martes, 9 de marzo de 2010

Orgullo vs Perdón

El orgullo pudre...tengo un par d casos en mi vida. Relaciones d amistad fuertes y d una vida q en el transcurso de la misma por una u otra circunstancia se alejan los caminos con algún extraño conflicto y una serie de sucesos por los cuales uno piensa no ser responsable de dicho conflicto. Es entonces cuando el orgullo entra en juego. Si eres consciente de no ser el responsable de la causa que ha llevado a alejarte d la amistad no estarás dspuesto a ceder ni perdonar, ni volver a poner la otra mejilla por el simple hecho d no considerarte responsable. D ese modo sería todo un atentado contra nuestro orgullo dar un paso que nos haría a ojos ajenos causantes de la ruptura d la amistad. Sin embargo, aunque esta sensación es fuerte e imperante mientras la herida está abierta, el tiempo, como siempre, va cambiando la perspectiva de las cosas. El olvido, perfecto profesional en borrar los malos recuerdos antes que los buenos, deja el camino libre al recuerdo que mueve la nostalgia. Los grandes momentos. Todo lo que esta persona ha significado y aporta en tu vida. Entonces surgen conflictos internos, personales y contradictorio: La nostalgia que mueve el perdón contra el orgullo herido y egocéntrico movido por la necesidad de mostrarnos siempre fuertes e imperturbables. El corazón se resiente. La vida sigue, eso sí. Hay demasiadas preocupaciones para que una amistad, que como quiera que sea está en grado de descomposición, o descompuesta entera, perturbe notoriamente nuestro día a día cotidiano. Pero cumplir años, o al menos en mi caso, empuja hacia una reconciliación con todo lo que formó parte d nuestra vida. Luego el perdón, aunque es un valor de grandeza, no es todo grandeza por ir más allá del ego. Realmente no es así. La necesidad d perdonar se basa en una necesidad personal para volver a reencontrarnos con antiguas historias d nuestra vida que ya no son, y queremos engañarnos para creer que dando ese paso, que depende d nosotros, volveremos a vivir lo que hoy, para bien o para mal, ya no es.