Hoy hace 82 años que en toda España
se izaba la tricolor. Se izaba la tricolor porque tras la dimisión
de Primo de Rivera y la llamada a elecciones, el varapalo que se
llevó la corona fue estrepitoso. El número de concejales
republicanos triplicaba al de monárquicos en Madrid y los
cuadruplicaba en Barcelona. A Alfonso XIII no le quedaba otra que
salir del país, tal y como le advirtió Alcalá-Zamora pues si no la
revuelta estaba asegurada. Es decir, el pueblo se hizo soberano a sí
mismo. Para la posteridad quedará la carta que a nombre de Alfonso
XIII publicara ABC:
“Las
elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo
hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no
será definitivo, porque procuré siempre servir a España(...). Un
Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien
que nuestra patria se mostró en todo tiempo generosa ante las culpas
sin malicia (...)”
Muchos
pensaréis que hoy, por el aniversario, no estaría nada mal ver una
misiva de manos de nuestro actual monarca en términos parecidos...No
debiéramos olvidar en ningún caso, los que así lo deseamos, que el
origen de este exilio estuvo en la voluntad del pueblo.
82
años de una República que a pesar de sus avances en derechos
sociales, o tal vez por estos, duró demasiado poco. A menudo a la
gente le gusta vilipendiar lo que fuera este periodo legítimo y
democrático de la historia más reciente de nuestro país. Es obvio
que muchas cosas pudieron hacerse mal, sin embargo, fue una
aspiración del pueblo para el pueblo, y en aquellos momentos en la
Europa de la depresión y el auge del fascismo la España republicana
suponía un ejemplo a seguir en materia de derechos sociales:
sufragio universal para todos los ciudadanos mayores de 23 años,
lucha por la Cultura y la Educación, intentos de reformas agrarias
mediante decretos que entre otras cosas pretendían mejorar la
relación patrón-jornalero, etc. Sin embargo, no todo lo que se
planificó se llevó a la práctica como se hubiese deseado. Esto fue
así porque los grupos de poder se sentían desposeídos de sus
ancestrales privilegios e hicieron todo lo posible por boicotear las
medidas llevadas a cabo. El clero, los terratenientes, la banca y los
militares no permitirían el éxito de las medidas propuestas por
los gobiernos de izquierda y acabarían sublevándose provocando
aquella Guerra Civil, y ésta es la realidad, aunque muchos pretendan
hacer creer que fue de otra forma.
La
mayoría de la gente prefiere no hablar del tema cuando sale el tema
de la república, la guerra o el franquismo, para ello suelen
argumentar que: “ aquello está muerto y enterrado que a quién le
importa y que el pasado, pasado está...” Por otro lado, está el
otro argumento: “Los dos bandos hicieron cosas muy malas...”
Estando así las cosas la gente parece olvidar que el gobierno de la
Segunda era legítimo y democrático, que la guerra, acontecida por
la sublevación de quienes no querían democracia, además de con los
muertos, acabó con una dictadura que eximió de libertad a un pueblo
hambriento durante 40 años. Estando así las cosas también parece
olvidar la gente que tras esta dictadura, muerta de muerte natural,
desembocaron sus turbulentas aguas en una monarquía elegida por el
dictador, y eso ya no está tan lejos. Estando así las cosas, la
gente parece olvidar que nuestro rey y toda su extensa familia vive
de los impuestos de los ciudadanos que pagamos yates bribones,
palacetes en Pedralbes y vacaciones en Baqueira, y eso aún queda más
cerca... Estando así las cosas la gente parece no enterarse de que
nuestro rey, su yerno, su hija y quién sabemos quién más, andan
envueltos en casos de corrupción conocidos y muchos otros por
conocer, y eso está aún más cerca. Estando así las cosas la gente
prefiere seguir pensando que no pensar no es malo, y que lo
perjudicial es lo contrario.
Muchos
otros argumentan que una república no garantizaría lo del gasto que
supondría para las arcas del Estado, y que igual tendríamos que
pagar a un señor también corrupto...En cualquier caso, sería más
fácil de atacar la corrupción de un presidente de la República que
la de un monarca, tal y como está quedando demostrado, y además, en
cualquier caso, no heredarían hijos, sobrinos y demás estirpe el
cargo.
Otros
muchos van más allá y aún se atreven a sacar brillo a la figura
del rey agarrándose a aquel oscuro caso del intento fallido del
golpe de Estado del 23-F; obviando que hay muchos puntos negros en
aquella historia y obviando también que hay muchos historiadores que
contemplan la posibilidad de que fuese Juan Carlos quién en última
instancia estuviese detrás de aquel intento. Otros, o los mismos,
también usan el argumento de que su campechanía, su precinto y su
vitola lo convierten en el mejor de los embajadores para salpintar
ese estúpido binomio lingüístico tan en auge en los últimos
tiempos, la marca España. No creo que instituciones como WWF
compartan esa opinión, ni tampoco la prensa seria del extranjero
tras hacerse cargo de los innumerables casos de corruptela en los que
la familia día sí día también se ve envuelto. Tampoco creo aquel
“por qué no te callas?” que tanto le gustó aplaudir a nuestro
pueblo, diera las señas de diplomacía y buen gusto que al perfecto
embajador se le presupone.
En
cualquier caso, lo que resulta evidente es que es el segundo
aniversario consecutivo de aquella segunda República en el que los
que creemos en ella sentimos estar más cerca de una Tercera. La
suerte de correrías que inundan a la figura del monarca y otras
piezas de primera valía dentro de la casa real, brindan grandes
favores a los republicanos, haciéndonos sacar pecho e izando las
banderas tal como ya ocurriera hace 82 años hoy. Por desgracia, y
para no vender la piel del oso antes de cazarla, me atrevería a
decir que acabar con la monarquía española se me antoja un episodio
aún lejano, y eso que nunca estuvimos más cerca, porque sabiamente,
tal y como caracteriza a los núcleos de poder, están traspasando el
poder de la figura del padre al hijo, para garantizar una sucesión
aséptica e indolora que acalle las voces que claman por la
República. Mucho por hacer, pero en estos tiempos que corren de
crisis, siglo XXI e incredulidad, ¿¿quién quiere creer en reyes??
Que no os engañen los políticos, ¿Crees que al crear una República nos arreglaran todos los problemas que tenemos? Ni de coña. El Rey no tiene ninguna culpa de lo que nos pasa. Quien tiene la culpa son los políticos que chupan toda la pasta y le echan la culpa al Rey. Ser inteligentes y razonar.
ResponderEliminarMuy buenas señor anónimo, en ningún momento digo que la solución a los problemas que tenemos se dé gracias a la República, sencillamente es un paso lógico, justo y menos aberrante a la monarquía, que por más que no sea todo el problema tampoco está como dices exenta de toda culpa...solo tienes que echar un vistazo a los últimos casos de corrupción en los que está envuelto, así como el patrimonio que en general amasa, pero bueno...
ResponderEliminarPor otro lado, ya que nos ponemos a buscar culpables, tampoco son los políticos los únicos culpables de esta situación, n tampoco todos los políticos son iguales, para entender la crisis que atravesamos tenemos que entender cómo funciona el sistema en general, de dónde a dónde va el dinero y por qué manos pasa, y no son en este caso los políticos los únicos agentes implicados, de hecho ni siquiera los principales... pero en fin, trataré de hacerte caso ser inteligente y razonar...mientras tanto, trata de cumplir con lo que predicas