Ayer,
cinco años y un perdón por la tristeza después, prometí escribir en
retrospectiva y lejos de la cursilería, la añoranza y el
derrotismo. Pero ayer estuve demasiado liado en otros quehaceres
diarios y ya han pasado 5 años y un día que, aunque puedan sonar a
condena, tienen aún muchas cosas con las que alegrarnos, pero tal
vez más, qué duda cabe, con las que acudir al pesimismo, ese en el
que me prometí no ahondar. Sí tuve tiempo ayer de leer algún
artículo sobre lo mismo, uno de ellos del que siempre he considerado
la persona más honesta, coherente y con la cabeza amueblada en
Podemos, que no es otro que Diego Pacheco. También me dio por leer
algunas de esas entradas que un más joven yo escribía cinco años
atrás analizando entre la esperanza y la ilusión desbordante los
mensajes que calaban de aquel proyecto que arrancaba. Y sí, eran los
mismos que recuerdo nítidamente hoy: participación, nuevas formas,
transparencia, pedagogía… El espíritu del 15M al que ya hacíamos
referencia, la canalización de aquello instrumentada desde la
Complutense (y más allá),para movilizarnos a todos, no ahora a las
calles, sino a aulas de debate y construcción asambleas mediante. Y
la palabra Círculo nos hechizó a todos, y los grupos de Whatsapp
primero y Telegram después consumían nuestros ratos libres. Los
discursos rompedores y valientes entonados con fuerza desde La Sexta
Noche (y más allá) por parte de Pablo nos daban alas a aquella
legión de simpatizantes activistas que nos veíamos, gustosamente
obligados, a dar un paso al frente. Y la magia de aquellos meses nos
hizo fuertes. Muy fuertes, y nos lo creímos. Juntos construíamos y
sobre la mesa en el constructo social ganábamos partidas de nuevos
viejos términos: casta, renta básica, puertas giratorias...se
ponían sobre la mesa y un leve germen parecido a la conciencia de
clase nacía. Tras el 25M parecíamos imparables, hasta miedo daba
semejante supuesto ascenso, y pateamos el tablero.
Reyes
abdicaron, líderes se fueron, otros nuevos más guapos y jóvenes
llegaron...y nada parecía frenarnos. Pero tenían grandes ases
guardados bajo la manga y la hemeroteca, el miedo a Venezuela fueron la primera mella. Salieron con el Podemos de derechas y a espaldas de los ciudadanos
emergió Ciudadanos para subirse al carro del reparto en más cachos
del pastel político. Era obvio que ellos responderían, y fue genial
ser artífices de estos cambios. Parece incuestionable, a pesar de
los pesares, que en la estela que dejaba la irrupción, a
regañadientes, la vieja escuela casposa estaba obligada a parecer
menos casta y ser con ello, entre otras cosas, más transparente.
Consuela pensar que muy probablemente ya no se roba como hace diez
años.
Pero, a pesar de la máquina del fango, las miles de mentiras vertidas, las exageraciones amplificadas y el continuo “difama que algo queda”, fuimos torpes. Muy torpes. Tremendamente torpes. Desde el minuto 1 el egoísmo fue moneda común, y al buen rollo de las primeras asambleas, se iban enconando ciertas posiciones ideológicas o estratégicas. Desde arriba no supieron ser, no ya bastante generosos, sino siquiera un poco, y para mí, este ha sido el gran cáncer, por encima de cualquier otro, que nos ha ido consumiendo poco a poco. ¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión? Rezaban unas pegatinas para las europeas y cuyo mensaje hasta me emocionaba por sentirlo tan veraz. La ilusión era nuestro motor, se olía, se veía, se palpaba, pero ni desde arriba supieron cuidar mínimamente el tremendo potencial de los círculos, ni desde los círculos, a nivel interno, supimos tener la altura de miras al que el momento histórico obligaba. Nadie dijo que fuera fácil. Y en esas, poco a poco todo se iba vaciando, la gente y también la ilusión. Quedaba el resquemor de sentir que los que llegaban eran menos y con menos ilusión y fuerza que los que se iban. Aún así, seguía siendo motor de cambio, o algo parecido a ello y, puntualmente, reaparecía la ilusión y con ella la creencia de que todo podía volver a pasar...pero entonces, llegaba un nuevo mazazo, en forma de pelea interna, de cabeza cortada, de cuchillo por la espalda, de declaración gratuita, de vaivenes ideológicos, de incoherencia, de torpeza….y mucho egoísmo. En lo más alto de su castillo de naipes la cúpula se reducía para encontrarse cada vez más sola. Y sin ese motor, todo el engranaje iba fallando y cada nueva vuelta de tuerca las desilusiones iban superando con creces a las ilusiones.
Y en
este contexto de desencanto, nuevos nichos políticos fueron ocupados
por parte de un discurso que iba aumentando su dosis de odio para
todo ignorante dispuesto a escuchar. Y no supimos verlo. Y no supimos
frenarlo. Pablo se compró la casa y de entre todas las torpezas
esta, para el grueso de la sociedad, ha parecido ser la única
imperdonable. Irrumpe VOX, se desinfla Podemos, pasan 5 años y justo
ese día, como si fuese una broma macabra, los dos protagonistas
protagonizan la última vergüenza insalvable. Uno por desleal, el
otro por egoísta. Y entre todos la mataron…
...ahora que tanta falta nos
hace
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