viernes, 20 de noviembre de 2015

Televisión, Manipulación


Indignado. Indignadísimo. A continuación volveré a realizar un breve análisis sobre la manipulación tan descarada a la que nos vemos sometidos por los medios de comunicación y vosotros volveréis a regañarme por ver la TV. El caso es que no la veo, y menos los telediarios de TVE, pero no creáis que es tan mala cosa. Es necesario saber por dónde apuntan, qué intenciones esconden. Eso sí, tienes que estar dispuesto a ver tu ritmo cardíaco acelerarse ante tanta descarada manipulación.
Me pongo a comer y ahí está, el telediario de Mariano, esperándome. Comienza la historia en Mali. Parece que unos Yihadistas(palabra muy molona para infundir miedo esta semana) han  asaltado un hotel en Bamako y han tomado rehenes. Sin duda, esto me parece algo de semejante alcance como para ser noticia de primer orden, sin embargo, no deja de causarme estupor que el telediario de la primera abra con una noticia de este tipo, una semana después de los atentados de Francia, cuando, normalmente, es el tipo de noticias que olvidan dar o, con suerte, la dejan relegada a un plano más que secundario, una breve ráfaga en la sección internacional. Pero no, hoy no. Hoy ocupa los  seis primeros minutos del telediario. Qué casualidad!!!!
Acto seguido comienzan a hablar del paradero aún desconocido, de posibles terroristas del viernes pasado. Dicen algo de droga, de terror, alguna foto, algún mapa de algún barrio de Bruselas y otros cinco minutos han pasado. Ya van once.
Pienso que la cosa ya habrá acabado con semejante descaro, pero me vuelvo a equivocar. Ahora sacan imágenes del concierto de la sala Bataclan en el momento de oírse los disparos. Al parecer, el pretexto de sacarlo ahora es que lo ha hecho Le Monde. Expresiones del tipo  “ráfagas de disparos” “metralletas” “ruidos de angustia” y “ansiedad” copan ahora este extracto de la noticia…
No para la cosa. Dicen ahora que Francia trata de recuperar la normalidad, especialmente en estas fechas en las que comienza el consumo. Y nos entrevistan a cuatro o cinco ciudadanos parisinos.
No acaba la cosa, toca Madrid- Barca desde la perspectiva de la seguridad que se está llevando a cabo y esas cosas…vuelven a entrevistar a varios sujetos. No cabe duda de que lo que más desea los señores de la 1 es recuperar la normalidad…ya van más de veinte minutos…
…pero la cosa continua. New York,la UE, los Reyes, Soraya…todos ellos, y alguno más, haciendo declaraciones en relación a los atentados del viernes pasado. ¿Os parece normal?

 A mí, sinceramente, me parece una desquiciante locura orwelliana. Una tomadura de pelo con demasiada mala leche. Dicen por ahí que la valoración de Rajoy se ha disparado tras los ataques de Paris. ¿Creéis que esto igual tiene algo que ver con los 35 minutos de noticia ininterrumpidas sobre cosas más o menos relacionadas con los mismos?

Ayyyyy….Y muchos aún pensarán que soy un paranoico. 

sábado, 14 de noviembre de 2015

No a las guerras, no al terror!!!


120 muertos. 120 personas asesinadas son demasiadas. Son 120 personas que no tendrían que haber perdido la vida. Dicho esto, poco más se puede decir. Es inaceptable, es doloroso, es inadmisible. Ni un paso atrás frente al terror, ni frente a quiénes de él quieren hacer bandera. La democracia, la paz, la solidaridad de los pueblos, y aún más, la alegría, las sonrisas, el amor y la vida contra la barbarie, la estupidez y el odio.

Dicho todo esto me resulta imposible no evitar sentir un importante desasosiego cuando creo evidenciar un comportamiento patológicamente hipócrita en relación a estos atentados. Qué solemnes nos ponemos todos y qué nos gusta hacer gala de dicha solemnidad vía redes sociales. Más grande nuestra pose solemne más pareciera nos importa y nos afecta el tema. Y entonces claro, no puedo evitar acordarme de todos los muertos de tantas bombas occidentales sobre suelos islámicos. No puedo evitar acordarme de niños que yacen en la playa y son fotografiados y de miles de niños, abuelos, padres y madres que se hunden en el mar y no son fotografiados. No pretendo, nada más lejos de la realidad, justificar las muertes de uno con la de los otros. El que tal cosa hiciera solo puede merecer mi más sincero desprecio. Pero me resulta imposible no taparme la nariz ante tanta hipocresía. Pero no soy tan tonto. Realmente lo llego a entender, visualizar. Queramos o no se trata de bandos. Nuestros hermanos franceses son vecinos, aunque en otras nimiedades los odiemos y les  digamos: "gabachos cabrones, no tiréis nuestras fresas", en asuntos importantes decimos: “ ¡ey hermanos, os han jodido!!! Estamos con vosotros. Lo ves? Me he puesto una bandera de tu país en mi muro de Facebook!” Evidentemente no pasa nada porque alguien se ponga una bandera. Está claro que de ese modo quiere demostrar que este asunto le duele, le ha llegado, le importa. Lo sé, lo entiendo y lo veo. Yo también me he planteado ponerme la bandera de la Torre Eiffel de la paz que me parece más artística y con más gusto, pero entonces vuelvo a acordarme de todos los demás muertos y me pregunto ¿¿por qué?? ¿¿Por qué nos tienes que doler unos e ignorar a los otros??
Podemos hablar de la historia, de la cultura, de los medios, de la política, de Europa, de la religión. Podemos hablar de lo que queramos pero lo cierto es que las personas que han muerto en París eran tan inocentes como los cientos de miles de personas que mueren en tantas partes del mundo. Especialmente en Oriente Medio.  Y en esos casos, occidente tiene mucho, mucho, mucho que ver. No queremos ver eso. Nos negamos ayer y hoy y nos negaremos mañana a aceptar que nuestro bando puede ser tan cruel. Pero el hecho es que lo es. Es más fácil empatizar con nuestros hermanos franceses, pero la pérdida de la vida por la violencia, por la sinrazón, por la estupidez, por los intereses geopolíticos, es la misma. De un lado, y del otro.


No a las Guerras!!! No al terror!!!

miércoles, 11 de noviembre de 2015

¿¿Pero qué has dicho, Marina??



De vueltas con la educación, una vez más, y sin ser inicio ni final de curso, ni haber casos sonados de maltratos de por medio, sin ni siquiera contar con una de esas declaraciones inflamables de nuestro penúltimo ministro educativo, el incendiario. Sin todo eso, decía, la comunidad educativa vuelve a echar humo. En esta ocasión por las últimas declaraciones, noticias, titulares (o un poco de cada) del aclamado y prestigioso filósofo-pedagogo, José Antonio Marina(en estas últimas semanas en horas bajas). Y es que José Antonio ha venido a meterse, no sé si queriendo o sin querer, en terrenos muy pantanosos. Y yo, lo que quiero con esta entrada, es, como no podía ser de otra manera, dar mi opinión al respecto invitando a la mesura, al espíritu crítico y a la capacidad de diálogo.
Comenzaré diciendo que sí, que el hecho de ponerse del lado del ministerio de Educación del Gobierno del PP a pocas semanas antes de las elecciones, mosquea. Sí, reconoceré que ampliar el foco en temas retributivos relacionados con la “calidad” docente, mosquea aún más. Y si queréis, hasta podré reconocer que el afamado escritor a veces ha coqueteado más de la cuenta para mi gusto con esos términos relacionados con la “excelencia” que personalmente entiendo se alejan de lo que debería ser el concepto ideal de educación. Una educación que tendría que velar más por el desarrollo pleno de las personas, de sus capacidades emocionales, del desarrollo de sus individualidades, de la cooperación, etc., que por el hecho de dirigirse a preparar a “perfectos” trabajadores del futuro…pero eso, en el día de hoy, es otra historia.
Dicho todo esto, creo que Marina ha demostrado con creces en las últimas décadas ser uno de los referentes educativos más insignes de nuestro país. Creo que esto se comprueba rápidamente echando un vistazo a algunos de los innumerables artículos que tiene por la red, o acudiendo a alguna de las plataformas que lleva fomentando desde hace años, como la Universidad de Padres, donde construye educación de forma interactiva y contando con padres, docentes y la comunidad entera, porque como bien suele repetir: “para educar a un niño hace falta la tribu entera”. Amante de figuras de primer nivel mundial en aspectos pedagógicamente revolucionarios como Ken Robinson, Marina demuestra una vez  sí, y la otra también, que sabe perfectamente de lo que habla. Por otro lado, ha apoyado firmemente asignaturas como la Educación para la Ciudadanía y ha criticado ferozmente la labor de Wert, así como su ley. Por tanto, no estamos ante un ignorante de la materia. No estamos, como en otros casos, ante un político que mira exclusivamente por el interés personal y/o del partido. Aún así, contemplemos que pudiera ser que sí, que aprovecha su conocimiento para lucrarse (cosa que dudo) pero como quiera que sea, lo que pretendo dejar claro es que es una persona con suficiente recorrido, formación y trayectoria como para hablar con autoridad sobre el tema.
 ¿Y qué es lo que pasa? Lo que pasa es que ahora que el ministro le pide que elabore un libro Blanco, los medios le ponen las alcachofas por delante y él habla. Y habla sobre muchas cosas. Muchísimas cosas. Y muchísimas de ellas (por no decir la gran mayoría) tremendamente interesantes, pero claro, habla de sueldos, de profesores, de evaluaciones y la prensa se preocupa de sacar el titular y los consumidores de noticias de devorar titulares y envenenarse. Tal vez estos, tendrían que llamarse consumidores de titulares, más que de noticias. Podría decirse que se junta el hambre con las ganas de comer. La prensa hace de forma engañosa su trabajo. De forma sensacionalista, sesgada y poco veraz, echando a conciencia carroña, sabiendo perfectamente que los devoradores agitarán las alas, graznarán y todo correrá como la pólvora por las redes que, a fin de cuentas, es lo que los enriquece. Dicho esto, no me pondré demasiado digno, pues admito que tal vez también yo he consumido muchas veces carroña y me he querido envenar. Pero ya va tocando decir basta. Ya va tocando contrastar, macerar, madurar las ideas antes de hablar por hablar. Ya va tocando hablar con conocimiento de causa, aunque solo sea un poquito.
Y dicho esto, ¿es tan malo que los profesores cobren según sus capacidades? Pues no lo sé. En ciertos aspectos veo cierta coherencia. En otros aspectos me asusta, sabiendo cómo se las gasta el personal. ¿Quién y qué se evalúa? No me entusiasma, sin duda, convertir los centros educativos en una suerte de grandes empresas donde la competitividad entre compañeros sea uno de los factores dominantes. Me repugna pensar que alguien pretende dar a entender que el problema principal de la educación  va de “malos profesores”. Pero es que no es de eso de lo que habla Marina. Y, por otro lado, admitámoslo, no todos son tan buenos. Ni dentro de los buenos, todos igual de bueno. Pero, más allá de esto, una cosa incuestionable de las que ha señalado Marina es que los profesores somos autodidactas. Aprendemos solos, sin ver a los compañeros, sin haber recibido formación en las universidades (me refiero a los de instituto en este caso),  sin recibir una formación seria tras comenzar a ejercer nuestra profesión y, a pesar de todo, no queremos ni oír hablar de que alguien se pueda meter en el aula a ver cómo lo hacemos.  Admitámoslo, a muchos les acojona que eso ocurra y, si eso es así, es porque no están absolutamente seguros de que desempeñen su labor perfectamente. ¿Pasa la solución porque unos cobren más y otros menos? Personalmente, no creo en eso. Pero de lo que se trata, y he aquí el error de todo el asunto, es de que lo que está haciendo Marina no va de eso. Marina está planteando un libro Blanco elaborado entre todos aquellos que quieran participar y ha puesto como condición que tendrá que haber un gran pacto de Estado tras las elecciones, y que habría que cambiar la ley (esta vez para siempre, o algo parecido) que se adecúe a dicho pacto. Y éste, y no ningún otro, es el camino que debe, de una vez por toda, tomar la educación de nuestro país. Entonces habrá que sentarse y hablar y ponerse de acuerdo y anotar y borrar y pelearse y volver a hacerlo todo para, finalmente, llegar a buen puerto.
Ok. Ok, ok. Soy consciente. Y lo estás pensando. Soy un ingenuo…

 …pero, ¿Soy un ingenuo? ¿El ingenuo es Marina? ¿O tal vez vamos a poner la vista, de una vez por todas, en esa dirección? Solo el tiempo lo dirá, pero mientras la política siga llevando la voz cantante en materia educativa, al resto de la sociedad y, muy especialmente a todos y todas aquellos que creemos firmemente en la educación como base indiscutible para construir un mundo mejor, no nos queda otra que seguir intentando convertir esto en una realidad y para ello poco debe importar, así sea el mismo diablo el presidente del Gobierno.