Llevo algún tiempo tratando de no
entrar al trapo en asuntos de política. No es por nada, es que a
veces uno se satura y el enfado efervesce tanto que la sangre ebulle
y sube a la cabeza, y ésta, sin remedio, entra en ceguera. Una
ceguera de rabia que difícilmente se subsana. Siendo casi imposible
pensar con lucidez en tal estado, a los pensamientos desencadenados
se les pasa la imagen recurrente de una kalashnikov, de sangre, de
violencia, de gente que pague, y claro uno que siempre quiso
considerarse pacifista entra en tal estado de paradoja que concluye
que tal vez será mejor mirar para otro lado y de este modo bajar el
burbujeo de la sangre, recuperar la visión, saludar de nuevo al
pensamiento “coherente” y alejarse de posturas radicales tan poco
aconsejables. Por esto, y no por otra cosa, uno tiene que alejarse de
las noticias. Pero a veces las noticias, y los hechos diarios,
parecen ponerse de acuerdo para volver a agitar las neuronas, evitar
que la vista mire a otro lado, volver a elevar la temperatura
sanguínea y hacer que el ciclo comience de nuevo...y por esta razón
de nuevo escribo, tal vez con la esperanza de que mis letras
encolerezidas suplanten la visión de las metralletas.
El señor presidente del Gobierno lo ha
vuelto a hacer, parecía imposible pero lo ha vuelto a hacer.
Transformándose en el Gran Hermano se presenta de nuevo ante los
periodistas para decir qué sé yo tras una pantalla de plasma y
evitar después preguntas, aunque esto ya lo hacía cuando se
presentaba sin la pantalla. Tal vez pensará Mariano que su estúpida
cara de lerdo al sentirse menos presionada será menos dada a hacer
ese continuo de mohines que tanto desprestigio suman a su
desprestigio. Con mohines o sin ellos seguirá pareciendo
oligofrénico profundo, pero la rabia que me genera pensar que en
este país que tan democrático se considera, que tanto vocifera
contra los regímenes de otros países acusándolos de faltos de
libertad, el presidente para cuando aparece lo hace bajo esta
estampa, es tal que difícil definición le encuentro.
El que sí ha dado la cara ha sido
Núñez Feijoo, el presidente de Galicia, ha dado la cara para mentir
como un bellaco al decir que sí, que conocía al narco, pero que no
sabía de sus actividades delictivas. Él, que entonces era alto
dirigente de la Xunta, parece que debía ser el único que no lo
conocía por esos lares, porque al parecer, según afirman las
innumerables personas entrevistadas, el capo del contrabando de
tabaco y después de otros drogas mayores era archifamoso por las
rías ya desde los 80...pero él no. Nuñez Feijoo se codeaba con él,
salía en barco, compartía una amistad de tres años, PERO NO SABÍA
A QUÉ SE DEDICABA!!!
Mientras tanto una relativa buena
noticia, y es que la infanta se ha mostrado intocable, al menos de
momento, quién puede pensar a estas alturas que pagará el pato,
ella, o el otro, o alguno de tantos que ahora están imputados. Pero
uno necesita agarrarse a una mentira, pensar que tal vez sí, que tal
vez esta vez, quién sabe...De momento está imputada, y eso, en
cualquier caso, habrá que celebrarlo y felicitar y agradecer que
aparezca un Juez que, como aquel otro que tan mal acabó, parece
regirse con independencia, o al menos eso nos hace pensar, porque a
estas alturas, quién pone la mano en el fuego por ninguno de estos
de las altas esferas. En cualquier caso, agarrándonos al Juez Castro
como a un clavo ardiendo, queriendo creer que hay salvadores.
Con todo, va y descubro que no es que
haya un programa más absurdo, estúpido y sinsentido en primetime y
con máximas audiencias en el que, en esta ocasión, una vez más
pseudofamosos son protagonistas tirándose a la piscina...Tirarse a
la piscina, bonita metáfora para estos tiempos...Va y descubro, como
iba diciendo, que no hay uno, sino dos. Dos programas calcados en
distintas cadenas, con distintos presentadores (eso sí los de
siempre: Jesusito y Arturito) con sendos jurados (eso sí los de
siempre: Torrentito y Borisito), y los mismos concursantes que en
total suman las mismas neuronas que pueden tener todas las amebas que
floten en el agua de esa puta piscina, porque ante el horrendo de la
idea, a uno ya se le antoja hasta que es el mismo plató. Demasiado
kafkiano, demasiado triste para ser verdad y demasiado deprimente
para pensar que este puto país tenga arreglo...
Perdón por la tristeza, pero el arma
rusa una vez más vuelve a invadir mi cabeza
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