A vueltas con una de
Educación. A vueltas con una Huelga de Estudiantes más. Motivos
sobran, y sin embargo, siendo honestos con la realidad que dicha
huelga implica, sigue quedándome un profundo sabor amargo a estas
horas. El jueves la protagonizaremos también los del otro lado de
los pupitres, o más correcto sería decir el escaso 20% al que a
duras penas(al menos en lo que he podido ver en los distintos
centros a los que he pertenecido) se llega.
¿Por qué entonces si yo
soy de los que apoyan la Huelga, queda en mí un sabor amargo de la
misma? ¿Es acaso porque no es secundada suficientemente por parte
del alumnado? Pues no. No es esa la respuesta. El alumnado, ávido de
perder clases, acude masivamente a la convocatoria, si algunos padres
no estuviesen muy de acuerdo, ya se encarga el lobby de los
compañeros de sus hijos(que también existe) de hacer presión para
que crean que todo el mundo va. Y lo consiguen. En ese caso, ole por
ellos que tienen capacidad de persuasión. Sin embargo, no hay
información. Probablemente, una buena mayoría de ellos desconoce
hasta el nombre del señor de la foto. Tampoco, claro está, podemos
ser más papistas que el Papa y olvidar que a fin de cuentas la
amplísima mayoría de ellos no ha alcanzado la mayoría de edad, y
eso del espíritu crítico es algo que, lejos de inundar sus vidas,
apenas han oído. ¿Entonces, dónde está el problema? El problema
está, según lo veo, en que somos los propios implicados de su
educación en los centros los que deberíamos de encargarnos de dar
información. Dedicar unas horas, alguna jornada temática de
información, para que el alumnado tome su decisión habiendo al
menos recibido un mínimo de de la misma. Llegados a este punto
muchos dirán que entonces llegaría el adoctrinamiento. Sin embargo,
esto no tiene por qué ser así. Somos profesionales( o deberíamos)
por lo que se puede prestar la información de los motivos sin tener
que tomar parte. Incluso si se tomara parte, se podría hacer
prestando del mismo modo los argumentos contrarios. Lo que no tiene
sentido es mirar para otro lado y simplemente esperar que llegue el
momento señalado y a ver qué pasa. No tiene sentido porque la
experiencia se ha encargado de demostrar que lo que pasa es que las
aulas quedan vacías, pero las calles también, y las casas y los
cuartos y las plays y los ordenadores funcionando al 120%. Por todo
ello, me parece una gran irresponsabilidad por parte de mi colectivo
hacerse el sueco y mirar para otro lado ante las convocatorias de
Huelga, se esté a favor de la misma, o no.
En lo que a mí respecta,
motivos, por desgracia, sobran. Ya ni siquiera hace falta decir que
la Educación sigue siendo vilipendiada día sí, día también.
Vilipendiado el profesorado, el alumnado y las posibilidades de una
Educación gratuita y de calidad para todos. Las palabras de tanto
usarla comienzan a coger ese desagradable aroma manido, pero debemos
hacer el esfuerzo de no olvidar que esas palabras son ciertas. No
tengo ni fuerzas, ni ganas para hacer un listado de los motivos por
los que defender esta Huelga, sencillamente la volveré a secundar,
por más que me frustre el hecho de sentir que esta protesta comienza
a quedar obsoleta, sobre todo teniendo en cuenta el boicot que unos
compañeros cada día más aburguesados(a pesar de los pesares)
sistemáticamente llevan a cabo. Tendríamos que plantearnos medidas
más inteligentes que esas que repercuten en nuestro bolsillo y
aparentemente en nada más, pero mientras esta medida llega, aún
sigo sin poder asistir a clase con una Huelga convocada y con motivos
para secundarla porque tengo la absoluta certeza de que salvar el
dinero me saldría mucho más caro. La desgracia de tener principios,
supongo.