Podría darse el caso de que tú,
tal vez tú, al igual que tantos otros millones de seres humanos vivientes
prefieras mirar hacia otro lado. No ya de las injusticias que rigen el mundo.
No ya del hambre. No ya de la pobreza y la miseria, sino de tu propia existencia.
A decir más: de la fugacidad de tu propia existencia. Duele reconocerlo, duele
intuirlo, duele olerlo. Duele pensarlo. Por eso mejor apagar las máquinas y
seguir de largo. Rumbo de crucero, ojos tapados como caballos y a seguir
viviendo, o malviviendo. Y no culpo a nadie por elegir esa opción. No se puede
culpar a nadie por elegir huir del dolor. Del dolor caústico y sin cura que da
enfrentarse con el fin de nuestra propia existencia. Y no hay cura. No hay cura
porque nada se puede hacer para remediarlo. Si acaso hay drogas. Drogas que
nublen la mente, que la engañen y le hagan creer otras cosas que no son ciertas
o que, en cualquier caso, resultan poco verosímiles, por eso, mejor no pensar.
¿Y qué propones? Podría sugerir alguien llegados a este punto. ¿Acaso hay algo
que proponer? Allá cada cual con su existencia. Yo, hace ya demasiados años que
se me hizo irremediable tener que convivir con dicha evidencia y lo mejor que
he podido llegar a alcanzar es tratar, de algún modo, asimilarlo. Pero no es
tarea fácil. Pero sí imprescindible. Imprescindible porque colocar toda la
realidad en su correcta perspectiva nos invita a no sobrepasarnos con las dosis
de autoengaños. Sí, lo entiendo, lo comprendo y hasta en cierto modo lo
comparto, nuestra debilidad y el arrastre tsunámico de esta sociedad ficticia
nos lleva a necesitar, continuamente, estas dosis de irrealidad pero, no dejar
de ver la crudeza absoluta que nos brinda la sombra de la dama de la guadaña,
bien gestionado, bien llevado, nos lleva, aunque sea por un instante, a ponerlo
todo en cuarentena, a dotarlo de la realidad más surrealista para que no
perdamos el norte, que es el sur, en este mundo al revés y podamos seguir
sorbiendo a traguitos pequeños este regalo que es la vida de la copa de la
lucidez.
Podría darse el caso
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