La Antártida, esa pequeña porción de tierra escondida del resto del globo, allá abajo, donde nadie la ve, con sus 13,7 millones de kilómetros cuadrados(unas 25 Españas) nada parece sobrevivir perennemente a sus inviernos. Nosotros, con nuestras historias de Amundsen y Scott, conseguimos crearnos un imaginario de tierra inhóspita, vacío, nada y grados bajo cero. Y además de eso, como el sitio era grande, y quizás el día de mañana, quién sabe si no sería buen lugar para explotar, aunque este Tratado del 59, que bien sabe a grano en el culo, nos lo impide ahora, pudiera ser que mañana no, y para ello hay que estar bien preparados. En sus puestos, para cuando den el pistoletazo de salidas y, para eso, lo mejor era construir bases. Bases veraniegas, que lo del invierno ya se sabe, o si nos ponemos muy atrevidos, tecnológicos y aventureros también permanentes, que seguro que para el día de mañana nos dejan todavía mejor situados si hay que repartirse el pastel. Las bases serán militares y científicas, y así no solo decimos que sea para posicionarnos bien.
Muchos países quieren ese pastel y algunos lo quieren impugnar, pero el Tratado Antártico dijo que de eso nada, que no hay soberanía, al menos de momento. Aunque Argentina, que se siente cerca, tenga muchas ganas y necesidad de ello, por eso tuvieron a los primeros humanos nacidos en la Antártida(qué frío por dios) y tienen más bases que nadie. Claro que también está Chile que está al lado, y Estados Unidos, que bueno, son Estados Unidos y siempre tienen que tener la mejor parte del pastel. También Noruega que para eso llegaron al centro primero, y otros que andan cerquita como Nueva Zelanda o Suráfrica y otros que, siempre quieren la mejor parte del pastel, como Francia o Rusia. Pero,¿qué pastel? No sabemos muy bien, desde luego podríamos decir que agua dulce, aun en forma sólida, más del 70% de la que hay en el planeta se encuentra allí, normal, si la altura media congelada ronda los dos kilómetros, en una superficie equivalente a Europa occidental, claro está que ahí hay mucha agua, tanta como que si se descongelara el nivel del mar subiría 55 metros. Pero supongo que no es agua lo que se busca, aunque viendo el panorama futuro que tiene el agua potable disponible no es tan mala idea.
Está claro que tampoco son resorts lo que se buscan, la gente prefiere, por lo general, sitios más cálidos, y aunque el cambio climático es una realidad imparable, no sé yo, está la cosa lejos aún. Árboles tampoco, bosques no hay ninguno, y recursos comestibles cárnicos solo se me ocurre alguna foca Leopardo que otee, aunque no sea un otárido(chiste taxonómico), a algún Emperador con su paso torpe acercarse a la costa. Pero claro, tampoco andaría(ni nadaría) la Leopardo por esos lares en el frío invierno. Y es que solo el Emperador, y la Emperadora, son los únicos valientes que podrían proveernos de alimento cárnico, grasiento pero cárnico, a nuestra especie durante los doce meses del año. El mayor de todos los pingüinos, y si se me permite el más espectacular y bello, se adentra a decenas de kilómetros de la costa o incluso a algún centenar, estableciéndose en colonias. Allí las parejitas monógomas felices, se prometen amor eterno, la hembra invierte toda, o casi, su energía en construir el huevo mientras que, el invierno, al paso de un tiempo inexorable, va marcando grados bajo ceros en el calendario, así que toca relevarse, demasiado frío todo como para hacerlo solos, aunque seas una perfecta adaptación evolutiva a vivir en el lugar más gélido que se pudiese pensar. Toca cambiar el huevo, rápido y con precisión, nos ponemos frente a frente y aquí,bajo tu vientre, me refugio en la calidez de estas plumas tan bien tejidas, y esta capa de grasa. Nos vemos amor, volveré, o eso espero. EL viaje es largo, caminar bajo dos patas de pato y con este culo que me pesa, aunque pese menos ahora,no es tarea fácil, y menos por estas placas de hielo...aunque igual por las placas de hielo me puedo deslizar mejor. Me voy, tardo un mes en llegar a la costa, depende de cuánto se haya ido el hielo tierra adentro. Allí me pondré las botas un par de semanas, para crear un buen almacenaje en forma de papilla a medio descomponer de peces varios que, con suerte, servirán a nuestro retoño a mi regreso. Reza al dios Pingu para que no me coja ninguna Leopardo por el camino y pueda sobrevivir al frío y nos vemos a la vuelta. Cuida bien de nuestro hijo mientras tanto, nacerá en mi ausencia y te dejará en los huesos, se llevará las pocas reservas que te van quedando. Pero antes de eso, pégate bien fuerte al resto de los machos de la colonia. Benditos padres sois, cuánto que aprender de vosotros los de la especie humana. Pegaros bien fuerte, decía, y no dejéis que nadie se quede fuera, que -70ºC son demasiado pocos, y con ventiscas de 170 km/h ya ni te cuento. Bueno, dame un piquito. Nos vemos.
Y así los días se hacen tan cortos y tan fríos que nadie podría creer que mientras tanto aquí pasamos olas de calor, este mundo nuestro. Los pingüinos emperadores de las distintas 80 colonias censadas vía satélites en el 2012 van realizando una peregrinación parecida, en busca de alimento, en busca de alimentar a su cría, en busca de alimentar la especie. Para cuando vuelvan las hembras, varios miles de aves iguales y desesperadas son difíciles de distinguir a simple vista, hace falta algo más que un buen ojo selectivo. En la ecuación, se encargó la evolución de meter grandes diferencias de frecuencia en los sonidos, y un oído muy sensible para distinguirlo. Con suerte en algunas horas las primeras ovejas estarán con sus parejas. Otras, tardarán días, otras nunca se encontrarán, tal vez la Leopardo tuvo suerte, que también tiene que sobrevivir y alimentar a sus crías y seguir haciéndose un hueco en esto de perpetuar la especie. A nuestros amigos los emperadores, al fin y al cabo, en líneas generales, no parece irles tan mal, el censo vía satélite sorprendió a los más optimistas cuando pareció indicar que su población superaba el medio millón de individuos. Aún así,la evolución de esta especie totémica por su capacidad de enamorarnos y concienciar por su belleza, sigue siendo una incógnita en tanto en cuanto no se sabe con certeza de qué modo las consecuencias del cambio climático le harán pasar factura. Y en eso andan los científicos, algunos de esas bases, estudiando, midiendo, pesando, conjeturando, teorizando,haciendo ciencias, para darnos lo mejor de nuestra especie.
Y así, el frío sigue llegando a una Antártida tan inexplorable como atractiva. Tan fría como enigmática. Tan bella como sus Emperadores. Y nosotros, los tristes mortales, solo nos atrevemos a soñarla, leer de aquí y de allá, embebernos en imágenes, poner algo de música y escribir estas líneas.