domingo, 28 de noviembre de 2010

Para volver a empezar



A cada paso que damos tengo la extraña sensación de que aflora con más fuerza el niño que fuimos. Ese que de un modo muy tenaz tratamos de matar con la mayor celeridad posible cuando intuíamos que nos salían los primeros vellos, ya no disfrutábamos de la misma manera de jugar con los clis de playmobi en el suelo, y empezábamos a fijarnos con más ansia en los emergentes pechos de la compañera de pupitre...dedujimos con la lógica propia de un niño grande que el paraíso terrenal habitaba a unos años de distancia y que había que matar al niño para acelerar la llegada del rey que seríamos...Una vez más, como tantas otras veces futuras, y las que quedan, nos equivocamos.

La Tierra decidió, a pesar de nuestro gran descubrimiento, seguir dando vueltas, y hasta hoy, van unas cuantas, lo cierto es que poco ha cambiado para ella...está claro que en ese aspecto salimos nosotros ganando...Así que, después de más de 10000 vueltas después comenzamos a darnos cuenta de la importancia de no perder al niño que fuimos, al niño que somos...y algo acojonados andamos pensando que esa posibilidad sea una cuestión improbable y el niño después de muerto y enterrado haya sido descompuesto, o peor aún, fosilizado...

Pero como niños, optimistas tendremos que ser, convertir la ilusión y el deseo en la fuente vital que movilice hasta la extenuación nuestras vidas...como niños, pequeños habremos de ser y maravillarnos con todo cuanto acontece a nuestro alrededor, como la primera vez, desde la brisa fría con el sol de una mañana de invierno, a la sonrisa espontánea y verdadera de otro ser humano, ante el vislumbramiento de una nueva idea, y con las conversaciones que a esos niños novatos a crecer tanto enseñaron...Creo que el niño no va programado y preocupado contabilizando cada segundo, sin pararse a dejar que el tiempo se detenga y le caiga de las manos...la inocencia, la ingenuidad y la capacidad de sorpresa...

Brindo por tod@s vuestros niñ@s...

Que suene la música