Cuánto debate entorno a
la Asamblea Ciudadana de Podemos. Cuánta tensión, por qué no
decirlo, y, por desgracia, cierto miedo también puede verse.
Entiendo, comprendo, sopeso, aprendo. Todas las posturas parten de un
razonamiento previo, de unos conceptos previos. Como “profesional”
de la pedagogía he de decir que de algo de eso hablaba el
constructivismo de Piaget: crear aprendizaje significativo partiendo
de los conocimientos previos. Obviamente cada cual tiene sus razones
y cada cual sus argumentaciones. El error residirá en posicionarse
herméticamente y colocar etiquetas infantilizando la postura de tal
o de cual según lo enmarquemos en ideas preconcebidas. Error.
Hablamos de crear poder popular. Hablamos de que no se nos trate como
a menores edad y, en este proceso, tal vez más que en ningún otro
anterior, estamos dando pasos agigantados a la hora de formarnos y
politizarnos.
Unos dicen que lo más
importante es Ganar y todo tiene que supeditarse a ello. Otros
argumentan que ganar a cualquier coste puede traer costes
irreparables. Algunos creemos que lo uno y lo otro son verdades
supeditadas y a medias. Es evidente que el contexto es único: la
ventana de oportunidad. Creo que a poco que nos paremos a pensar
estamos todos básicamente de acuerdo en la importancia de no perder
este tren. La promotora tiene una legitimidad de facto ganada por el
éxito de su campaña y de contagiar la ilusión de norte a sur y
este a oeste de nuestro territorio. Cierto. Pablo Iglesias tiene la
legitimidad y el consenso casi generalizado de ser el mejor portavoz
con el que podríamos soñar. Cierto. Sin embargo, decir esto no
deslegitima a aquellos compañeros y compañeras que decidieron
arremangarse y cubrirse de fango hasta las rodillas, igual que los
primeros, para hacer llegar la voz a aquellos que no la tienen. Para
hacer llegar la ilusión a aquellos que no la tienen porque, si algo
es evidente, por más que unas declaraciones en la Sexta te hagan
palpitar el corazón, por más que un estado del facebook se comparta
miles de veces, nada es comparable a la cercanía de luchar codo con
codo y, por tanto, no se debe de tratar de elegir una medida o la
otra, sino de entender de que ambas son compatibles y deben de ser
sinérgicas entre sí.
No seré yo quién ose a
poner en duda los proyectos políticos que profesionales y altamente
capacitados de la materia llevan tejiendo en sus libretas desde hace
años. Mi más sincera admiración y respeto ante sus ideas. Es más,
confieso que me siento pequeñito ante ellos. Sin embargo, me
preocupa(nos preocupa) que reconducirlo todo hacia ese fin implicando
destruir la ilusión de las bases, de la gente que se empieza a
empoderar es innecesario a la par que preocupante. A muchos de los
que comenzamos esta aventura nos sorprende ver que pudieran existir
ciertas contradicciones entre las frases que significaban a Podemos
entonces respecto a la que pretenden hacer que lo signifiquen ahora.
“El cielo no se toma por consenso sino por asalto” no parece ser
demasiado compatible con “aunque ganemos las elecciones si la
campaña no sirve para que se organicen formas de contrapoder en la
calle(...) esto no servirá de nada”. A algunos, evidentemente,
este tipo de contrastes nos pone, aunque sea mínimamente, en alerta.
Y si digo tal cosa no se me debe de tachar de: trotskista,
divisionista, iluso, egoísta o cualquier epíteto que prefiráis. No
soy ingenuo y entiendo la dificultad e importancia de captar a la
mayor parte del electorado si queremos ganar. Pero entiendo, aunque
quizás me equivoque, que sin esas personas comprometidas que nos
sentimos de izquierda (por más que entendamos la importancia de
entender el discurso de “ni de izquierdas-ni de derechas”) este
proyecto peligra igualmente por más que sepa venderse al gran grueso
electoral. Y creo esto no por una razón pasional que me ciega el
entendimiento, sino por la práctica cotidiana que he podido
evidenciar en el pulso de los círculos. Sí, los círculos. Esas
extrañas estructuras que, se quiera o no se quiera, dotan de
singularidad, grandeza y emotividad a este proyecto. Cada círculo es
de su padre y de su madre, igual que las personas que lo forman. Cada
cual tiene sus luchas y sus diferentes grados de madurez política
pero, salvando contadas excepciones, la gran mayoría de ellos(al
menos lo que mi experiencia ha sabido transmitirme) son espacios de
empoderamiento ciudadano donde las personas se hermanan entre sí y
construyen juntas. No seré yo el que diga que la propuesta de
Iglesias venga a debilitar el espacio que los círculos ocupan, pero
sí me gustaría ver más guiños hacia estos. Dotarlos de más
herramientas a la vez que reconocer con mayor valentía el poder, el
potencial y la inteligencia que de estos, así como de mucho de sus
miembros, emerge día a día. No seré yo el que dude de la
importancia de desvincularnos de viejos tics asociados a la
izquierda(por más que me duela) pero, en ningún caso, esto debe de
servir para dejar de ver el horizonte que perseguimos: una sociedad
concienciada dispuesta a luchar por el cambio porque, como bien se
rezaba al principio de esta andadura: “ votar no es depositar una
papeleta cada cuatro años”.
La semana pasada en
VistaAlegre pudimos evidenciar muchas cosas, algunas tal vez nos
gustaron más(según a quién) y otras menos(según a quién), no
obstante, sobre lo que no tendría que haber dudas, es del potencial
que hay en los cerebros de las personas que conforman Podemos. Miles
de inteligencias colectivas que de saberse exprimir y cohesionar
eficientemente, difícilmente nadie podría llegar a pararnos. Porque
desde la ingenuidad que me da ser un ciudadano haciendo política más
que un político yendo de ciudadano, creo firmemente en esto. Lucharé
desde dentro por crear cohesión y hermandad con la honestidad como
denominador común. Entiendo y entenderé que todos y todas los que
nos sentimos Podemos tenemos cabida por más que a veces las
diferencias pudieran parecer irreparables. Es por esto que me
gustaría hacer especial hincapié en la importancia de no
deslegitimar a ningún compañero o compañera por creérsele que
pertenece a tal o cual agrupación, doctrina o lo que sea. Todos
estamos juntos en este barco. Todos nos hemos montado en él porque
creemos que otro mundo es posible y, olvidar esto se me antoja tan
peligroso como empezar a ver entradas de agua en este barco. Porque
estoy convencido de que tal cosa no tiene que pasar, hoy, más que
nunca, Podemos!!!