Escuchar a Corea del Norte amenazar con
sus misiles nucleares a EEUU o Corea del Sur no es que suponga en sí
mismo una novedad. ¿Cómo creer a quienes tienen tanto de increíble?
Ni un ápice de credulidad o ingenuidad parece mantenerse en aquellos
que ven en Corea del Norte una mala puesta en práctica del 1984 de
Orwell. Muere el padre, llega el hijo, nada cambia. Desfiles
militares mastodónticos por enormes carreteras donde ni un solo
coche pasa. Conglomeraciones, himnos, estado patriótico efervescente
al enésimo nivel. Un enemigo común , Goldstein. Y pobreza, pobreza,
miseria y mucha ausencia de todo y en especial, de libertad.
Frotándose las manos los enemigos del comunismo que ven en la Corea
septentrional el último ejemplo de lo impracticablemente posible que
es la idea de Marx, lo tirarán a la cara, obviando que poco tiene
eso que ver con nada, más que con una novela distópica que aterra
demasiado para pensar que pudiera ser real.
Nada parece cambiar en el país de Kim
Jong Un tras la muerte de Kim Jong Il, pero lo cierto es que una
amenaza más de entre todas por más que se antoje irrisoria ante la
engreída mente occidental, no deja de estremecer pensar que pudiera
parecerse demasiado al cuento de Pedro y el Lobo...solo que en esta
ocasión no son ni Lobos, ni ovejas, ni Pedros...son misiles
nucleares por pocas neuronas puestos en juego... El único halo de
esperanza tranquilizadora reside en la distancia que nos
separa...Habiendo un océano Pacífico de por medio no buscarán
encontrarse justo por el otro lado, no?
Una vez más, amenaza nuclear, y en
este mundo de mierda los locos siguen goleando
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