¿¿Podemos, podremos, pudimos?? Cacao grande de caos parece
regalarnos esta nueva vuelta de tuerKa a los electores de Izquierda. Muchos dudamos,
sopesamos, nos informamos, pensamos, y en el peor de los casos, ya hemos hecho
bastante. Lo digo por la de críticas que parecen lloverle al proyecto
precisamente desde la izquierda. Es lógico, no hay que culpar a nadie por ello.
Pero que las críticas nazcan de los argumentos y regalen nuevos
contraargumentos, para en una ida y
venida de éstos el pueblo, o al menos parte del mismo, sigamos involucrándonos
y haciéndonos responsables en esto de la democracia participativa.
Los que más critican se aferran a que no está la izquierda
para nuevas fragmentaciones, y menos con leyes electorales que penalizan a los
pequeños. En eso estamos de acuerdo. ¿Pero acaso por ello nos toca apencar con
todo? Vivimos nuevos tiempos, tiempos distintos, tiempos de cambio y la Izquierda
verdadera y por derecho de este país hace muchas aguas. Esto no quiere decir
que ayudemos a hundirla pero sí que planteemos alternativas fuertes reales que
en el mejor de los casos consigan hacerles abrir los ojos y con ellos retomar
el rumbo de la responsabilidad política. Yo, que siempre he votado a IU, estoy
convencido de que es la opción “real” más apetecible si descartamos PPSOE,
nacionalistas, emergentes populistas, etc. Pero, aunque piense así y hayan,
hasta la fecha, contado con mi voto no quiere decir que la estela que dejan sea
inmaculada. Como toda institución afianzada en este país por más de 30 años, un
leve tufillo a apoltronamiento y endiosamiento se deja vislumbrar desde ciertas
esferas de sus instituciones. No digo que Cayo Lara sea un incompetente, pero
tal vez no podría decir lo mismo de Valderas. Sea como fuere, y aunque haya muchas
personas admirables dentro del partido, lo cierto es que mucha gente de la
ciudadanía también los señala con el dedo porque al fin y al cabo la ciudadanía
está en proceso de cambio y quiere cambios reales. Caras nuevas, proyectos
nuevos. Gente de la calle, para la calle. Y no siempre IU se presta tal como
quisiéramos a esos deseos.
Y en éstas, ¿qué tenemos en el otro lado? Tenemos a Pablo
Iglesias, profesor de Ciencias Política en la complutense de Madrid que en un
frenesí de actividad incesante ha saltado recientemente a la gran pantalla,
llevado a ella, paradójicamente, por los señores a los que él precisamente
ataca, pero a fin de cuentas estas son las paradojas a las que los índices de
audiencia nos tienen acostumbrado. Tanto codicia el capital el capital que ni
se para a pensar que en la búsqueda de audiencia continua encontrará
precisamente el arma que lo mate, pero eso, es otra historia. Como iba
diciendo, Pablo Iglesias se ha mediatizado como suele ocurrir a todos los que pasan
horas por la gran pantalla ( en estos tiempos de internet todavía la TV sigue
estando a la cabeza). Y en este proceso de mediatización ha ido soltando su
discurso claro, duro, directo, certero, y levemente arrogante contra todo
tertuliano defensor del stablishment y del pensamiento único, erigiéndose como
el mejor y mayor de sus atizadores para regocijo de la audiencia. Y en éstas, y
con todo lo que llueve y no se mueve decide dar el paso y mover ficha. Podemos.
Con la mano tendida pero para convertir por fin, de algún modo, toda aquella belleza del 15 M en una alternativa
política(sin ser partido político) real. ¿Es acaso esto tan malo?
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