Si hay algo hay en esta vida que nos haga desconectar de preocupaciones y lucha cotidiana, eso es el arte. Un rincón, un subterfugio, una mirada crítica o inspirada, o tal vez ambas, que se cruza con la nuestra desde otro rincón del mundo y desde otro tiempo. Bendito bálsamo que nos hace conectar y reconciliarnos por una vez con este universo tan denostado. Si hay algo mejor que un arte, son dos. Y puestos a elegir para esta entrada Música(porque para mí no hay ninguno que se le iguale) y cine, el más joven homologado. La mezcla de estos ha creado y regalado momentos mágicos que encogen el corazón, hacen aflorar la lagrimita, o tal vez una sonrisa; pero de un modo u otro quedan impresos a fuego en la retina de nuestra memoria. Grandes momentos. Momentos gloriosos. Así que, sacando mi perfil de estúpido coleccionista y tirando de youtube, regalaré unos cuantos de estos momentos de mezcolanzas en el que ambos artes, según entiende un servidor, conocieron el climax. Como suele pasar en estos casos no están todos los que son, pero sí son todos los que están.
En la obra maestra de Tarantino, esa de la que me sé casi los diálogos de memoria, no podía faltar una escena que alcanzase ese momentazo entre música y cine. De hecho, según entiendo, son dos los momentazos de ese calibre en dicha película, y ambos protagonizados por Mia Wallace(Uma Thurman) y Vincent Vega(John Travolta)...como el gusto de los libros está en blanco seguro que muchos discrepáis, pero a fin de cuentas soy yo el que hace el blog...así que sin más con todos ustedes Urge Overkill versionando al maestro Neil Diamond..Girl You´ll Be a Woman...Soon
Bueno...Siento que no haya aparecido la imagen y en lugar de ésta un simple y feo enlace, no sé por qué. Me las prometía muy felices configurando una entrada hermosa pero algo ha debido cambiar en youtube que no consigo dar con la tecla para colgar vídeos. En cualquier caso, seguiré adelante.
Del mismo año y ninguna de las dos ganadoras del Óscar a mejor película es The Shawshank Redemption, conocida por aquí como Cadena Perpetua. El personaje enigmático, profundo e inteligente que encarna Tim Robbins, cansado de tanta hastío y monotonía no pierde la oportunidad para regalarse y regalar un poco de Las Bodas de Figaro de Mozart a todos los que le rodean en ese momento...a pesar de las consecuencias.
Sin abandonar los 90, ni la ópera, se me antoja eterno el momento en que un Andrew Beckett, encarnado por Tom Hanks que le valdría su primer Óscar, muy debilitado ya por el Sida, obvia los pormenores de las reuniones con su abogado y se recrea con la belleza de un pieza encarnada por Maria Callas, tratando de explicar por qué nos emocionamos con la ópera. La iluminación, el sentimiento de desesperación y vida de Tom Hanks, la mirada perpleja de Denzel Washington y por supuesto la voz de la Callas, hace de esta escena otro momento sublime en la mezcla de ambos artes. La película, que no lo he dicho, es Philadelphia, del 93 si no recuerdo mal.
Saltemos ahora un poco más cerca, un producto de nuestra tierra. Ese director de cine del que nos sentimos tan orgullosos y que toca todos los palos, diseccionó la vida de Ramón San Pedro para hacernos lograr entender cómo debía sentirse él, y tantos otros como él. A ese sentimiento ayudó muchísimo, sin duda, ese insuperable Javier Bardem. Y en la agonía de ser prisionero de tu propia vida, la imaginación recobra un precio inigualable. Saltar por la ventana, evadirse, es posible. Licencia personal del director que seguramente no debió de estar muy lejos de la realidad.
Cambiando el tercio un poco, pá dejar que el pañuelo se vaya secando, os traigo la mejor serie jamás filmada. El Padrino llevado al siglo XXI y en forma de serie televisiva. Tony y sus amigos. Son continuas las referencias que David Chase hace a la música. De todas las que podía haber puesto, me quedo con aquélla que ocurre al término de la primera temporada. Tony lleva sumido días en una terrible depresión, detalles oníricos, como siempre y pop depresivo transmiten a la perfección lo que el capo de Jersey debe sentir...y a eso ayuda perfectamente la música de Tindersticks. Tiny Tears, zumo de naranja, coche y disparos...Los Sopranos
En 1982 Alan Parker lleva al cine el proyecto musical que tres años antes Roger Waters convirtió, junto al resto de los componentes de Pink Floyd, en The Wall. Doble disco que narra la historia de un músico que, atormentado por su pasado y por las drogas, acaba perdiendo la cabeza...resumiendo mal y pronto. Con tintes claramente autobiográficos Waters dejó una obra de arte justo poco antes de que el grupo en su conjunto comenzara a descomponerse. Alan Parker refleja a la perfección lo que Waters quería transmitir, al menos así lo entiendo yo. Podía haber elegido cuarenta mil escenas, pero me quedo con esta, prescindiendo de Confortbly Numbs. Is there anybody Outhere?
En las últimas semanas llevo disfrutando del genio que era Hitchcock. El maestro del suspense era mucho más que eso, todo un revolucionario que innovó de mil formas y salta a la vista viendo sus pelis,la forma de crear escuela que tenía. A pesar de todo, nunca se llevó un Óscar...jejeje...Tampoco Kubrick, eso dice mucho de los premios. Pues de entre estas pelis de Hitchcock que he estado viendo últimamente, descubrí de repente una escena sublime, un guiño perfecto a la música. The Man who knew too much(el hombre que sabía demasiado)(1956). Storms Clouds Cantata.
Salto de nuevo a los 90, para hablar de una de mis pelis fetiche en la que un adicto Mark Renton se escapa para un pico más. Esta vez quizás ha sido demasiado y los acordes de Perfect Day de Lou Reed y la alfombra tapizando su mirada así lo muestran. Trainspotting, película sublime grabada a fuego por el poder de la adolescencia. It´s today a perfect day?
Si hay una película que me ha marcado esa ha sido Baraka, la cual ya tiene una entrada para ella solita. Peli o documental, pero sin duda sublime, todo es real, no hay actores, ni diálogos. Solo la vida misma en estado puro, para mal y para bien. No siempre es bello todo lo que nos rodea. Este mundo de locos y acelerado en que vivimos deja un reguero de miseria y pobreza tras la riqueza. Dead Can Dance en una escena que encoge el corazón se acopla a la perfección en las imágenes de la misma. Host of Seraphim.
Y para terminar abandonemos el halo de tristeza que empañan muchas de estas escenas, especialmente esta última, y demos un trago a la filosofía, a ratos epicureista a ratos nihilista, de los Monty Python. Obra de arte del humor, la Vida de Bryan acaba sacando un motivo para seguir en la última escena, cuando a Bryan poco le queda más que secarse y morir de sed. Con uno de los silbidos más famosos de la historia del cine diciendo: Always Look on the Bright side of Life
Así que con esta sonrisa, abandono esta entrada...Abrazos para tod@s