Le quito las telarañas al blog con espátula, martillo y cincel hablando de política y unidad de la izquierda al tiempo que el lector ya podrá estar pensando: pues para eso haber dejado los fósiles de telaraña. La primera idea, era tirar unas líneas en el face que es el espacio habitual para estas cosas, pero dado lo “complejo” de la situación me ha parecido más interesante darle espacio a la reflexión.
Con
el paso cambiado ha pillado Sánchez con su convocatoria de elecciones generales
a toda la sociedad. Al arco de los partidos y también a los deseosos de vacaciones
lejos de casa o, simplemente a todos aquellos con ganas de quejarse del “sanchismo”
en general. Pero esta táctica tan de Peter vuelve a mostrar, según mi criterio,
su inteligencia. Posiblemente se olía lo que se venía encima el pasado 28 de
mayo y tenía su as en la manga bien preparadito. ¿Qué consigue convocando tan
pronto? En primer lugar que las derechas no sigan con su inercia de acumular
poder, esta vez conquistado en las urnas, afianzándose en las instituciones (de
los medios nunca se apearon) y aprovechar la fuerza de la ola. Para cuando se
presumían que serían las elecciones en primer lugar poco partido hubiese
quedado por jugar, dadas las tendencias. Por otro lado, desconozco si, como le
presuponen los malpensados, busca en periodo estival, donde los más acaudalados
(normalmente votantes del PP) sacan billetes de avión para islas caribeñas o
surasiáticas, disminuyan su participación y esto beneficie a los suyos. O que
los que solo se van a la playa los
domingos, pero religiosamente desde que el sol sale hasta su ocaso, tampoco
acudan, siendo estos, puestos a extrapolar, mayoritariamente votantes de VOX.
No lo sé, posiblemente, nada de esto estaba en los planes puesto que debiera
sAber nuestro presi que los de las Seychelles votar votan. Y, para nuestra
desgracia, bien saben que existe el voto por el correo. Finalmente, es más que
probable que Pedro Sánchez supiera que con estos tiempos y esos resultados,
condenaba a la izquierda de su izquierda, a la cual necesita sí o sí, a
entenderse o al menos malentenderse pero cogerse de la mano pues, visto lo
visto, la presión de su electorado y del tiempo suben los grados y los pascales
a la olla y tal vez así la ansiada unidad se dé. O al menos sobre el papel. Y
esta, y no otra, es la idea de reflexión en estas líneas.
La
unidad de la izquierda, esa ansiada unidad que llegó a su cénit con el abrazo
entre Alberto y Pablo. Qué bellos tiempos aquellos. De ahí todo fue para abajo.
Los cuchillos, desde la llegada de Podemos, y mucho más atrás, no paraban de
blandirse, eso sí, casi siempre a las espaldas, y los socios amorosos se
convertían en archienemigos furibundos. Y así, el electorado de izquierdas al
que se convocó a votar por fin con ilusión iba viendo cómo a sus alrededores la
opción que se suponía era la suya dejaba de ser la válida para su amigo que él
mismo reconocía que sabía algo más de política(porque, simplemente, le
interesaba más) y así se empezaba a quedar algo despistado sin entender esa
progresiva atomización y sin saber, por ende, dónde colocarse. Sería
inabarcablemente extenso este post si enumero y detallo cada una de las
disputas y roturas que han ido aconteciendo tan solo desde el 2015 hasta
nuestros días. Pero somos así, al fin y al cabo, eso del pensamiento único es
más para los de derechas, aunque ellos, claro está, digan exactamente lo
contrario.
Pero,
¿por qué entonces ahora sí? Por suerte, tengo muy buenos amigos ocupando
espacios dentro de alguna organización de izquierda y, por más fortuna aún, a
más amigos fuera de ellas, y esto, como a casi cualquier hijo de vecino, me
hace recibir, especialmente desde el domingo fatídico electoral, la angustia
por los tiempos y la necesidad por fin de unirse. Este sentir se traduce en un
buen aumento de vídeos, artículos y demás llamando a la unidad y que se han venido viralizando. Así se argumentan casos paradigmáticos como el de Huesca que, con
hasta cuatro formaciones de izquierda, no ha conseguido representación ya que
ninguna de ellas ha llegado al 5% aunque casi todas se han acercado…la
aritmética hubiese dado casi 20%. Pero me dice un buen amigo, de estos que
saben de política que las confluencias no suman. Es decir, por poner su
ejemplo, si tú eres antipodemos pero super de Yolanda si ahora Yolanda va con
Podemos tú ya no votas a Yolanda. Y a la inversa y en todas las direcciones.
Cierto es que algo de eso existe, en tanto en cuanto los de izquierdas como
decía el Quequé el otro día: “somos tan especiales y tan sensibles que
necesitamos sentirnos absolutamente identificados con la ideología del partido
que vamos a votar (…)”(todo ello en clave irónica, claro está). Pero hay que
ser muy miope, entiendo, para no darse cuenta de que, aunque haya algunos de esos
sensibles que no votarán si Fulano va con Bengano, en términos generales la
unión suma. Además, suma, entre otras cosas, porque no resta.
Luego
vienen los rencores. Los resentimientos. Los que no olvidan. “Es que acuérdate
de la puñalada trapera de 1954. No les perdono” O los que no perdonan en clave
de promesas electorales incumplidas: “Dijo que la OTAN no”. Cierto es, que no
son cosas menores estas pero…¿qué hacemos pues? ¿Cuál es el objetivo? Según yo
lo veo, y obvio parece, es que el bloque de la derecha presenta la suficiente
fuerza e inercia como para barrer en julio. Sin embargo, su extremismo y la
plurinacionalidad de este país hace que básicamente ellos solo sumen entre ellos.
La izquierda puede sumar con Ezquerra, Bildu, BNG y otras pequeñas
representaciones regionalistas de fuerza. Si, la maltrecha izquierda a la
izquierda del PSOE fuese capaz de recomponer piezas aunque solo sea con
carácter electoralista. Tapándose un poco la nariz si lo prefiere, solo con la
idea de movilizar a su electorado y después, seguimos a lo nuestro. Creo que
serán muchas las migajas de votos sueltas que podrían convertirse en porción de
tarta y esto, aunque no lo parezca a muchos, es importante. Es importante si no
te parece igual que gobierne PP/VOX a que lo haga PSOE/SUMAR/ Partidos
Nacionalistas de Izquierda. Si no es así, vete a la playa directamente y mejor
si te puedes ir a las Seychelles.
Mi
opción política en los últimos años ha sido Adelante. Desde siempre Teresa
Rodríguez me ha parecido una de las políticas con más fuerza, verdad,
argumentos y honestidad que he visto. Por eso, no es casual que mucha de la
gente a la que le atribuyo similares valores hayan acabado también orbitando en
torno a este proyecto. Sin embargo, a pesar de que le compro en cierto modo la necesidad
de defensa en Madrid de nuestra castigada región, a veces también cometen
ciertos tics que me producen cierta dentera (yo también soy uno de esos
votantes muy sensibles y especialitos, supongo), pero les he votado. Les he
votado y cuando he podido he sumado al proyecto. Pero el contexto manda. Yo no
me caso con nadie en política. Creo que hacerlo es un error. Posiblemente
Adelante viendo los resultados de las municipales renuncie a presentarse
siquiera a Sevilla y Cádiz, las dos circunscripciones donde podría aspirar a
comerse algo. Pero creo que, tendrían que mojarse y apoyar el proyecto de sumar
pues así, de algún modo, movilizan de un modo más efectivo a su electorado.
Esto no quiere decir rendir pleitesía a Yolanda ni al proyecto. Esto no quiere
decir el día después de las generales no seguir a lo nuestro y construir. Pero si
algo nos ha enseñado nuestros devaneos con la política a lo largo de la última
década: todo es correlación de fuerzas. Así pues, toca, como también se ha
dicho otras cuantas veces, estar a la altura de las circunstancias. Estar a la
altura de la historia. Igual, así, no todo está perdido.
Por
si acaso, deberíamos reservarnos una buena paella en algún chiringuito para el
23 de julio (menos mal que no ha caído en 18)