Ahora todo el mundo parece que hace una crítica de cine al gran cine inigualable de la HBO, y nada, llegados a este punto, podría parecerme más correcto. Las críticas son de revista, con su dosis de pedantería inigualable incluidas. Críticas que beben del intelecto más audaz que a menudo juega a quedarse solo; y es que, de un modo u otro, cómo transcribir con palabras las sensaciones que a uno le recorren cuando frente a él se presenta una de esas nuevas series elegidas con gusto y tacto para el bienestar de los sentidos...entonces, como sin querer, jugamos a ser pedantes; y a eso no hay quien nos gane. Es fácil ser pedantes si queremos transmitir esas sensaciones agarrándonos a lo que tanto nos atrapa. Sin embargo, convendría recordar(se) por qué lo hacemos. Por qué estamos aquí y qué pretendemos con ello.
Hubo centenares de generaciones que amamantaron del conocimiento que se prestaba en los medios generados en una u otra dirección...con mejores o peores intenciones. Pero lo cierto es que el mundo siguió girando y se fue moldeando a su imagen y semejanza. Y su imagen y semejanza a menudo resulta extraña; tal vez pueril, tal vez un adelanto de casi nada. Y por esas hendiduras vamos transcurriendo como si algo tuviese sentido. Envejecemos. La decrepitud nos va visitando y ya ni siquiera tratamos de girarle la cara. A los treintamuchoañeros se nos presenta amable e insondable, tal vez irresistible, de modo que no podemos decirle que no. Y la vamos viendo adentrarse en nuestro ser, sin pena ni gloria, sin grandes ni elocuentes fracasos. Sin una pataleta, simplemente, siendo. La vida se consume y no pasa nada, a pesar de todo lo que pasa. El tiempo apremia, pero ya no apremia. Tan fácil sentirse vivo y a la vez tan destruido. Tan fácil adquirir un papel victimista y a la vez sencillo, lúcido, sereno, pretendiendo sencillamente transcurrir. Y me pregunto si algún viandante entiende la esencia de lo que quiero transmitir, si en la convulsión de mis pensamientos agitados y melancólicos se vislumbra la esencia de lo que pretendo transmitir.
Pudiera ser que aburra el texto, que su hedor se transmita a kilómetros alrededor mientras pretendo cerrar algún tipo de círculo. Lo cierto es que me expreso, sin ni siquiera acertar a saber si esta Herida de los Héroes perdió la razón o siquiera la llegó a alcanzar. El mundo se quiebra, sin ni siquiera llegar a intuirlo. El mundo de arcilla que nos rodea se desmorona, pretendiendo engañar al público que a sangre y fuego lo escribió. La decadencia está prohibida y nosotros nos empeñamos en ser inmortales. Mejor eso que nada, no cabe duda. Mejor sentirse vivo con el solo mirar la fecha del nacimiento en el DNI. Ser consecuente, a pesar de los pesares, con el tránsito efímero que nos tocó vivir. Mañana, tal vez, recordemos aquella adolescencia,mientras le brindamos honores, sin grandilocuencias, simplemente recordarla. Recordarlo. Fuimos jóvenes y mañana, dios(o algo parecido) dirá,