sábado, 15 de julio de 2023

Frente al espejo

 Frente al espejo. Esta vez, no estoy solo, pero como si lo estuviera.  Alguien parco en palabras tal vez por no controlar mi idioma,  tal vez porque sí,  se entretiene con este lienzo de piel y pelos que es mi cabeza mientras cual mantra en un incesante cántico suenan  oraciones ininteligibles del Corán.  Soy de Algeciras, y al igual que en muchos otros ámbitos la cultura  árabe  se adueña de ciertos oficios. Lejos del dramatismo pues, al fin y al cabo, en este caso, son maestros y los varones algecireños comentan su contento con el buenhacer en sus pelados. En mi caso, pelo hay poco y me sorprende más  su modo de trabajar la barba. El precio, por si fuese poco, es tremendamente  competente. En mi caso, una vez más,  me cuesta entender cómo  hacer la barba lleva menos de la mitad del dinero, cuando lleva  el doble de tiempo. El caso, es que este dejado de la vida, más aún en verano, ve adecentar su aspecto en este ritual cotidiano que se viene  sucediendo  desde bastante antes de tener uso de razón  cuando ya, a mi peluquero  de referencia,  Cristobal, yo y mi incapacidad de estar quieto lo traían por la calle de la amargura. Él,  con su sorna gaditana, manifestaba su hartazgo pero me quería,  nos quería  y eso se notaba. Tanto se notaba que cada vez que tuve que ir a donde no fuese él  siempre me sentí  a la deriva. Tal vez aún  hoy. El caso es que el señor que muestra su rostro en el reflejo parece cansado  y mucho más viejo. Ni siquiera pareciera saber disimular las arrugas. Surcos grises oblicuos que caen desde los ojos a la comisura de los labios en una triste expresión  que no es tristeza. Ni rastro de aquel niño nervioso. En cambio este ni se inmuta mientras su mente va viajando por lugares parecidos a los que en dos días después se van convirtiendo estas palabras.

El Corán hace su efecto y la soledad y la hora temprana  de la mañana lo llevan a uno a dejarse llevar por cierto sopor que es más calma que otra cosa. Una pena que aflore menos pelo en esta cabeza por más que se asuma. Mejor no pensar en el que me falta por la parte que no se ve. Alguna broma sobre el pelado que lo venga a disimular y el viaje pendiente a Turquía,  viejos clichés  que uno saca esporádicamente cada vez que viaja a la peluquería. 

De repente observo que en el delantal negro se observan muchas menos bolitas de caspa,  será cosa del verano. Cómo  pasa el tiempo. Era un señor mayor quien me pelaba y ahora lo soy yo para el que me pela. Pasa rápido  la vida. Sin embargo, el milagro cotidiano de la visita al peluquero va ejerciendo  su efecto y el espejo, de poco a poco, devuelve un rostro rejuvenecido.

Siempre me inquieta el momento cuchilla, envidio aún no afeitarme con cuchilla, pero da mucha pereza. Ellos son maestros, y es un arte.  Cuánto  esmero le pone, se lo hago saber, le digo que se nota que le gusta su trabajo, levemente me entiende, supongo. Tal vez mis palabras busquen ablandar su alma por si planea degollar mi yugular ante tal vulnerable  momento, por una milésima  de segundo, o tal vez varias decenas de ellos,  mi tensión  sube pero una vez más  ha sido suficientemente  cortés  como para dejarme vivir. Para que luego digan que son todos unos terroristas.

Tras musitar varias palabras con el artista me hace saber que abrirá  nueva peluquería,  una más de marroquíes en tierras hispanas, que pensará  Don Santiago de todo esto. Prometo volver a su nuevo establecimiento siempre cuando, digo yo, me perdone la vida. Yo, para entonces, según el espejo, seré más viejo. Pero él, también. Cosas de la vida

sábado, 1 de julio de 2023

Il giro d`Sicilia

 


Llega julio, el calor. Suena en italiano algún cantante que me hace creer que al pillar dos palabras algo se me ha quedado de esa lengua hermana. Cultura e historia de un pueblo bañado por el Mediterráneo, tal como nosotros. Nuestros primos al este de este mar nos invitaron siempre a querer probar sus mieles. Reflexionaba hace apenas una semana cuando desde nuestro diminuto coche de alquiler verde pistacho íbamos completando nuestro Giro a la Sicilia y sonaba desde el Spotify temas tan clásicos Felicitá, Il mondo o Gloria, y uno acertó a pensar que en aquellos 70` de represión franquista una España ansiosa de libertad vio en la época del destape el mejor camino de llegar a ella. Y puede que ellos vieran un gran negocio en estas necesidades fruto de una represión sostenida por décadas. Y así, el recién fallecido capo Berlusconi lo vio claro también con Telecinco y su modelo “Mamachicho” alguna década después. De ese modo, uno empieza a entender algunas de las claves de por qué nos parecemos tanto los unos a los otros. 


En este mundo tan globalizado hace demasiados años que las pizzas son algo tremendamente cotidiano en nuestra dieta, aunque aún a los pasillos de nuestros supermercados les faltan muchos ejemplares de pastas diferentes para competir a su nivel. Por otro lado, por desgracia, no sé muy bien por qué no hemos acertado a importar algo tan importable como los "cannoli". Y en estas divagaciones voy completando Il giro a la Sicilia sin rastros de la mafia, tan solo simpáticas referencias al Padrino en la música de alguna plaza en Taormina o en los imanes  y las tazas hechas souvenires. Puede que sí algún rescoldo de esta quede en lo caótico de las calles de Catania o Palermo y la desigualdad y suciedad vergonzante en las mismas. Nada, por otro lado, que nos resulte ajeno a los vecinos españoles.



Pero Sicilia, se sabe la isla más grande del Mediterráneo y puede que la más  protagonista a lo largo de los últimos 3 milenios de nuestra historia. En Agrigento podemos quedarnos boquiabiertos con  el Valle de los Templos en el que, columna a columna, friso a friso, cornisa a cornisa, nos cuentan que no hay restauración y es difícil dar crédito de que hayan pasado 2500 años desde aquello. Desde luego que ya no se hacen las casas, ni las cosas, como antes. Grecia vive más en Italia que en ningún lado, dicen algunos.


Uno se maravilla de cómo nos parecemos y cómo nos diferenciamos y como nos encanta estar en una isla hay que aprovechar que las aguas por aquí anden varios grados centígrados por encima de las nuestras, así que el snorkel será parada obligada para descansar. Del este al oeste hay que atravesar el Etna, imponente volcán que no para de humear, presumiendo, quizás, de ser el activo más alto de Europa, nos tiene acostumbrado a sus continuas erupciones, tanto es así que a veces hasta se paralizan vuelos en Catania. El coche nos lleva al Refugio de Sapienza a 2000 metros y desde allí paseamos hasta coger algo más de altura y adentrarnos (desde arriba) por algunos de sus innumerables cráteres. Como siempre que uno visita paisajes volcánicos se siente un marciano y tiene que robar alguna roca para traérsela a casa. Como vamos con los niños, coronarlo quedará pendiente para otra ocasión, pero el aperitivo ha sido más que sabroso. Al bajarlo nos enteramos de que en sus faldas se cría una variedad de pistacho, el Pistacho de Bronte, llamado el oro verde de Sicilia(que nos gusta poner oro + color a las cosas). Eso explica que prácticamente no haya comida que no lo lleve. También explica que bautizáramos a nuestro pequeño Skoda verde, “Pistachito”. Así que con Pistachito atrevasamos la Isla de este a oeste y paramos en Cefalú para emborracharnos con la belleza costumbrista, pequeña, de película de pueblo colorido costero. Pocas horas allí, otro sitio que marcarnos con un “queda pendiente volver”, aunque sepamos que ya van demasiados, es un juego demasiado goloso como para renunciar a él.

El noroeste de la isla es exuberante verde y con altos relieves, imponentes, muchos cerca del mar. La reserva Natural de Zíngaro queda al oeste de Palermo y nos hacen pagar 5 euros a los adultos para acceder a sus calas protegidas. Playas de postal nos cuentan que en el túnel excavado que atrevesamos al comienzo de la ruta tuvo lugar una de las grandes protestas ambientalistas de este país. En 1980 ecologistas,  agricultores y todo tipo de ciudadanos de la zona se enfrentaron a las excavadoras que solo pudieron trazar esa pequeña apertura de túnel en su proyecto de carretera. Desde entonces hasta hoy, ese tramo de unos 20 kilómetros de costa sigue siendo uno de los muy poquísimos del Mediterráneo libres de carretera. Maravilloso logro del ser humano en estas guerras que siempre suele perder.

Al bajar al sur de la isla va desapareciendo el verde, los cultivos se adueñan del paisaje, pero están lejos de ser monocultivos que monopolicen todo, así que aún existe cierta belleza. La isla parece fértil: cítricos, vides, olivos, aunque abundan los olivos centenarios,  esos que hace ya demasiado perdimos nosotros. Así transcurre el viaje y de nuevo hacia al sureste, igual que en nuestra península, se acrecenta la desertización, y con ella, los cultivos bajo plástico. Tal vez la zona más fea de la isla. Pero pronto volvemos a subir, nos aproximamos a Siracusa, algún pareje natural digno de estudio, playas kilométricas, bellos acantilados invitando a saltar, montañas que forman cañones y después la ciudad de Arquímides como otra de las joyas de la corona de esta isla que no deja indiferente a nadie. La Magna Grecia vuelve a aflorar entre calles que nos hacen preguntarnos si estamos en una suerte de ciudad híbrida entre Cádiz y Málaga, las semejanzas, una vez más, el pescaito frito coge cierto protagonismo para poder convivir con la pasta que lo impregna todo en este país, hasta el hartazgo de muchos. 

Sensaciones, experiencias, anécdotas, vivencias, también estrés o cansancio en otros momentos pero que el tiempo, como bien nos ha enseñado la experiencia, se empeñará en relegar a un segundo plano para dejar como únicos protagonistas a los primeros. El arte, el veneno de viajar, de pasar por esta vida conociendo, si acaso, un pequeño porcentaje de este ínfimo rincón del universo.

lunes, 5 de junio de 2023

LLAMANDO A LAS UNIDADES!!!

 Le quito las telarañas al blog con espátula, martillo y cincel hablando de política y unidad de la izquierda al tiempo que el lector ya podrá estar pensando: pues para eso haber dejado los fósiles de telaraña. La primera idea, era tirar unas líneas en el face que es el espacio habitual para estas cosas, pero dado lo “complejo” de la situación me ha parecido más interesante darle espacio a la reflexión.

Con el paso cambiado ha pillado Sánchez con su convocatoria de elecciones generales a toda la sociedad. Al arco de los partidos y también a los deseosos de vacaciones lejos de casa o, simplemente a todos aquellos con ganas de quejarse del “sanchismo” en general. Pero esta táctica tan de Peter vuelve a mostrar, según mi criterio, su inteligencia. Posiblemente se olía lo que se venía encima el pasado 28 de mayo y tenía su as en la manga bien preparadito. ¿Qué consigue convocando tan pronto? En primer lugar que las derechas no sigan con su inercia de acumular poder, esta vez conquistado en las urnas, afianzándose en las instituciones (de los medios nunca se apearon) y aprovechar la fuerza de la ola. Para cuando se presumían que serían las elecciones en primer lugar poco partido hubiese quedado por jugar, dadas las tendencias. Por otro lado, desconozco si, como le presuponen los malpensados, busca en periodo estival, donde los más acaudalados (normalmente votantes del PP) sacan billetes de avión para islas caribeñas o surasiáticas, disminuyan su participación y esto beneficie a los suyos. O que los que  solo se van a la playa los domingos, pero religiosamente desde que el sol sale hasta su ocaso, tampoco acudan, siendo estos, puestos a extrapolar, mayoritariamente votantes de VOX. No lo sé, posiblemente, nada de esto estaba en los planes puesto que debiera sAber nuestro presi que los de las Seychelles votar votan. Y, para nuestra desgracia, bien saben que existe el voto por el correo. Finalmente, es más que probable que Pedro Sánchez supiera que con estos tiempos y esos resultados, condenaba a la izquierda de su izquierda, a la cual necesita sí o sí, a entenderse o al menos malentenderse pero cogerse de la mano pues, visto lo visto, la presión de su electorado y del tiempo suben los grados y los pascales a la olla y tal vez así la ansiada unidad se dé. O al menos sobre el papel. Y esta, y no otra, es la idea de reflexión en estas líneas.

La unidad de la izquierda, esa ansiada unidad que llegó a su cénit con el abrazo entre Alberto y Pablo. Qué bellos tiempos aquellos. De ahí todo fue para abajo. Los cuchillos, desde la llegada de Podemos, y mucho más atrás, no paraban de blandirse, eso sí, casi siempre a las espaldas, y los socios amorosos se convertían en archienemigos furibundos. Y así, el electorado de izquierdas al que se convocó a votar por fin con ilusión iba viendo cómo a sus alrededores la opción que se suponía era la suya dejaba de ser la válida para su amigo que él mismo reconocía que sabía algo más de política(porque, simplemente, le interesaba más) y así se empezaba a quedar algo despistado sin entender esa progresiva atomización y sin saber, por ende, dónde colocarse. Sería inabarcablemente extenso este post si enumero y detallo cada una de las disputas y roturas que han ido aconteciendo tan solo desde el 2015 hasta nuestros días. Pero somos así, al fin y al cabo, eso del pensamiento único es más para los de derechas, aunque ellos, claro está, digan exactamente lo contrario.

Pero, ¿por qué entonces ahora sí? Por suerte, tengo muy buenos amigos ocupando espacios dentro de alguna organización de izquierda y, por más fortuna aún, a más amigos fuera de ellas, y esto, como a casi cualquier hijo de vecino, me hace recibir, especialmente desde el domingo fatídico electoral, la angustia por los tiempos y la necesidad por fin de unirse. Este sentir se traduce en un buen aumento de vídeos, artículos y demás llamando a la unidad y que se han venido viralizando. Así se argumentan casos paradigmáticos como el de Huesca que, con hasta cuatro formaciones de izquierda, no ha conseguido representación ya que ninguna de ellas ha llegado al 5% aunque casi todas se han acercado…la aritmética hubiese dado casi 20%. Pero me dice un buen amigo, de estos que saben de política que las confluencias no suman. Es decir, por poner su ejemplo, si tú eres antipodemos pero super de Yolanda si ahora Yolanda va con Podemos tú ya no votas a Yolanda. Y a la inversa y en todas las direcciones. Cierto es que algo de eso existe, en tanto en cuanto los de izquierdas como decía el Quequé el otro día: “somos tan especiales y tan sensibles que necesitamos sentirnos absolutamente identificados con la ideología del partido que vamos a votar (…)”(todo ello en clave irónica, claro está). Pero hay que ser muy miope, entiendo, para no darse cuenta de que, aunque haya algunos de esos sensibles que no votarán si Fulano va con Bengano, en términos generales la unión suma. Además, suma, entre otras cosas, porque no resta.

Luego vienen los rencores. Los resentimientos. Los que no olvidan. “Es que acuérdate de la puñalada trapera de 1954. No les perdono” O los que no perdonan en clave de promesas electorales incumplidas: “Dijo que la OTAN no”. Cierto es, que no son cosas menores estas pero…¿qué hacemos pues? ¿Cuál es el objetivo? Según yo lo veo, y obvio parece, es que el bloque de la derecha presenta la suficiente fuerza e inercia como para barrer en julio. Sin embargo, su extremismo y la plurinacionalidad de este país hace que básicamente ellos solo sumen entre ellos. La izquierda puede sumar con Ezquerra, Bildu, BNG y otras pequeñas representaciones regionalistas de fuerza. Si, la maltrecha izquierda a la izquierda del PSOE fuese capaz de recomponer piezas aunque solo sea con carácter electoralista. Tapándose un poco la nariz si lo prefiere, solo con la idea de movilizar a su electorado y después, seguimos a lo nuestro. Creo que serán muchas las migajas de votos sueltas que podrían convertirse en porción de tarta y esto, aunque no lo parezca a muchos, es importante. Es importante si no te parece igual que gobierne PP/VOX a que lo haga PSOE/SUMAR/ Partidos Nacionalistas de Izquierda. Si no es así, vete a la playa directamente y mejor si te puedes ir a las Seychelles.

Mi opción política en los últimos años ha sido Adelante. Desde siempre Teresa Rodríguez me ha parecido una de las políticas con más fuerza, verdad, argumentos y honestidad que he visto. Por eso, no es casual que mucha de la gente a la que le atribuyo similares valores hayan acabado también orbitando en torno a este proyecto. Sin embargo, a pesar de que le compro en cierto modo la necesidad de defensa en Madrid de nuestra castigada región, a veces también cometen ciertos tics que me producen cierta dentera (yo también soy uno de esos votantes muy sensibles y especialitos, supongo), pero les he votado. Les he votado y cuando he podido he sumado al proyecto. Pero el contexto manda. Yo no me caso con nadie en política. Creo que hacerlo es un error. Posiblemente Adelante viendo los resultados de las municipales renuncie a presentarse siquiera a Sevilla y Cádiz, las dos circunscripciones donde podría aspirar a comerse algo. Pero creo que, tendrían que mojarse y apoyar el proyecto de sumar pues así, de algún modo, movilizan de un modo más efectivo a su electorado. Esto no quiere decir rendir pleitesía a Yolanda ni al proyecto. Esto no quiere decir el día después de las generales no seguir a lo nuestro y construir. Pero si algo nos ha enseñado nuestros devaneos con la política a lo largo de la última década: todo es correlación de fuerzas. Así pues, toca, como también se ha dicho otras cuantas veces, estar a la altura de las circunstancias. Estar a la altura de la historia. Igual, así, no todo está perdido.

Por si acaso, deberíamos reservarnos una buena paella en algún chiringuito para el 23 de julio (menos mal que no ha caído en 18)