miércoles, 12 de diciembre de 2012

Viaje por el Oeste Americano II: Secuoia National Park


Aquella carretera se abría ante nosotros. El coche no presentaba demasiados problemas, no era en este caso de conducción izquierda, solo automática, y eso, no tiene mucho misterio. Con tres Cds en el bolsillo, fruto de una compra que aspiró a ser más, en un mercado de segunda mano en alguna plaza de Jersey. A saber: Pop(U2), Morning Glory(Oasis) y la joya de la corona, Two Shoes(The Cat Empire). Demasiado poca música para tantísimos kilómetros, será inevitable sintonizar buenas frecuencias.


No llevamos GPS, en su lugar decidí mirar a través del Google Maps cual sería la ruta más conveniente entre Fresno y un pequeño pueblito llamado Three Rivers bastante cercano a nuestro primer objetivo: Secuoia National Park; y apuntar las carreteras y desviaciones oportunas en mi indispensbable libreta. Tomamos la vía principal CA99 durante 35 millas(algo menos de 60kms) dirección sur para después girar hacia el este durante otras 35 millas por una carretera secundaria. La emoción es evidente. California nos rodea, el sol ilumina un paisaje tan mediterráneo que nos recuerda a nuestra tierra, así como a aquellas series y películas setenteras tan californianas. Así, en poco más de hora y media llegamos a nuestro primer destino. No cuesta nada dar con el primer motel que haya de cobijarnos las dos noches siguientes. Justo al lado de la carretera, tal y como aprendimos en las pelis, ahí está: Western Holiday Lodge Three Rivers. Al bajarnos del coche descubrimos que el tiempo es sencillamente perfecto. La emoción nos embriaga, como no puede ser de otra manera. Aún quedan un par de horas de sol y hace suficiente calor como para darnos un buen baño en la piscina. Pero antes, lo que toca es el “check in” y toda la instalación en general.   
  
Así, la tarde discurre entre la felicidad del que recorre un “nuevo mundo” y la tranquilidad del que no tiene prisa por llegar a ningún lado, las metas y objetivos vendrán mañana. Finalmente, recuerdo perfectamente cómo fuimos a un restaraunte Mexicano para cenar...sería el primero de muchos en este viaje, pero se guarda un recuerdo especialmente hermoso de aquél, y de aquella noche. 

Al día siguiente hacemos algo parecido a madrugar, damos cuenta del buffet libre del desayuno y calzamos coche y carretera. En menos de quince minutos damos con la primera casetilla que nos hace pagar para entrar en un parque natural, y serían tres. Si no me falla la memoria, 15$, pero esto sería para toda la semana. Así que cruzamos, aún crece nuestra emoción, y nos paramos para las fotos de rigor. Más abajo un río más caudaloso pero que nos recuerda al Guadiaro por la vegetación mediterránea que le rodea, es anunciado por un cartel que reza del siguiente modo: "Río Mortal, mucha gente muere aquí ahogada 

Mucha gente muere aquí ahogada cada año”, es el Kaweah river. Seguimos adelante y vemos lo que de forma natural se asemeja a un dolmen, solo que ningún humano, ni siquiera Hulk, hubiese podido nunca levantar. Hasta cuándo aguantará es una incognita. Le auguramos aún una larga vida, pero un mal porvenir a uno de esos turistas que tanto le gusta fotografiarse bajo la inmensidad de la roca. Es el Tunnel Rock. 

Otra parada es al centro de visitantes, arañar un poco de información antes de la inmersión en los árboles más grandes del mundo. Lo más significativo es saber que tendremos que esperar hasta que sea en punto para poder pasar por un determinado tramo que se encuentra en obras. Además de eso, la anécdota que tiene tanto de graciosa como de terrorífica de encontrar un cartel en la puerta de entrada al centro de visitante informando de que entrar con pistolas está prohibido. Esto es USA.

Por fin pasamos por el punto de espera y poco después nos dan la bienvenida majestuosos árboles que exigen lo máximo a la flexibilidad de nuestro cuello si queremos ver la copa, y no solo son las secuoias sino también un tipo de pino brutalmente altos. Adentrándonos en el parque paramos finalmente en un lugar más poblado para acercarnos por primera vez a estos seres a los que tan necesariamente debemos mostrarles admiración y respeto. Buscamos un recodo en el camino donde dejar el coche y adentrarnos un poco por los secretos de estos árboles. Es difícil tratar de explicar con palabras lo que se siente al estar ante los seres vivos más grandes del planeta, los mismos que llevan allí desde antes de que nuestra civilización decidiera poner el contador de los años a 0.    Testigos mudos, caminamos solemnes al tiempo que a veces nos convertimos en niños para tratar de trepar un poco por estos dos que están más unidos, o corretear sobre aquel otro gigante muerto que yace en el suelo. A poco que se camina y se aleja uno de la carretera es imposible no acordarse de los osos negros (Black Bears) que se sabe por allí merodean, aunque hay tantas ganas como miedo a verlos... aún no asoman el pelo, su pelo negro.     

Pasado un rato abandonamos esa porción de bosque y vamos en 
busca de la joya de la corona en estos lares: El que es el ser vivo más grande de este planeta llamado Tierra. 83 metros de altura,11 metros de diámetro(33 de circunferencia), una estimación de 1250 toneladas(más de 10 veces más que la ballena azul, el que es el animal más grande que jamás haya existido). Llegamos a él, ahí está, el General Sherman. El momento es un momento único, pero en honor a la verdad huelga decir aquí que sería la primera vez de unas cuantas en las que descubrimos que los lugares más emblemáticos estaban ensuciados por la huella de la accesibilidad. Como una manía patológica, estos yankis te llevan el camino hasta la misma puerta, para que no haya turista de menos de 200kg ni de menos de 90 años que se quede sin llegar hasta el monumento en cuestión. Es considerado por su parte, pero se le roba gran parte de la magia. 



Después de eso durante ese día y gran parte del siguiente visitamos “La roca del moro”, pasamos con el coche por debajo de una Secuoia derruida, visitamos el centro de visitantes, conocimos otra comunidad de Secuoia más alejada, pasamos parte de la tarde bañándonos en un remanso del río de la muerte, cenamos, dormimos, y volvimos a viajar...pero eso, será otra historia.

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