A veces para escribir uno mira, observa, deduce, piensa, tratando de buscar, deseando encontrar una gran idea. Ese es el primer paso. Una idea interesante que aflore, que venga a mí. Cuando esto ocurra, le daré forma. Un poco de aquí, un poco de allá; y así conversando con el hombre que siempre va conmigo esbozo el escorzo del nuevo fruto creativo literario. O al menos, algo parecido a eso era cuando uno se tornaba prolífico y lo hacía bien, o al menos eso creía. Luego, lo que ocurre en los tan conocidos parones, tiene mil causas. En primer lugar, hacer descender de la escalera de prioridades el hecho de escribir. Siendo así, por una u otra razón, tu mente pierde enfoque en los necesitados prolegómenos de la escritura y el acto posterior nunca llega. No se consuma. Después, pasa el tiempo y a veces, como con tantas cosas, añoras y dices: “Debo de retomarlo. No estaría mal si...” Pero, no porque has perdido el hábito, la rutina, las habilidades, y ni siquiera encuentras una mísera o mediocre idea que hilar, que decorar, que embellecer y que parir. Entonces, lo que no existe ni siquiera se desvanece. Siendo así, vuelve a pasar el tiempo. A veces, de nuevo te obligas, y te obligas a sacar el bisturí para con la realidad cotidiana. Pero estás cansado. Necesitas un cambio de registro, no es que lo desdeñes, solo que no quieres forzar. Lo que haya de llegar tendrá que fluir.
Entonces, decides, un buen día, sin saber muy bien si es acertado, escribir por escribir. A ver que ocurre, a ver que pasa. Al fin y al cabo, ¿cuál es el motivo que conduce a rellenar espacios en blanco? ¿Reconocimiento? ¿No estancamiento?¿Aportar algo a la sociedad? ¿O, sencillamente, sentirme bien conmigo mismo por el hecho de hacerlo? Siendo así, que suene la música que fluyan los dedos. Si no les gustó, lo siento, tal vez pueda prometer algo mejor para la próxima. Por algo hay que empezar. Si tal vez, ni siquiera es eso, no me guarden rencor, no haberlo leído, pero no se quejen, tampoco es para tanto, ni los libros de caballería del Quijote merecieron morir en aquella pira.
Acabas de hacer un enorme retrato del consabido parón del escritor...
ResponderEliminarYo que sufrí de esos ciento y pico
que sé de lo que hablamos a esta hora
te pido: no lo dejes, te suplico:
regresa con las musas seductoras.
Y si la musa no te para bola
levántate y camina como sea,
a veces sonará la carambola
a veces bailarás con la más fea.
El hecho de escribir es lo que engrasa
el corazón de nuestros engranajes
ávidos del repique en un teclado.
Escribe y ya verás cómo se pasa,
y volverá a latir con su oleaje
la tinta que golpea en tu tejado.
Ese Mundini.
Cierto es que no merecían morir en la pira aquellos libros de caballería que enturbiaron la mente del más insigne personaje de las letras españolas. Seguro que rebuscando entre sus intrincadas historias, se podría sacar algo con lo que escribir un artículo, un poema, o hasta una novela de corte actual. Porque la naturaleza del ser humano no se muda ni es cambiante. Se mantiene presa de sus miserias y sus virtudes. No te preocupes por las fuentes, ni por las musas: haberlas, háilas a millones. Se trata de la decisión de vivir tu momento o de escribir el momento de otros, que aunque sean imaginarios no son tu. Dale tiempo al tiempo, y llegará..... De momento, disfruta de tu momento. Mamá
ResponderEliminarEse Mundini y esa Mamá...y aquí ando yo, 6 meses después contestando un mensaje que debiera mostrar al menos un ápice de la gratitud que se merecen vuestras palabras...Hermoso soneto Stuart....Hermosos consejos ambos
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