A menudo olvidamos en qué punto estamos. De alguna manera
los que se libran prefieren mirar hacia otro lado: “ Virgencita, virgencita que
me quede como estoy”, al tiempo que ignoran su propia realidad -moral del esclavo-.
Considéranse, muchos de ellos, garantes del esfuerzo y dedicación de alta
calidad, con la que adquirieron sus dotes competitivas y de alta productividad
que garantizan, cómo no, el éxito empresarial. A veces no aciertan a entender
por qué tan pocos beneficios alcanzan que se traduzcan en una mayor calidad de vida. A
veces no aciertan a entender por qué siguen saltando de trabajo precario en
trabajo precario, a pesar de que sus jefes, comprensivos y campechanos ellos,
muestran su cariño con suaves golpecitos en la espalda. Ya casi cumplen estos
adalides de la formación y la competitividad 30 años y apenas les alcanza para
ser independientes. En el fondo, aunque les cuesta admitirlo, creen que son un
poco culpables de su situación. Tal vez su formación y competitividad aún tiene
mucho que aprender. Porque, si algo está claro, es que ese mantra NUNCA puede
fallar: formación más competitividad es igual a éxito asegurado… Si no tienes
suerte, tú te lo has buscado.
Pobres españoles. Desgraciados incompetentes donde los haya.
Solo nuestros jóvenes suman el 25% del paro de la zona euro. Por fortuna,
siempre conseguimos arreglárnosla para estar a la cabeza de algo. Tenemos lo
que nos merecemos, supongo. O suponen estas personas, en las que el mantra es
el dogma que mueve los hilos del mercado. Ese dogma de fe tan parecido, por
otro lado, a las otras fórmulas repetidas y es que, si algo aprendieron hace ya
tiempo estos señores encargados de crear la cultura dominante, repetir mentiras
hasta la saciedad las acaban convirtiendo en verdad. Otras fórmulas repetidas,
decía, como las de la austeridad, o el dedo acusador que nos auto infligimos al
señalarnos como únicos responsables de nuestra suerte por, ya nos valió, haber
vivido por encima de nuestras posibilidades. Pero qué desgraciados y miserables
que somos.
Así que, siendo responsables de su suerte, solo nos cabe mirar
hacia otro lado, no vaya a ser que por mirar de reojo me contagien su mala
suerte y vaya de cabeza, yo también, al paro. Desde luego, no cabe duda, la
culpa de todo la tiene Podemos. ¿Renta básica? Si las personas no quieren
trabajar con ayudas de 400 euros. ¿¿Si le damos una renta básica?? Qué
desastre!!! ¿¿Auditoría de la deuda?? Pero qué se habrán creído: “Un Lannister
siempre paga sus deudas”; y es que, por lo que se ve, debemos de tener mucho de
Lannister. Es esa moral del esclavo la que hace que nuestro reflejo en el
espejo se torne aristocrático en lugar de atender la podredumbre que emana de
nuestra ética. A veces, estos Lannisters, por ejemplo olvidan que un Lannister
de verdad pone en depósito de, digamos, un millón de euros con beneficios al 4%
y adquiere 40000 euros de ganancia al cabo de un año; al tiempo que él, que no
tiene el millón de euros, pide un préstamo, tal vez hipotecario, para lo que
tendrá que pagar unos intereses que, de algún modo, son los que sirven para
pagar al rico su ganancia…Moral del esclavo, vuelve otra vez. Pasan los días y
el individualismo lejos de extinguirse, en una parte de la población sigue
creciendo. Sigue creciendo el individualismo en tanto en cuanto en este país
crece la desigualdad. La desigualdad es la fuente, el origen de todos los males que pueda acusar una
sociedad. Existen estudios que demuestran de qué manera en los países donde la
desigualdad es mayor los índices de asesinatos, abuso de drogas, enfermedades
mentales, encarcelamiento, diabetes, etc., son mayores, mientras que, al
contrario; en los países donde existe una mayor igualdad, estos son menores.
España, por desgracia, desde que entró en esto que llaman crisis, ve cómo se
aceleran las desigualdades haciendo que la brecha entre los distintos estratos
sociales se incremente. Esto, lejos de hacernos llamar la atención y sumar
esfuerzos para evitarlo, hace que se retroalimente más, entrando en un círculo
vicioso del que sabemos cuándo entramos pero, difícilmente sabremos cómo salir.
¿Nota de esperanza? Sin duda, la pedagogía que cientos de
miles de personas en este país ejercen al indignarse y servir de amplificador a
todo tipo de problemas de diversa índole frente a las injusticias derivadas de
nuestro “modelo de desarrollo”. Del
resultado de la lucha entre ambas fuerzas dependerá el porvenir de las futuras
generaciones.
¿Qué camino tomas?
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