Sopla un aliento de eso que llamamos vida, en forma de nueva oportunidad, de final de película épica, que venga a forjar un principio. Todos los esfuerzos de tanta gente por hacer tomar conciencia a una gran mayoría adormilada, para que despierten y empujemos entre todos a esa gran minoría que con intereses espurios sigue espoleando, machacando, maltratando y aniquilando, uno a uno, cada ecosistema de un planeta que se desangra y agoniza un último SOS. Puede que pequemos de exagerados por querer darle esa perspectiva de ahora o nunca. No pecaremos de ilusos, sabiendo que, si la reacción comienza, las cosas no están solucionadas. Nada de eso. Tan solo que, si no comenzamos, está la certeza de que no habrá final feliz. Si tenemos alguna oportunidad, pasa por reaccionar ya.
Algo parecido a esto advierten científicos de todo el mundo. Algo parecido a esto parecen tener en cuenta algunos gigantes que apuestan por reverdecer al planeta. Me resulta esperanzador lo que Netflix ha hecho. Netflix, que es una plataforma de gran peso a nivel mundial y que se ha colado en las casas de un porcentaje importante de ciudadanos en todo el mundo, apuesta por un documental tipo BBC. Es decir, de altísima calidad audiovisual, emulando lo que la cadena pública británica lleva haciendo desde hace décadas y, muy especialmente, los últimos años. Algunos documentales de la BBC como The Hunt, Planet Earth, Blue Planet o África, son de una belleza extraordinaria, haciendo que tengan casi más que ver con un formato de película que de documental de la naturaleza al uso . Esto en un principio no los hace en sí mismo mejores o peores, pero lo cierto es que sí son mucho más interesantes a la hora de transmitir la belleza y por tanto crear vínculos con los entornos naturales de nuestro planeta y las especies que los habitan. Estas series documentales normalmente cuestan varias decenas de millones de euros y algún lustro que otro en filmarse. Llevando a cabo despliegues sin precedentes, que movilizan múltiples equipos a lo largo y ancho de todo el mundo para conseguir mediante técnicas y tecnología innovadora, imágenes de una nitidez, intimidad o espectacularidad nunca vista anteriormente. Esto, a su vez, se suele acompañar con una música épica que consigue a cada escena momentos cumbres que hacen que las emociones afloren por doquier. Esto, pudiera parecer algo nimio, recurso televisivo fácil o poco serio para lo que estamos hablando, pero lo cierto, es que a la hora de crear vínculos que hagan tomar conciencia, se me antojan gestos fundamentales. Sin embargo, algunos de estos documentales de la BBC han llegado incluso a ser criticados por algún que otro naturalista que los acusa de olvidar con demasiada facilidad la situación de Sexta Extinción en la que andamos envueltos, y parecer dar, por el contrario, una imagen demasiada "bonita"...
Y en estas, aparece la apuesta de Netflix. Para ello cuenta con el creador de Planeta Tierra y Blue Planet, Alastair Fothergill, con ese sello propio e inconfundible al que se le suma como maestro de orquesta, como no puede ser de otra manera, la voz de Sir David Attenborough. Sir David Attenborough que a sus 92 añazos sigue con una actividad frenética, convirtiéndose en el mayor de los símbolos para esta nueva concienciación ambiental que parece hacerse tendencia, o será que algunos queremos verlo así. Hace mucho tiempo que me alejé de ídolos a los que rendir culto, pero no de tener a grandes referentes a los que admirar, y sin duda alguna, Attenborough es uno de ellos. Su pasión, su conocimiento, su dilatadísima trayectoria, lo convierten quizás en una de las personas más activas y en el mayor de los referentes por la protección de nuestro planeta. Netflix, además, con este documental va de la mano de WWF, y a las escenas hermosas características de cada ecosistema, de cada hábitat, de cada pequeño rincón del planeta, de cada estrategia adaptativa del pez más insólito, o la belleza más esplendorosa del ave más colorida, se le suman, en esta ocasión, claras advertencias de la situación real, del retroceso de nuestros ecosistemas, de las consecuencias claras, directas y observables del cambio climático. De la pérdida de la biodiversidad acuciante que hacen tambalear nuestros cimientos y echar la vista hacia otro lado por pura vergüenza. Pero también dan claras pistas de las complejas interrelaciones entre distintos ecosistemas o partes de estos.
Desaparecen bosques a pasos agigantados, como en Madagascar con una tasa del 80%; quemamos selvas en Indonesia para plantar Palma de la cual extraemos el aceite milagroso de bajo coste, que no es saludable pero que nos entra bien en casi todo. Desplazan los osos polares sus hábitats, pescan en ríos bajos como si fuesen Grizzleis, buscan en la basura en poblados remotos de Rusia, o se alimentan de la carroña de morsas despeñadas que a su vez, encuentran menos sitios donde descansar y ante las masificaciones comienzan a actuar caóticamente. La caza furtiva sigue agravando el estado de consevación de especies tan majestuosas como el gorila, que se encuentra en Estado Crítico, muy al borde de la extinción. Se redujeron en un 90% las praderas donde los antiguos bisontes americanos que dominaban por millones subsisten llegando a escasas varias decenas de miles. EN todos los rincones del planeta la disponibilidad de agua dulce se hace cada vez más impredecible. Sin embargo,nuestros ecosistemas presentan una gran resiliencia, y está demostrado que cuando cesa nuestra actividad negativa en ellos comienzan a recuperarse de forma muy efectiva, como en Chernobil, donde la vida se abre paso para demostrarnos que la radiación no hace más estragos que la mano del hombre.
Resumiendo, con un documental como este nos encontramos con: belleza épica en estado puro, que interpela a nuestra alma y nos hace mirar. También con altas dosis de comprensión ecológica y claros gritos de advertencias, manteniendo a su vez un hilo de esperanza, para que sepamos que la ventana de oportunidad, aun siendo muy pequeña, aún existe. Y, finalmente, con una plataforma, que apuesta claramente por ella y que tiene una capacidad de alcance nunca vista anteriormente. Es por estas tres razones, que Our Planet, pudiese suponer una pequeña piedra más para ese puente que algunos locos se empeñan en construir colectivamente para no resignarnos con lo que anuncian que viene.
Cuando uno comienza a comprender someramente la belleza que nos rodea en este planeta y cómo funciona la misma, y cuál es el grado de amenaza al que se enfrenta, resulta muy difícil, por no decir imposible, seguir mirando a otro lado, sin que algo no nos chirríe. Ver una serie documental no es nada revolucionario, y que exista, tampoco, pero es un peldaño esencial. No podemos infravolar la importancia real de la toma de conciencia, pues sin ella, nada vendrá. Ese, al menos, debe de ser el objetivo número 1, como punto de partida. Empecemos
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