaje de demasiada gente que también tiene derecho a disfrutar de sus secretos, aunque estos se empeñen en perderse cuando llegan la marabunta. Tras la duna, un campo de pinos cuyas copas limítrofes con la duna y su avance son las últimas partes supervivientes de una muerte lenta, agonizante y segura. Enterrados vivos, no por ello el pinar deja de mostrar todos sus encantos.

Más atrás, majestuosa se levanta la Sierra de la Plata, coronada por la silla del Papa, areniscas propias de la zona, lugar de remanso y conexión para muchos escaladores de la provincia. Si seguimos girando nuestra cabeza hacia la derecha, vemos como el pinar se va extendiendo detrás de nosotros, justo donde acaba este ancho estero de arena blanca y se forman pequeños complejos dunares, que sirven de escondite y refugio para los días de más viento. Después, aparece el primer vestigio de huella antrópica desde que empecé el relato, ni más ni menos que las ruinas de una ciudad romana, que allá por finales del siglo II a.c. sirvió para que los romanos demostrasen al fundar Baelo Claudia haciéndolo donde lo hicieron que no debían ser muy tontos. Muy cerquita de las ruinas empiezan las primeras construcciones humanas modernas, que se reducen a tímidas y humildes casas y restaurantes, que parecen tener claro querer perpetuarse en el tiempo sin nuevas construcciones, ni grandes reformas. Más allá, a lo lejos, otra sierra, el Bartolo, que recuerda un poco a los montes de Dakota del Norte y uno espera ver bajar galopando a un Sioux, especialmente cuando reverdece tras el verano.


Vamos llegando al final, todo lo que veo ahora lo hago al mirar a la izquierda, se esconde la pequeña pedanía o aldea del Lentiscal, el pueblo de Bolonia, y acaba la ensenada muy a lo lejos, por donde casi deben de andar los baños de Claudia, piscinas naturales que se forman en las orillas. Vuelta al mar, camuflada Tarifa, lugar más meridional de Europa, cuya punta la pone la Isla de las Palomas. Vuelta al mar, tras el horizonte, las inconfundibles y familiares líneas difusas de otro continente, África, coronando, aquí, tan cerca, el Jebel Musa. Si la visibilidad es buena, veremos también Tanger y  otras líneas de sierras y cordilleras aún más hacia el sur. Vuela la imaginación, invade la paz, sobre una arena blanca, limpia, amiga.

Por estas razones, siempre, seguirá siendo Bolonia la mejor playa de mi mundo. Y sé que los piropos que no podemos contener vía redes sociales son responsables de que a las 11 de la mañana en verano la playa ya esté llena. Responsables de que pasadas las 21, se acumule sobre la duna más de un centenar de turistas con ganas de aplaudir a la puesta del sol. 

Por fortuna, uno sabe que si anda un poco, puede huir en parte del enjambre que tiende a andar poco y quedarse donde aparcó. En cualquier caso, se irá el verano, y volverá a ser algo más nuestra. Por otro lado, toca reflexionar también sobre nuestro nacionalismo egoísta que mira con malos ojos que los de fuera quieran disfrutarla, al tiempo que traemos todo tipo de halagos desde las vueltas de nuestros viajes para los lugares que visitamos. Gusta pensar entonces, qué pensará un vasco, un gallego, un madrileño, un catalán, un romano, un escocés, cuando se embriague con las sensaciones que este rincón del sur regala.

Siempre y cuando la conciencia nos lleve a cuidar y respetar como si fuese nuestro, que sea de todos.




domingo, 12 de abril de 2020

Parálisis




Llegando al mes de este confinamiento, la cuarentena se nos antoja corta a estas horas y la ochentena va ganando peso. La cordura aún reivindica su espacio y nos ancla a este suelo que zozobra. Los días, que cada vez son más cortos y largos, se mimetizan cansados los unos con los otros haciendo que la orientación temporal quedase maltrecha hace ya unos cuantos soles. Y no nos quejamos, aguantamos, con ingenio, con tranquilidad, con paciencia, con amor, con mucho internet. Vamos construyendo esta embarcación que nos aísla de un mundo que nunca antes pareció tan hostil, pero a mí, a estas horas, aún me llama más la atracción del recuerdo de aquel mar y esa montaña que el miedo a este virus descontrolado. Y es que si la mortalidad del dichoso virus es aterradora, más aterrador se me antoja el miedo inoculado que empieza a paralizar a nuestra sociedad, y no me refiero a la paralización obligada y adoptada bajo la responsabilidad, sino aquella que se expresa vía redes sociales y que promete perdurar mucho más allá de la propia amenaza del virus. Como si, de algún modo, la vida no viniese con ese riesgo de serie, pareciera sobrevolar el ambiente un miedo desmesurado a la muerte que nos recluya e impida vivir.
Leo en las redes a la gente convencidas de que si de ellas dependiese alargarían el confinamiento hasta que llegue la vacuna o haya cero contagios, como si eso significase que fuese antes del 2021. Otra comentaba que estará en cuarentena hasta septiembre independientemente de lo que se diga. Todo esto en Algeciras, donde la realidad del virus no es la misma que en otros lugares mucho más castigados como la capital, por ejemplo. No estoy diciendo que sea irracional tenerle miedo al virus. El virus, al que la gran mayoría ninguneamos durante semanas entre bromas, nos ha golpeado, de norte a sur, de este a oeste, de clase baja a clase alta. El virus, le ha callado la boca a este mundo occidentalcéntrico que se cree tan por encima del resto y que, desde su arrogancia y desprecio hacia la capacidad de la sociedad china, se creyó inmune. Pero no, uno a otros hemos ido cayendo, y ya sabemos cómo va la historia. Nos sobran motivos para tener miedo, pero no más dosis de miedo que las racionales. No más dosis de miedo extra, no más muros de miedos construidos sobre el miedo. Porque con tanto miedo dejaremos de vivir, antes de que el puto virus nos mate. Bajo la sobredosis de miedo permitiremos todo enclaustramiento o recorte de libertades que tengan que llegar. Bajo la parálisis del miedo no acertaremos a entender los daños colaterales de no buscar planes B al confinamiento. No entenderemos los daños que, a medio y largo plazo, pueden golpear a la sociedad en su conjunto, con los más pequeños a la cabeza. Si no entendemos que pueden y deben ir construyéndose alternativas al confinamiento más severo conforme avance el tiempo y respetando siempre las distancias de seguridad y los equipos de protección pertinente, estaremos obviando los daños psicológicos que van a reproducirse del enclaustramiento indefinido en el tiempo. No todas las realidades sociales son las mismas, y aunque este virus no entienda de clases sociales, la cuarentena sí lo hace, y no es lo mismo estar encerrados en unas condiciones que otras. Si no se empieza a tener todas estas cosas en seria consideración y se entiende que países como Francia o Alemania están llevándolo de otro modo, estaremos condenados a recluirnos en nuestro propio miedo y a lidiar, tras este virus, con una sociedad muy castigada a nivel psicológico, y eso, a mí, sí que me da miedo.

viernes, 13 de marzo de 2020

Día 1...



Duermo a Adán en nuestra cama, los mimos con el codo en casa pueden subir de nivel, total si en los quince días de clausura no nos queda ni eso renunciaríamos a todo. Así que le concedo su deseo sin atisbar grandes miedos presentes en sus palabras y aun siendo consciente, a su modo(ni siquiera lo somos nosotros en el nuestro), de los que nos viene encima.
¿Y qué es lo que nos viene encima? De incertidumbre y shock ya estamos cubiertos y no podemos negar que no se nos avisara. Estos días comentaba con mis alumnos la más que posible certeza de que no hubiese clases la semana que viene. A la hora siguiente los del otro 4º me decían: “¿Pepelu, qué has dicho en la otra clase que la semana que viene no habrá clases?”. “No, a ver, no. Yo no he dicho eso. Simplemente que analizando la situación y lo que está pasando en Italia y demás no me extrañaría en absoluto. Pero antes de hacer mucha fiesta, ojalá que no tengan que cerrar las clases”. Pero las clases se han cerrado. Y los comercios, no así los Mercadonas, ni las carreteras que se han llenado de lo peor que podemos ser. La ignorancia es muy atrevida, siempre alimentó al miedo y al odio. Supongo que así costará ser más feliz. No lo sé. Si acudo al super como si no hubiera un mañana queda claro que parece importarme poco si al vecino le queda el culo sucio. Tal vez acabe el vecino estornudándome a la cara cuando me cruce con él la próxima vez y con el ojo por ojo todos nos quedamos ciegos. Como cuando desde su BMW cruza Despeñaperros, tras sortear los atascos de la M40, feliz, habiendo ganado su batalla, se aproxima a la tierra prometida sin acordarse de lo que significa PANDEMIA ni de aquella vez que depositó el voto en la urna motivado ante un discurso de aquellos que hablaban de cerrar fronteras. Claro está que los del otro lado no tienen BMWs, ni casa en Sotogrande. Podemos sacar lo peor de nosotros mismos, lo hemos demostrado en infinidad de ocasiones y no veo por qué en este Ensayo sobre la Ceguera tendría que ser menos…pero mire ud. dejadme creer por un momento que en esta ocasión, pudiese ser de otra manera.
Dejadme creer que ante la emergencia la humanidad descubre, por una vez, que forma parte de un todo, por más que no lo entienda, por más que no le guste. Que aquello que critica en los demás refleja sus propias carencias, y que aquello que hace contra los demás acabará afectándole y que, prácticamente, ninguno somos ajenos a estas premisas. Qué ocasión para sacar lo mejor de nosotros asumiendo el reto colectivo que se viene por delante. Qué ocasión para revisarlo todo, pero eso vendrá después. Ya sabemos que después las teorías conspiranoicas se saldrán con la suya y dirán: “¿Lo veis? Lo advertimos. Ha ocurrido igual que en el 2008 y que en todos los goles que nos acabaron metiendo. La banca ha vuelto a ganar y de estas hemos salido más precarizados”. Cuesta, y cuesta mucho, no mantener un hilo de escepticismo cuando tantas veces nos han engañado. Pero no es al poder económico y político a los que tenemos que oír. Es a la ciencia. No al señor Pablo Casado diciendo que le disgusta de Pedro Sánchez que se esté “parapetando en la ciencia”. Váyase al carajo señor Casado, déjelo, por su dios, que oiga a los científicos!!! ¿A quién si no tendrá que oír?. En ocasiones como esta yo, como todo hijo de vecino, tremendamente escéptico de la clase política dirigente, quiero creer, quiero y necesito aferrarme a sus mensajes, y en sus manos me pongo. Me da igual que sea Pedro Sánchez o el señor Almeida, que mira que no le he podido criticar más. Pero lo oiré, sin prejuicios, analizando un mensaje, y respiraré aliviado si, finalmente, su discurso es, como ha sido esta tarde, coherente. Ante tanta histeria lo último que necesita el pueblo es ver a su clase política a la gresca. Esta vez no.
El pueblo necesita tener referentes, como son los trabajadores de la sanidad, que están en primera línea de fuego, comiéndose todos los marrones. Exponiendo sus cuerpos, su tiempo, su salud y sus vidas. En muchos lugares se cobran más de la mitad de los infectados. Y ahí siguen, pidiéndonos un poco de calma, otro poco de mesura, de no creernos el puto ombligo del mundo, ser solidarios y aprender. ¿Podremos aprender? ¿Recordaremos cuando pase esta la importancia de cuidar nuestra sanidad pública y ponerla como primer emblema de nuestra nación? ¿Se puede ser más patriótico que emocionarse viendo las reacciones de los sanitarios? Tiembla Abascal, que te echo la pata. Durante estas dos semanas podremos encontrar decenas, centenares, miles de casos parecidos a estos últimos, a los de personas que hacen de una sociedad un mundo mejor. Una sociedad que aprenda a empatizar y olvidarse de ser, por una vez, el ombligo del mundo. Pasar un tiempo de calidad compartido con las familias. Reflexionar. Aprender a echar de menos. Y saber que el tiempo puede ralentizarse y eso, no debiese tener nada de malo.

Día 1…

martes, 21 de enero de 2020

El Pin y el Pan




Arranca septiembre, profes por los pasillos cerrando un curso, abriendo otro y desde algunos lados nos reunimos para ver las charlas que se contemplarán este año. En primera persona lo puedo contar ahora, por eso de ser coordinador del Plan de Igualdad en el centro. Reunión entre Directora, Jefa de Estudio, Orientadora y Coordinadora del Proyecto Escuela Espacio de Paz. Se atienden algunas de las innumerables ofertas educativas que hay propuestas sobre un gran número de temáticas: sexualidad, prevención de drogas, prevención del bullying y el ciberbullying, riesgos en las redes sociales, planes para tener vida saludable, feminismo, prevención de la homofobia y un importante etc. que viene a plantear temáticas tan interesantes como necesarias. Esto, por suerte, no es nuevo y siempre, desde hace mucho, el alumnado que yo he conocido ha salido a lo largo del curso alguna hora de clase para recibir formación de otros profesionales, no profesores, sobre estas temáticas. Tenemos que hilar fino y recordar si la que dio aquella asociación nos gustó como para repetir o mejor descartarla. Así vamos planificando las charlas que estarán presentes a lo largo de este curso, considerando que ningún grupo se lleve más de la cuenta afectando así a su formación en otras materias o haciendo que las distintas temáticas acaben repitiéndose.
Pero se ve que esto, debe ser un ataque frontal, un claro adoctrinamiento perpetrado por esta ideología totalitaria de género, que ahora, con estos malditos comunistas en el poder pretenderá alcanzar su máxima expresión. Que dios nos coja confesaos. Pero, al menos, hay que admitir, acaba siendo divertido.
El recién estrenado Gobierno lo ve claro y ataca con todo, ministras y “portavozas” convocan rueda de prensa y dicen que se anden con cuidadito que los niños no son suyos. Esta verdad como un templo que espeta Celaá  pudiera parecer torpeza, aunque a mí personalmente se me antoja milimétricamente estudiada, de este modo, facilita que el pitbull de Casado y sus secuaces se olviden del fondo de la cuestión y vea un filón por donde atacar: “malditos comunistas!!! Queréis adueñarnos de nuestros hijos!!! Pronto empezáis!!!” (Pero lo cierto es que a los que somos padres nos convendría no olvidar que nuestros hijos  e hijas no nos pertenecen. No son objetos de nuestra propiedad con los cuales podamos hacer y deshacer a nuestro antojo), paréntesis aparte, Casado mordió el anzuelo.
Así pues, con estos mimbres, la primera guerra ideológica estaba servida. El pin Neanderthal como algún anónimo, o no, tuvo la brillantez de bautizar hace que, una vez más, los señores de VOX empeñados en ser más ridículos de lo que parecen les marquen la agenda al PP. Y uno, se dice: “no, hombre no!! A estas alturas, este partido tan consolidado, con tantos años de experiencia como es el PP vendrá a darse cuenta de que si juega a ser más de derecha que VOX saldrá trasquilado. Lo dijeron y lo dicen las encuestas y también las urnas. Ya habrán aprendido la lección”. Pero no. El grano en el culo que era feliz antiguamente en el cuerpo de su hospedador hoy hace que su antiguo dueño nunca pueda sentarse, o sentirse, tranquilo.
Ciudadanos esta vez sí capta el mensaje y se sale por la tangente, en su caída libre encuentra un piolet con el que echar el ancla, solo cabe preguntarse si ya no es demasiado tarde, pero a sus representantes con más cuota de poder, muchos de ellos aquí en nuestra tierra, se les oye hablar con sensatez y sorprende el contraste, aunque sorprende también que sorprenda. El caso es que estos señores de la ultraderecha han entrado pegando tan fuerte que lo que era impensable, hoy es debate y en estas uno no sabe si todo son pérdidas u oportunidades de ganancias. Reeducar, que podría decirse. La derecha de Casado dando palos de ciegos se encuentra tan perdida que hasta los suyos le sacan los colores por doquier. No queda otra que darse cuenta y recular. Echar, si acaso, la culpa a los comunistas del Gobierno, cortina de humo y no reconocer ni un error, aunque, a buen seguro, más de un cabezazo se está dando por ahí.
Es raro determinar si debemos ser optimistas con esto o lo contrario. Obviamente, el mero hecho de que esto esté siendo debatido es tremendamente triste, pero también ocurre por nuestra nueva realidad sociopolítica que no es otra que asumir que estos señores de las cavernas tienen 52 escaños y van a hacer mucho ruido. Así pues, partiendo de ese contexto, si sus embestidas se afrontan con esta templanza, cohesión y argumentos, no ya del Gobierno, que también, sino de todos los agentes sociales implicados, docentes a la cabeza, se hace, se enseña y se saca músculo y quién sabe si así en el camino alguna venda se va quitando de los ojos…ellos solitos se retratan, y el siglo XI sigue mil años atrás