Nuevamente nos golpean dos noticias relacionadas con el narcotráfico, una que nos saca los colores y evidencia en qué nos estamos convirtiendo. La otra, la de hoy, nos desgarra el corazón, nos paraliza y nos hace gritar Basta Ya!!!
Los que somos de aquí somos plenamente conscientes de cuál es la situación y al mismo tiempo nos molesta en muchas ocasiones que desde los medios solo nos miren para lo mismo, pero en el fondo, entendemos que resulta difícil que sea de otra forma. Entre los algecireños(y los habitantes del Campo de Gibraltar en general) se viene comentando que esto se nos está yendo de las manos. Guardias Civiles y Policía Nacional claman que necesitan más medios y el ministro del interior regatea y sale por la tangente con declaraciones con las que el resto de los mortales no entendemos cómo no se le cae la cara de vergüenza. Desde dentro, nuestro alcalde sigue a lo suyo: legión, fotos, más fotos, cofradías y un séquito de imagen y comunicación, de fotógrafos y maquilladores a cada acto que asiste para quedar bien guapo en la foto. Sabe nuestro señor alcalde que eso le vale, y no mueve un puto dedo. No mueve un dedo, no le importa su ciudad que se desangra, porque quizás no la sienta suya. Hace falta mano dura, sí. Hace falta mano dura, por supuesto. Hace falta mano dura porque los narcos se han hecho con el poder y se saben impunes y esto, es realmente peligroso. Pero no solo la mano dura va a salvar esta situación. A largo plazo, como cualquier cosa, y especialmente si es un problema de gran complejidad, la educación tendrá la respuesta. La educación en mayúsculas, una educación que inunde la ciudad y se sepa valedora de sus fortalezas y apueste por ellas. Y levante la cabeza y consiga que se miren los ciudadanos y sientan que no tienen miedo, porque saben que están unidos y tienen el respaldo del ministerio, pero también de un ayuntamiento que les dé alternativas, que deje de favorecer la guetificación, que tanto parece que le conviene. Tal vez, a nuestro alcalde le convenga porque la marginalidad hace que suba la abstención y la abstención le conviene. No sé, tal vez, solo tal vez. Tal vez le convenga porque el resto del pueblo que ve subir la marginalidad lo único que sabe hacer es incrementar su miedo y, de paso, su odio. Mira hacia otro lado y los quiere lejos.
Pero los reductos marginales, al ser mayoría, se van haciendo fuertes. En una ciudad históricamente ligada al narcotráfico y cuyo paro asciende a pesar de la hipoteca medioambiental y de la salud que empezamos a pagar hace muchos años(y lo que nos queda) como consecuencia del cinturón de fábricas y ese puerto del que tanto sacamos pecho y que muchas veces habría que preguntarse cómo hacer para gestionarlo mejor. En este contexto, crece el narcotráfico, y se hacen fuerte. Van armados, tienen poder, pasta, y mucha ignorancia. Esto no es nuevo, pero cada día se sienten más impunes, y lo saben. En este contexto, poco a poco, cual ocurriera en México por muchos años, crece la narcocultura. Ser narco mola más que ser un capullo empollón, así que si mis padres pueden me compran una camiseta de brillantitos de la marca MyBrand que valga más de cien pavos y que luzca la foto de Pablo Escobar, con brillantitos ilustrándolo como El Patrón. El que no puede compra la imitación. Y así vemos en los pasillos del insituto pasearse entre nosotros a niños de doce años llevando al Chapo, a Toni Montana o a Escobar. Entre tanto, si les pongo música me imploran que por favor sea Bad Bunny cuyo estilismo destila por los cuatro costados narcocultura. Es obvio que esto no es solo un problema exclusivo de nuestra ciudad, en este país se ha importado la narcocultura con la música Trap y el Reguetón procedentes de los países centroamericanos. Pero claro, aquí es más fácil confundir las cosas. Es más fácil que después de suspender 1º, 2º y 3º de la ESO alguien te venga y te diga que te va a dar 5 mil pavos por un trabajillo de nada...y así empieza la rueda. Eso ocurre aquí y en Pekín... y también nos podría llevar a plantearnos lo absurdo que resulta la ilegalización de las drogas, pero eso es otra historia. Ocurre, como decía, en todos lados, pero hay algunos lugares, en los que el número va creciendo y hacen hegemonía cultural. Y en esas estamos. Así que es frecuente verlos en las playas con sus motos de agua y sus lanchas a carajo sacao haciendo que uno se sienta muy vulnerable si quiere, por ejemplo, nadar. Pero nunca pasa nada claro. Se permiten el lujo de hasta echarle huevos a la Guardia Civil, como se vio en la Línea hace un par de años. Los reyes del agua. Pero claro, jugar con fuego es lo que tiene, y al final siempre paga el que menos culpa tiene: un niño de nueve años.
Y tú quieres que desde fuera nadie vea la ciudad como la retratan, porque realmente tú no vives el miedo por las calles a diario, pero sabes que están ahí. Tú lo único que quieres es cada día adentrarte un poco más en cada rincón paradisíaco de su entorno natural del que nadie parece querer hablar. De los que ningún político ha parecido pensar pudiera resultar un buen atractivo, una buena forma de crecimiento a largo plazo. Aprovechar un turismo sostenible basado en nuestra riqueza ecológica, en nuestra posición privilegiada. Pero no, nadie nos conoce por eso. El alcalde no hace absolutamente nada por eso. Ni tampoco por dar alternativas a unos jóvenes que huyen, como hice yo, en cuanto tienen la oportunidad. Algunos tenemos la oportunidad, o la ocurrencia, de volver, pero la mayoría no. Exportamos a los formados, nos quedamos con los narcos...cuya comunidad crece... y el alcalde, venga con el circo, porque pan, lo que se dice pan, poquito. Tampoco sube a Madrid a dar un puñetazo sobre la mesa y a decirle a su compañero de partido, Zoido, que deje de decir gilipolleces y que se tome esto muy en serio. Mucha legión, pero las peticiones de los Guardias Civiles se las pasa por los huevos...y suma...y sigue.
Pero no nos resignamos. Toca mover ficha. Toca empezar a creer en nuestra ciudad. Y a no tener miedo. Toca no dejar que al miedo, justo ahora, les dé por ganarnos la partida.
Ni un paso atrás