lunes, 16 de septiembre de 2019

Hay que comer menos carne


Hablar del consumo de carne empieza a estar de moda. Antiguamente estaban por ahí los vegetarianos que eran como personas que se sabían que existían pero nadie realmente conocía a ninguno, y si lo conocía comía huevos, mantequillas y en muchas ocasiones hasta pescao. Ahora ya no quedan vegetarianos,  pero en su lugar vienen pegando con fuerza los veganos, que vienen a ser como vegetarianos 2.0. Lo cierto es que el resto de los mortales que no pertenecen a este grupo tienden a presentar una animadversión importante hacia ellos, y ésta, suele ser recíproca. Y en este caso, no se sabe muy bien si fue antes el huevo o la gallina, si se me permite la expresión. Lo cierto es que muchos consideran que hay mucho "fanático" que impone su filosofía en esto de no comer carne, pero como son minorías, a las mayorías que tienen la razón del convencionalismo de su lado, se les suele pasar por alto que ellos no son menos radicales en la imposición de sus principios que los primeros. Como quiera que sea, es una decisión personal así que, de entrada por tanto, cada cual que haga lo que salga del alma. Sin embargo, hay muchas razones para poner sobre la mesa este debate y tratarlo como se merece, porque igual a la población del 2019 le interesa tomarlo en cuenta de la forma menos contaminada posible. Así que, mientras se meten unos con otros y se insultan entre ellos tratemos de analizar algunos datos.
En primer lugar, veamos las razones que suelen ser las primeras en motivar el paso al veganismo por parte de quien así lo quiere hacer y, muy posiblemente esta (no doy datos, digamos que me los invento) tiene que ver con la ética que los mueve a evitar el abuso animal. Y bien, en este caso, el razonamiento cae por su propio peso, hay, en esta población mundial de crecimiento sostenido, un incremento paralelo de los consumos de carne, tanto a nivel relativo como absoluto. Así, son cada vez más los animales utilizados en la industria cárnica. Como la carne se vende mucho y somos tantos y además vivimos en una sociedad capitalista que hace que cada cual trate de sacar el máximo beneficio posible, prima la eficiencia y el rendimiento en la producción, sin importar otros tantos aspectos, por lo que, a menudo, las condiciones para llevar a cabo este aumento de la rentabilidad sacrifican las libertades más esenciales de animales, normalmente, altamente evolucionados y, por lo tanto, con un sistema nervioso más complejo. Esto nos lleva a reconocer de una forma cada vez más clarividente un sufrimiento por parte de los animales así explotados. Por tanto, si quieres dejar la carne, está claro que el tema de la ética es una razón que estará de tu lado. 
Por otro lado, se argumenta que la salud es un punto a favor de convertirse al veganismo, sus detractores, en cambio, dirán lo contrario. Lo cierto es que hay suficientes evidencias como para saber que un alto consumo de carne traerá de forma casi seguro, además de un incremento en el aporte proteico, también con las grasas...grasas de origen animal además, que en la mayoría de los casos son saturadas (las que no son buenas). Ya sabemos lo que pasa con el exceso de grasas, así que por ahí la cosa queda clara....pero en este caso estaríamos hablando de problemas relacionados con el abuso de carne, no con el hecho de comer carne en sí. Es cierto que hay otro problema asociado con el anterior y este es el hecho de que en la industrialización extensiva de la ganadería, el hacinamiento, las hormonas, los antibióticos o el estrés sean problemas muy a tener en cuenta en la calidad final del producto que, de un modo u otro, parece bastante razonable afectarán a tu propio producto, tu cuerpo. Sin embargo, aquí podemos sacar otro pero, y esto es que, una producción extensiva en la agricultura, de igual manera, salvando las diferencias, está expuesta a toda suerte de agentes químicos, modificaciones genéticas, etc. , ergo el debate sobre la idoneidad del alimentos en términos de salud está servido. Por otro lado, y para acabar con el aspecto de la salud, está claro que las personas veganas tienen que tener cuidado a la hora de complementar una serie de nutrientes que de forma recurrente pueden encontrarse en la carne pero no de forma tan común  en productos no cárnicos o ni derivados de ellos, como puede ser el caso de la vitamina B12 la rivoflavina o los omega3. Está claro, como bien argumentan ellos, que estos haberlos haylos, solo que tendrán que tomar las preocupaciones suficientes para garantizar su ingesta, por lo que un vegano sí puede tener todos los nutrientes necesarios en su dieta, pero tal vez debe tomarse más molestias para ello. Por norma general, esto suele ser así por lo que su salud, como atestiguan no pocos estudios científicos, suele ser mejor que la de los "carnívoros". Para finalizar, en lo relacionado con el consumo de carne y la salud, debemos tener en cuenta que cada vez más estudios señalan que para la humanidad tendrá que afrontar graves problemas médicos debido a la presencia de bacterias superresistentes, estimando así que para el 2050, 50 millones de personas morirán por este hecho; y este hecho, a su vez, parece relacionarse, entre otras cosas, con el abuso de antibióticos en la ganadería extensiva.

Llevando dos aspectos que tienden a apuntalar al veganismo como opción, me detendré brevemente sobre otro que, aunque a veces algunos de ellos tratan de argumentarlo, el biólogo que hay en mí se bufa y no lo admite y es que, en no pocas ocasiones he tenido que leer u oír que nuestro pasado evolutivo no nos hizo carnívoros, o cosas similares, cuando esto viene a ser, más bien lo contrario. Pero como no quiero perder el tiempo aquí porque me quedan muchos temas que tocar invito a cualquiera a que dé un breve repaso en relación a la evolución humana más reciente y lo que la incorporación de las proteínas cárnicas a su dieta supuso en ciertos desarrollos cerebrales, y ya no tanto por la potencia nutricional de estas en sí, que también, sino por otros motivos como por la coordinación y cooperación que las técnicas de caza supusieron, sin duda, muy relacionadas con el desarrollo del habla, entre tantas otras cosas.

Y, finalmente llegamos a la madre del cordero: las razones medioambientales. Existen desde hace varias décadas una cantidad creciente de científicos, técnicos y expertos en general que nos advierten de la mala deriva que está tomando nuestra forma de estar en el planeta y de cómo ésta podrá acarrearnos consecuencias que irán, muy especialmente, contra nosotros mismos. Pero al mismo tiempo hay muchos negacionistas que parecen no estar de acuerdo. Se nos habla más que nada del cambio climático como paradigma del problema ambiental más acuciante que afrontamos, y en gran parte es verdad, pero tal vez, con esta obsesión climática olvidamos que no es, ni de lejos, el único problema al que nuestra civilización debe mirar de frente. Y en este aspecto, como siempre, el gran número que alcanza la población y la forma de consumir son las dos grandes causas detrás de cada problemática y la alimentación no escapa a estas. Así pues,  la FAO en un informe de 2006 adjudica a la ganadería un 18% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero(GEI). Otros estudios más recientes han disminuido en algunos puntos esta cifra, aunque en cualquier caso sigue siendo muy elevada. Entre otras cosas ha trascendido a la opinión pública que solo el ganado vacuno es responsable de la mitad de las emisiones de metano(CH4) en el planeta debido a sus flatulencias, siendo este gas un GEI que contribuye individualmente de un modo mucho más potente al efecto invernadero, sin embargo, no es ni de lejos el motivo real o principal de semejante contribución a la emisión de GEI. Porque lo cierto es que los motivos de impacto de la industria ganadera extensiva son diversos. Resulta bastante esclarecedor si comparamos la cantidad de agua para conseguir un kilogramo de carne con la de un kilo de verdura. Aunque esta cantidad varía mucho según el tipo de carne, verdura, fruta o legumbre que sea; en cualquier caso, siempre será muy superior la utilizada para la producción de carne, siendo de unos 15000 litros por kilogramo para la carne de vacuno y unos 300 litros para un kilo de fruta, si bien es cierto que otros tipos de carne requieren mucha menos cantidad de agua.
Así mismo, la producción de carne requiere, obviamente, más superficie de terreno que, por ejemplo, la producción agrícola, entre otras cosas, para la producción de carne hace falta, como no puede ser de otra forma, producción agrícola de la que la carne que alimentamos se nutra. Así, sin irnos demasiado lejos, parece que detrás de esas noticias viralizadas de este verano sobre incendios en el Amazonas se encuentra la necesidad de obtener terreno destinado directa o indirectamente a la ganadería. De hecho, se estima, que el 80% de los incendios que ocurren en el Amazonas son con este fin.
Si todo lo dicho no fuese suficiente, no deberíamos olvidar otras problemáticas asociadas como son la desertización de los suelos debido principalmente al sobrepastoreo, así como la contaminación de aguas superficiales y subterráneas con diversos productos nitrogenados derivados de los orines y las heces.
Dicho todo esto, las relaciones de domesticación del ser humano con otras especies se remontan a la famosa revolución neolítica, hace ya casi 10000 años; y durante todo este tiempo no han existido la gran mayoría de las problemáticas relatadas hasta este momento. Tampoco la vemos en las bellas piaras de cerdos que se revuelcan por el fango esperando a ser alimentados con tiernas bellotas de encinares adehesados. La sostenibilidad en la producción ha existido y aún existe; hay múltiples ejemplos, sin embargo, una vez más nos encontramos con las problemáticas propias, no ya de nuestra especie, sino de nuestra civilización, por lo que para alimentar a tan amplio número de individuos con semejante sed de carne y necesidad de precios bajo se hace prácticamente imposible concebir otros modelos de producción, no es de extrañar por tanto que a menudo un kilogramo de fruta sea más caro que uno de carne.
Considerando todo lo anterior, mi conclusión es que hay que comer menos carne. No diré que haya que dejar de hacerlo, aunque me parece muy bien como opción, pero sí reducir muy significativamente el abuso que de ella y de los derivados de productos animales hacemos. Al mismo tiempo fomentar un tipo de producción sostenible y ecológica de tal forma que a los productores les compense y los consumidores se la puedan permitir; mientras que, de forma paralela, sigamos buscando en la educación una nueva conciencia ecológica, lejos de reproches, insultos y broncas, que busque en la sostenibilidad una piedra angular a partir de la cual ir creando un nuevo modelo económico y vital si acaso queremos soñar con tener un futuro no traumático. 

jueves, 12 de septiembre de 2019

Cine de cines...



Mia Wallace saca un cigarro  Red Apple en el Jack Rabitt Slim frente a un matón que parece aún más colocado que ella. Suena Jonnhy Cash fuera de un remolque que sirve de casa mientras Budd, el hermano de Bill, espera paciente en medio de ninguna parte. Contempla Shoshanna Dreyfus la proyección en la pantalla, queda, serena, como si el cambio de rollo no fuese a tener lugar. Se cuela Sharon Tate a hurtadillas en un cine para verse a ella misma actuando y dejarse emborrachar por la reacción de un público sincero. Queda prendado a sus casi sesenta años, como un chiquillo de quince, Max Cherry, sucumbiendo ante el magnetismo fatal de Jackie Brown...
Es Tarantino poesía, en sus cosas cotidianas que nos cuenta, en su costumbrismo, en su colorida belleza, en sus silencios, cuando ocurren. Emociona, el Tarantino de la sangre, cuando Beatrix Kiddo se da de bruces frente a una nueva realidad en forma de niña de 4 años para casi gritar victoria tirándose al suelo jugando, muerta de desconcierto y felicidad.
Es Tarantino tensión sostenida a la que tras una nueva vuelta de tuerca consigue darle otra más haciendo que contengas el aliento, que sufras, sin querer moverte para no hacer ruido, como si fueses la dureza de Perrier Lapaditte aguantando los embistes de Hans Landa hasta acabar resquebrajando; o la ira de un "Monsieur"Calvin que sintiéndose estafado tensa la cuerda del racismo y el odio hasta límites insospechados; o de nuevo La Novia siendo enterrada viva en un giro a negro donde solo suenan jadeos y tierra cayendo sobre un ataúd.
Es Tarantino diálogo ingenioso que entre el absurdo y lo cómico va asentando la base de la trama y los personajes como la conversación entre Vincent Vega y Jules Winfield de camino al trabajo sobre costumbres europeas primero y los pies de Mia Wallace después; o la larga disertación sobre precios de recompensas y la carta de Lincon entre John Ruth y el Mayor Warren.
Es Tarantino una cabeza que opera a velocidad de vértigo construyendo giros en la trama inesperados, jugando con los flashbacks como nadie ha logrado hacerlo y con una profundidad en los personajes que roza lo patológico. Y aquí no puedo poner ejemplos, porque todo su filmografía es un ejemplo en sí mismo.
Es Tarantino un universo y otro dentro del mismo, donde a cada rato aparecen detalles escondidos que lo va hilvanando todo, predicciones de pilotos que serían después películas, guiños para frikies ávidos de estos easters eggs. Y entre guiño y guiño uno ya no sabe si este existe o se lo inventa...pero a Samuel L. Jackson le apuntan a las pelotas en Jackie Brown y le disparan a las misma en los Odiosos Ocho, mientras que en la anterior, Django, le comenta al propio Django que no le cortará las pelotas porque se desangraría demasiado pronto...cosa que le paso a él mismo en la película siguiente. Marcas inventadas de tabaco, de comida, de zumos, etc. Detalles por doquier
Es Tarantino música, sobre todo no original, porque busca la que conoce, la que tiene en su cabeza, que tal vez alguna vez oyó y le inspiró esta o aquella escena, la soñó, la vio y creó una infinidad de momentos que han pasado a la historia del cine y estas canciones con ella: Mr Blonde bailando Stuck in the Middle with you justo antes de empezar con su tortura; o la propia Mia Wallace comenzando a bailar Girl You´ll be a Woman soon justo antes de acabar con sobredosis; Jackie Brown marchándose vencedora con la insuperable Across 110th street; la Novia apunto de enfrentarse a O-Ren en estampa zen bajo la nieve al ritmo de las palmas de la increíble versión de Dont Let Be Misunderstood por parte de Santa Esmeralda o el baile erótico de Arlene al terrorífico Doble Mike al ritmo de Down in Mexico en Death Proof. La música engloba absolutamente todo el universo Tarantino cobrando una importancia primordial, igual que en cualquier otra película pero en su caso, como casi en todo lo demás, con un sello particular imposible de no reconocer. La banda sonora de una filmografía que se ha convertido en la B.S.O. de la vida de muchos.
Pero sobre todas las cosas, Tarantino es cine. Tarantino no dejó de ser nunca aquel cinéfilo que comenzó a trabajar en una tienda de alquiler de pelis que vino a hacer las veces de la escuela de cine que nunca llegó a pisar. Si ves una entrevista con Tarantino enseguida su desenfrenada pasión por el cine lo envuelve todo y comienza a agitar las manos excitado hablando de directores de cualquier época o región con su entusiasmo característico. Da igual que no lo sepas, pero enseguida podrás ver miles de guiños al cine en casi cada escena, en casi cada diálogo...y si no, solo tienes que observar su filmografía que es ya en sí misma una oda a todo el cine al que rindió pasión.Cine negro, cine afro, cine serie B, cine bélico, cine oriental, Spaghetti Western y por último un retrato al marco que vivió cuando era pequeño. Todo en Tarantino es cine, tanto es así que siento y sé que se me escapa gran parte del jugo que del mismo pudiera exprimir, pero, desde mi gran ignorancia, disfruto en grandes dosis la genialidad de ese excéntrico de Tennessee que está a solo una película de dejarnos para siempre con las ganas, al tiempo que pegará al salto al olimpo de los más grandes...olimpo en el que para mí, dicho sea de paso, hace ya mucho que se encuentra.