Uno no cumple cien años todos los días, así que, si ese alguien, aunque no lo conozca personalmente, me ha servido de referente en demasiadas ocasiones se me antoja suficiente excusa como para hacer un alto en el camino y, sacar un hueco en la ajetreada y anárquica agenda del que viaja en ruta parando sin saber muy bien dónde, cómo o por qué. Y en estas, me escabullo en el primer pub que amable me ofrece copa, cargador y wifi en algún rincón de la plaza principal de la bella Cudillero, así que tampoco me voy a quejar porque el ritmo del regatón no me ayude a concentrarme.
Debía correr el año 2000 cuando el bueno y antipático del profesor de Introducción al Estudio de las Ciencias Ambientales(o algo similar) nos hablaba de un tal James Lovelock(el cumpleañero), como le suelen ocurrir a los profesores plastas y entusiastas(tal vez ambas sean sinónimos), como pude descubrir en carne propia pasados los años, dar la tralla con aquello que les apasiona se convierte en estandarte principal. Así las Edades de Gaia se convirtió en lectura obligatoria y aunque en ella ya intuíamos cosas interesantes, como suele ocurrir, no fue hasta el rescate de la obra, varios años después, cuando empecé a darme cuenta de lo interesante de la teoría que desgranaba el padre de la Teoría de Gaia. No son muchos los que conocen la Teoría de Gaia, sin embargo, ya se cuela en los libros de textos de muchas materias de mi especialidad. La teoría de Gaia que no es otra que la que considerar a nuestro planeta como un gran ente vivo(quiera entenderse de un modo más o menos metafórico) en el cual cada sistema interacciona y depende de los otros. Los mecanismo de autorregulación de nuestro planeta, igual que ocurre en ti, la hacen sobreponerse de los males a los cuales se pueda ver abocada. Lovelock, como tantos grandes a lo largo de la historia de la ciencia, fue pasando cada día un poco más de los caminos marcados y se iba haciendo independiente, y como suele ocurrir en la historia de la ciencia se le trató con facilidad y generalización de loco, a él y a su idea...pero como también suele ocurrir, parece que eso se la sopló bastante.
Siguió a lo suyo, y el tiempo le dio la razón. A mi entender, puede que desde la ignorancia, para mí el inglés es sin duda uno de los padres de la concienciación medioambiental. Sin embargo, Lovelock ha levantado ampollas con sus ideas acerca del uso de la energía nuclear y es que para el centenario, el objetivo principal para que el ser humano pueda contar con tener un futuro en el seno de Gaia(Gaia seguirá sin nosotros)hay que reducir a cero no hoy, sino ayer, toda emisión de gases de efecto invernadero y aún así los daños serían inevitables. Bueno, pues en este contexto, Lovelock entiende que solo las energías nucleares pueden tratar de suplir a los combustibles fósiles, mostrándose bastante crítico con las renovables. Es quizás este uno de los aspectos más polémicos del científico.
En cualquier caso, con poco tiempo por delante, me faltan ganas y capacidad para seguir diseccionando lo poco que sé de la figura de este grande. En cualquier caso, con una hora de antelación, venga desde la península su merecida felicitación, por una larga y próspera vida dedicada al conocimiento y la divulgación. Felicidades, Sir James