Lo
que está trayendo toda esta iniciativa de Podemos comienza a ser, al menos,
algo digno de estudio sociológico. Poco a poco la gente va recogiendo el
testigo y decide agruparse en torno a eso que han tenido a bien en llamar
Círculos. Círculos por localidades, comarcas, provincias o regiones; pero
también círculos por gremios, colectivos, o toda entidad que pueda verse
interesada en defender unos intereses comunes. Bajo mi punto de vista, como
digo siempre, lo más interesante no es la opción electoral, eso ya se vería. Lo
realmente importante es la articulación social. La organización de una sociedad
tan hastiada como indignada, tan desamparada como desesperada que empieza a ver
de nuevo aparecer en una de sus múltiples formas un destello de esperanza. La
esperanza tiene muchas formas, pero pocas pueden, para afrontar este desfalco,
pasar por lugares donde no exista compromiso, participación, organización y
lucha.
¿Entenderá
realmente esto la gente? A mí, personalmente, hay muchas cosas de todo esto que
me preocupan. Hay muchísimos que aún no han entendido el mensaje y lo que
esperan es elevar al trono de los dioses a Pablo Iglesias, tocarlo con la
varita mágica de la papeleta en la urna y sentarse a esperar, y no. No van por
ahí los tiros. Por otro lado, la apertura de este movimiento a todos los
estratos sociales, se está llevando a cabo de una forma inteligentísima,
hecho éste reconocido por casi todos. Sin embargo, es una jugada que entraña, a mi modo de
ver, bastante peligro. Por ejemplo, en el día de hoy han anunciado que se han
puesto en contacto con el colectivo de los militares y éstos, expresando
también su hartazgo, defienden su derecho como ciudadanos civiles más allá de
su posición militar y surge un círculo de Podemos Militares, así como otro de
Podemos Autónomos, que también tienen los señores motivos para organizarse.
Todo lo que tiene que ver con organizarse para defender intereses comunes es
algo altamente constructivo, así como necesario, sin embargo, se hace bajo las
siglas de una iniciativa que, por muy ambigua que digan que pueda ser,
establece un decálogo en el que existen una serie de puntos que pueden causar
mucha polémica. Esto es así en el tema del derecho a elegir por parte de los
catalanes, la salida de la OTAN o incluso el tema de la inmigración. A mí,
personalmente, me parecen muy correctos estos puntos, pero, ¿será lo mismo para
una persona que se deja llevar más por la marea popular de ruptura que va
levantando a su paso que por una reflexión profunda y calmada? Me parece un tema espinoso que hay que tratar con sumo
cuidado, y no debemos engañar a nadie. Por ejemplo, Juan Carlos Monedero,
segunda cabeza visible de este proyecto, defendía abiertamente las políticas
venezolanas y acusaba de manipulación a los medios occidentales que velan por
los intereses de las grandes corporaciones. No estoy diciendo que esté en
desacuerdo con Monedero, lo que digo es que ese discurso no va a ser compartido
por muchísimos de los que dicen ahora apoyar esta iniciativa. ¿Cómo casa todo
eso? ¿con una reeducación en aspectos político sociales que nos han inculcado? ¿con un mirar a otro lado? Son preguntas que van
surgiendo de forma natural en un proyecto que crece y se hace fuerte, pero que
por eso mismo, está cada vez más obligado a saber dónde pisa y pisar fuerte.
Es
obvio que hay muchos puntos comunes. Puntos básicos de partida, de justicia
social, de igualdad, de apuntar correctamente al enemigo. Es cierto también que
los medios llevan manipulando informativamente desde el origen de los tiempos y
que no cejarán en su empeño, y esto forma parte al mismo tiempo de este
proyecto. Tenemos la necesidad imperiosa de informar/educar/formar o cómo se quiera
llamar. Ofrecer perspectivas diferentes, a todo aquél o aquélla que quiere
formar parte de este proyecto, de las realidades que pasan desapercibidas,
ignoradas por los grandes medios. Desde luego, ayudan los medios a que crean
los que forman Podemos en la existencia de esta manipulación, cuando este
movimiento está siendo sistemáticamente silenciado. Y visto así, si es posible
que el miedo esté cambiando de bando.