domingo, 27 de septiembre de 2015

Aye-aye



Con su largo, delgado y anguloso tercer dedo, en la oscuridad de la noche, encaramado sobre las alturas de algún árbol va dando pequeños golpecitos en la madera y poniendo la oreja. Cual director de orquesta discrimina cada sonido que haya de darle la información precisa. En el eco del sonido interpreta nuestro amigo dónde se encuentra el botín…y lo apresa. 

No se trata de un pájaro carpintero, pues nuestro amigo es más primo que amigo, aunque eso sí, pequeño, de ojos saltones, pelos desordenados, orejas grandes, pelaje negro y morro blanquecino…el Aye-aye es uno de los seres más extraños que se pueden encontrar. Primate endémico de la isla de Madagascar trata de ganarle la partida a la presión evolutiva, acrecentada, como casi siempre, por la infinita expansión del ser humano.

Pareció vivir sus días más infelices por la década de los sesenta del siglo pasado y ahora, habiendo tomado algo de conciencia nuestra especie, parece que el Aye-aye se va recuperando poco a poco. Reconforta saber cuántas veces que nos lo proponemos conseguimos deshacer los entuertos que previamente cometemos…un motivo para la esperanza quizás.

Nuestro amigo, el feo primate, debe soportar por sus extrañas costumbres las supersticiones de los lugareños, los malgalache, que aseguran que si éste te señala con el dedo, la muerte viene de camino….al menos esta superstición tiende a alejarnos más de ellos, cosa siempre beneficiosa para ambos

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