sábado, 27 de abril de 2013

Estúpida conversación


¿Qué tal te encuentras hoy? — Le preguntó mientras garabateaba algunas notas ilegibles en el cuaderno.
Bien, supongo — Acertó a decir en un torpe intento de no parecer muy torpe.
Ya. Veo, sí.—La conversación comenzaba a girar en un extraño círculo cargado de una tensa estupidez. Lo peor de todo, es que no parecía haber forma de encontrar una salida viable y medianamente digna a aquel falso inicio de conversación. Mientras iba pensando en todo lo dicho, encontró la mejor manera de salir del paso. — Qué bien el tiempo, ¿no? Parece que ya no llueve. Ufff...menos mal.
Bueno, ejem, lo cierto es que está lloviendo.—Vaya, no me digas, pues no me he traído el paraguas. ¿Llueve mucho?
Pues, no sé, la verdad.
Cómo? Pero si me acabas de decir que está lloviendo, ¿cómo no vas a saber si llueve mucho?
Sí, llevas razón. Suena un tanto extraño. Pero lo cierto es que no he visto si está lloviendo o no. O sea, comprabarlo por mis propios ojos. Ni siquiera mediante el sentido del oído.
¿Querrás decir haberlo oído?
Bueno, ya. !Qué más da! Que no lo he sabido por las formas típicas de saberlo.
Entonces, te lo han dicho, supongo, ¿no?
No.
¿Qué dices? Es que te estás quedando conmigo, ¿ o qué?— Le preguntó el jefe con una extraña mueca que oscilaba entre la estupefacción y la ira.
No. No es eso. Es mi pierna— acabó soltando secamente. Es la pierna la que me dice si llueve o no.
No querrás decir que tu pierna habla, supongo, ¿verdad?—Bromeó aliviado el jefe tras la descarga de la tensión acumulada que el último comentario había desatado.
No, ya sabes que no. Quería decir que lo siento.
Yo también lo siento....jajajjaja— Se venía el jefe arriba, al que siempre se le tenía por un tipo muy gracioso, aunque estas gracias fuesen vistas por personas cuyo sentido del humor podría ser cuestionable por otras personas como por ejemplo el empleado, que ahora, en una extraña serena pose, mantenía esta conversación con él.
—¿Y qué es lo que sientes?—Volvió a cortar en seco el empleado, desconcertándolo de nuevo.
A ver, tan solo bromeaba. Tú querías decir “Lo siento” de sentir, y yo he aprovechado el juego de palabras para decir que yo también “lo siento” pero de sentirlo como por ti...Bah...Da igual. No tiene mucho sentido. Olvídalo.
Pero, —dijo el empleado transformando su rostro en un tormentoso rostro y apoyando amenazadoramente sus dos manos, de repente enormes, sobre la mesa de un jefe cada vez más pequeño —¿realmente crees que esta conversación tan estúpida puede olvidarse fácilmente?

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