martes, 8 de diciembre de 2020

In your Life

 


Voló como Lucy en el cielo con Diamantes, como un mal viaje de LSD aquella bala que hizo retumbar la fachada del Edificio Dakota en la esquina de la 72th Street, tan cerca del que después sería un pequeño templo para la paz. Porque a la paz creímos cantar desde 1970, con más fuerza, cada vez, desde el 80. Y aquel himno seguirá inundando los patios de los colegios y de los institutos de todo el mundo, cada 30 de enero,  como coros infantiles bien afinados que desean una Feliz navidad donde la paz, después de que la Guerra se acaba, vuelva a adueñarse de todo.

Cayó John al menos  con tantas canciones pendientes de regalarnos como las que sí nos dio. Cayó, atravesado por la bala de un ser de cuyo nombre no cabe acordarse, una leyenda, para levantarse un mito. Cayó el mortal convertido para siempre en inmortal en el gélido suelo de aquella calle invernal de Nueva York. Y sus coros, sus voces duplicadas, sus reverbs, sus suaves melodías psicodélicas, su incorformismo, su histrionismo, su intelectualidad, se genialidad seguirían marcando la vida de muchos. Muchísimos, aun incluso la de todos los que aún no habíamos nacido pero que algún día quisimos creer que todo lo que Necesitábamos era amor, que todo lo que teníamos que hacer era Darle una oportunidad a la paz.

Y luego están los que tendrían que hacernos caer que sus histrionismos alejaban su imagen, tan cuidada, de ser lo que queríamos creer. Que su trato hacia el personal que trabajaba para él, o aquellos improperios de superioridad que espetaba en forma de aplausos a un público del que se mofaba, el trato hacia su primera mujer en público, o el odio que pudo verter incluso hacia su mayor compañero y rival en forma de canción, no hacían de Lennon aquel modelo ejemplar que apelaba por un mundo de paz. Tampoco el canto continuo al más puro amor y la venta de este en la persona de su musa Yoko eran acordes con sus huidas, abandonos, infidelidades o el olvido de su primer hijo.

Pero, como tanto ocurre cuando queramos elevar al olimpo de los dioses a simples mortales, ni tan santo, ni tan diablo. Genialidad, eso sí, le sobraba como para enterrar a una infinita imaginaria cola de aspirantes que durante medio siglo después quisiese arrebatarle el puesto.

Murió un 8 de diciembre de forma injusta, paralizando a un mundo que no podía comprender que quien, acertadamente o no, era considerado el mayor embajador de la paz fuese acribillado saliendo de su casa, simplemente, porque sí. Y entonces, en esa historia tan de libro, tan de película como fue la de los Beatles y finalmente la de John, con su muerte vendrían también toda serie de confabulaciones que implicaran a J.D. Salinger, la CIA y vete tú a saber qué. Cierto es que, queramos creerlas o no, no fue en la primera mitad de los 70 un hueso fácil de roer para los gobiernos yankees. La capacidad de movilización con sus campañas resultaban impresionantes y en ese contexto es fácil creer que tras cinco años de silencio y el anuncio de su vuelta con su último disco Double Fantasy algunos poderosos se pusiesen nerviosos. Puede que sí, puede que no, pero de un modo u otro la puerta de las conspiraciones quedaba por siempre abierta con su muerte.

No recuerdo si fue este hecho el que me hiciera leer en el ebook por segunda vez el Guardián entre el Centeno, en esta ocasión en inglés las semanas que anduve por NY. Lo cierto es que eso hacía los días que visité Strawberry Fields, un pequeño lugar de peregrinaje tan fácil de ser tildado como lugar mágico cargado de paz, como tierra de frikies. Puede que los dos sean un poco verdad. Pero el caso es que me resultó imposible no verter alguna lágrima cuando estuve por allí guitarra a la espalda. Pequeñas memorias de quien sin querer en la mitomanía siempre vio en Lennon al artista más grande jamás he conocido.

Murió hoy hace cuarenta años la Morsa. Aquel que pedía Ayuda para hacer una Revolución Porque la Felicidad es una cálida pistola y hay que viajar A través del Universo para llegar a Un campo de Fresas En mi vida. Mirando las ruedas aquel Hermoso chico Imagina Un día en su vida sin que Le decepcione un Dios que Todo lo que necesita es Amor...

Cuarenta años que la música calló un poquito más y sus canciones gritaron más fuerte que nunca...

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