lunes, 18 de julio de 2011

Anécdotas neoyorkinas



Con un par de huevos pensé al salir de la boca del path que desemboca en World Trade Center y ver a un grupo reducido de personas en el alma de esa herida,suponemos, aún abierta, portando carteles y esgrimiendo palabras con tono desafiante, alto y claro para que se oyese, preguntándose quiénes eran los verdaderos autores de aquel atentado...uno de ellos se vino hacia mí y me dio un papel, antes de que yo supusiese de qué iban sus reivindicaciones. De hecho pensé en reivindicaciones completamente opuestas, pues resulta más común ver a personas hablando del fin del mundo, la salvación y locuras de esas...pero no, aquel pequeño grupo argumentaba con líneas sólidas, y muchas de ellas conocidas por mí, las dudas sobre la autoría de dicho atentado...con un par...sí señor...con un par...lo que realmente más me sorprendió es que no apareciesen unos fanáticos intolerantes tan comunes por este país de estados poniendo el grito en el cielo, venas en cuello y puños en boca...pero en el tiempo que estuve no pasó nada parecido...tópicos rotos si queremos extrapolar la intolerancia de los estadounidenses a los neoyorquinos.

Algunos días antes vagabundeaba reduciendo números en las calles por la segunda avenida y sufriendo los golpes de la pesada funda de guitarra que decidí comprarme para venir aquí, cuando de repente me tuve que detener ante la fachada de lo que parecía el mayor antro que mis ojos jamás hubiesen visto...y eso que he pasado noches de juerga en la vértigo de Granada...pero aquella fachada decía mucho de lo que podía ser ese garito. Así que, como el turista guiri que soy, puse mi cámara en ristre y plasmé un par de fotografías...luego, en un alarde de atrevimiento decidí abrir la puerta para ver lo que podía ser aquello por dentro...y allí estaban 3 o 4 parroquianos postrados cual fósiles vivientes en aquella pegajosa barra...Enseguida uno comenzó a hablarme y me preguntó de dónde era. Cuando le dije que era español enseguida comenzó a chapurrear este idioma, y a contarme que su madre era mexicana y cosas personales que no encontraron un final hasta que decidí irme de allí. Pero antes me propuso tomarme un Jack Daniels...ante tal invitación me quedé estupefacto y lo que me salía en aquel miércoles a las 16 de la tarde era una rápida negativa. Pero antes de abrir la boca tuve la decencia de darme cuenta de dónde estaba, e inteligentemente acepté ese trago( el cual por supuesto pagué yo). Así que después de algunas canciones de gramola, un cigarro en la puerta(porque la leí antitabaco hoy es internacional) y algunas historias personales absolutamente desquiciadas de la vida de nuestro amigo, me fui de aquel bar con la sensación de haber tenido una buena anécdota que contar y sobre todo una historia que recordar.

Por cierto aquel vicioso pseudomexicano me hizo saber que aquel célebre bar después de más de 30 años abiertos iba a cerrar en unas pocas semanas por cuestiones de especulaciones inmobiliarias o algo parecido...Mars Bar... en East Village, para aquél que le pueda interesar...

1 comentario:

  1. mu bonito picha, ya te queda menos pa ser j.d salinger. un abrazo, gominolo.

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