miércoles, 21 de agosto de 2019

Arde el planeta



Arde la Taiga en el mundo, más de 4´5 millones  de hectáreas(ha) avanzan sin control desde la Rusia Siberiana (Krasnoyarsk) hacia el noreste dirección Alaska. Alaska y su taiga también llevan lo suyo y ya este verano los incendios ahí superaron la extensión de los de California el año pasado. Pero, si esto no fuese suficiente, el Amazonas comienza a arder de forma descontrolada también.  Las imágenes por satélite detectan unos 73000 incendios activos en lo que va de año, lo que supone un 80% más respecto al año pasado. A Bolsonaro, le acusan de no estar haciendo nada al respecto.
Y ahora pongamos todos estos datos en cierto contexto. La Taiga es un bioma característico de las regiones circumpolares, limitada por la tundra al norte y la estepa al sur. Se extiende a lo largo de todo el planeta, Rusia, Alaska y Canadá, dominan en ella los bosques de coníferas, majestuosos viejos árboles rudos capaces de soportar las duras condiciones de los inviernos allí. Los bosques de gimnospermas que rodean el planeta en las altas latitudes del hemisferio norte(no se encuentran en el sur por no existir tierra suficiente para ello) suponen la mayor masa boscosa de nuestro planeta, por encima incluso del Amazonas, el otro gran pulmón. Pulmones. ¿Por qué? Esto es fácil y todos lo sabéis, pero lo explico igual. Árboles, reino vegetal, nutrición autótrofa, capturan CO2, parece que el exceso de CO2 es precisamente el problema que tenemos en este planeta cuando nos hablan de Cambio Climático, aunque bueno, siempre habrá negacionistas que lo sigan poniendo en duda para la crispación de nuestros nervios. Así pues, si las mayores masas de bosques del planeta disminuyen ostensiblemente la capacidad de captar dióxido de carbono, de forma paralela disminuirá también ésta. Pero no solo eso, en los incendios masivos, descontrolados y prolongados en el tiempo, se produce a su vez la emisión de CO2 a la atmósfera que es exactamente lo que ocurre cuando se produce la combustión de la materia orgánica. Entramos pues en un círculo vicioso que se retroalimenta. Pero los datos que nos van llegando comienzan a ser verdaderamente extremos y preocupantes. A modo de ejemplo esclarecedor, el escándalo que están suponiendo los incendios en Canarias alcanzan alrededor de unas 6000 ha. Mientras que la zona quemada en la taiga rusa han supuesto hasta la fecha un total de 4,5 millones de ha. Es decir, 750 veces superior. Considerando que la densidad de la biomasa en la taiga es muchísimo mayor es lógico pensar lo que puede suponer en términos de emisiones de CO2 a la atmósfera estos incendios que ya calculan que podrían seguir activos hasta febrero. Sí, he dicho bien, hasta febrero.
Mientras tanto, en la otra parte del mundo, el otro gran pulmón del planeta arde con la misma fuerza incontrolable. Un 80% más respecto al anterior. Mucho más que en cualquiera de los años registrados anteriormente, dejando a una lado algo tan absolutamente desolador como imaginar la cantidad de especies que el fuego arrasa a su paso en un lugar como la selva más grande del mundo, el caso omiso que parece que el presidente de Brasil hace ante esta catástrofe, los negacionistas parecen frotarse las manos mientras todo se destruye, mientras todo se acelera.
Cumplía cien años hace unos días el padre de la teoría de Gaia al que le dedicaba una entrada para la ocasión. Lovelock, en su teoría de Gaia plantea cómo la Tierra se comporta como un superorganismo  vivo que, como tal, tiene mecanismos de defensa, igual que los tienes tú para afrontar los ataques de determinados microorganismos combatiéndolos mediante mecanismos como la fiebre. Del mismo modo presenta nuestro planeta el efecto albedo producido por las grandes zonas blancas(polos) reflejando en la mayor medida posible la radiación recibida y, por tanto, enfriando; o mediante los océanos grandes sumideros de CO2, al igual que los grandes masas vegetales, representadas en primer lugar por la taiga y las selvas. Hoy, como ya vaticinó el centenario científico, los grandes mecanismos reguladores parecen estar en grave peligro, por lo cual todos los efectos, en gran parte camuflados, por el incremento del efecto invernadero se acelerarán. El famoso punto de no retorno. Lovelock y otros muchos científicos incluso pusieron fecha. Se habló del 2050, después del 40, últimamente del 35. Parece que pudiera ser que aún esté más cerca y, entre tanto, tú, con suerte, abrumado por la apocalipsis que pinto te agobies, normal. Después, dejarás de leer y a seguir sin hacer nada, igual que yo, ni más ni menos.
Puede que, ante este panorama, lo único verdaderamente sensato sea asumir y en parte, por qué no, desear la extinción de esta especie cancerosa que tan torpemente se consideró ser racional.

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