Los
padres se han puesto en huelga de deberes. Bueno, una parte de ellos.
Seguramente los más vagos, holgazanes, caraduras y demás epítetos
descalificativos que podamos encontrar para referirnos a ellos. O al
menos, eso podríamos inferir si nos atenemos a los comentarios que
vengo leyendo o escuchando en estos días a propósito del asunto.
Hay padres que han decidido tomar estas medidas, la cual no es en
absoluto pionera en nuestro país, sino que ya se ha venido dando en
otros, como ocurriera en Francia en el año 2012. Los padres
argumentan que sus hijos son sometidos con frecuencia a sobrecargas
de actividades para casa, sin importar la edad. Consideran que con
las jornadas de 5 horas en primaria(seis y media en secundaria) los
más pequeños ya deberían tener suficiente pues esto, en gran
medida, repercute directamente sobre el tiempo disponible que pueden
tener para otras actividades tales como: jugar, estar con sus padres,
jugar, estar con sus amigos, jugar, estar con sus abuelos, jugar o
estar en la calle, practicar algún deporte, tocar instrumentos,
realizar manualidades, pelearse, o no hacer nada. En fin, obviamente,
ninguna de estas actividades que puedan aportar nada positivo para el
niño o la niña... (tendré que decir lo de nótese la ironía, por
si acaso).
Los
detractores de tales medidas no parecen estar muy dispuestos a
abrirse al debate y se muestran radicalmente contrariados, echándose
las manos a la cabeza y soltando por su boca que qué forma de desautorizar a los
profesores, que si a nadie les pasa nada por trabajar un poco, etc. Y
bien, no entiendo por qué razón no podemos tratar de abrir un poco
la mente e intercambiar ideas sosegadamente...supongo que lo de vivir
en España tendrá algo que ver. El caso, es que en estos días he
tenido alguna que otra “discusión” sobre el tema y he tenido que
leer algo para poder hablar con más propiedad(algo muy recomendable
en general, dicho sea de paso). La huelga ha sido convocada por la
Asociación de Padres Madres y Alumnos, CEAPA, la cual propone no
entregar los deberes durante los fines de semana de noviembre.
Lo
cierto, es que, no hay que ir muy lejos para entender que la
necesidad de realizar actividades para casa variará
considerablemente en función de la edad, la materia, las necesidades
del alumno, etc. En general, vivimos en una sociedad en la que los
niños no parecen pasar demasiado tiempo siendo niños. Ni juegan en
la calle, ni tienen muchos primos, y en muchos casos apenas ven a sus
padres más que a sus monitores de extraescolares. Y responder a este
hecho también es complejo porque en muchos casos se debe a nuestra
actual confección de la sociedad y sus enormes problemas a la hora
de poder conciliar la vida familiar. En otros también se debe a la
comodidad de algunos padres que suelen preferir dedicarse a otros
asuntos que a los propios de educar a sus hijos. Por otro lado, la marginalidad
sigue siendo creciente en este país, hecho lógico y normal si nos
atenemos a la desigualdad, del mismo modo creciente. Además,
las formas de vida derivadas del uso de las nuevas tecnologías
incrementan el aislamiento que en ocasiones experimenta el niño( y
sus padres). Por todo ello, el hecho de que algunos padres pongan el
acento en la necesidad de cuestionar la obligatoriedad de realizar actividades
para casa pues repercute en la cantidad y la calidad del tiempo disponible
para con sus hijos, puede no parecer tan descabellada. La comunidad
pedagógica está también dividida: hay quien cree que las
actividades para casa les enseña a los alumnos el camino de la
responsabilidad y la autonomía, y por otro lado, los que creen en la
necesidad de que el individuo experimente y aprenda mediante otros
medios como el juego, así como que mucha sobrecarga de trabajo puede
incluso generar un efecto de rechazo en relación con el aprendizaje.
Hay padres y docentes que argumentan que no es para tanto, pero
también he oído a otros narrar cómo su hijo de seis años es
castigado sin recreo por no realizar las actividades, supuestamente
voluntarias, para el fin de semana.
A
muchos detractores de esta huelga parece enervarles el hecho de que
se esté faltando a la autoridad del profesorado. Y yo me pregunto,
¿por qué ha de verse como una ofensa al profesorado como tal? ¿por
qué no se entiende como una medida más amplia contra el sistema
educativo? ¿Acaso los docentes tenemos que erguirnos como los
mayores celadores del sistema educativo? ¿Nuestra condición de
burócratas nos impide ser crítico con él? Y es más, si realmente
se cuestionara nuestra autoridad, ¿qué es lo que buscamos en
nuestros hijos? ¿que no cuestionen nada? Pues da la casualidad de
que además de docente soy padre y cuestionar las cosas es uno de los
hechos que más necesarios me parecen a la hora de abordar la
educación, ya sea del alumnado, ya sea de mis hijos.
A
muchos detractores de esta huelga parece preocuparles en gran medida
la posibilidad de que dejando de lado las actividades para casa siga
incrementándose el fracaso escolar de los alumnos. Convendría decir
llegados a este punto que España es el quinto país que más deberes
manda para casa y uno de los primeros también en abandono escolar
temprano. Por otro lado, Finlandia y Corea del Sur, los dos países
de mayor éxito educativo(supuestamente) son también los que menos
actividades mandan. A pesar de eso, no voy a simplificar la cuestión
haciendo una correlación con ello, pero sí que podemos observar al
menos, que la correlación de mandar mayores actividades y mayor
éxito educativo tampoco parece garantizada.
Muchos detractores de esta huelga entienden que los niños
holgazanearían o bien están siendo sobreprotegidos por sus padres y
demás. Conozco a muchísimos padres que vienen mostrando su malestar
ante la sobrecarga de deberes para casa que, precisamente, no
convierten a sus hijos en holgazanes, sino todo lo contrario,
coincide que son los padres más preocupados e implicados en la
educación de sus hijos que conozco. Les ayudan a explorar nuevos
entornos, les dejan hacer, respetan sus emociones, conversan, tratan
de explicar y gastan minutos, horas, días, semanas y vidas
compartiendo experiencias con ellos. Experiencias que en casi todas
las ocasiones revierten en un mayor aprendizaje del niño: ya sea de
ciencias, ya sea de letra, ya sea de historia, matemáticas,
educación física o plástica. Compartiendo tiempo, vida y
experiencias.
La
educación es una palabra muy bonita, muy hermosa y que tiene
cincuenta mil patas. Es compleja y todos decimos que queremos
mimarla, aunque cada cual la entienda a su manera. Aunque cada cual
entienda la suya, así como la suya ha tenido. Titánicos esfuerzos
debemos todos realizar para cooperar conjuntamente y acudir en su
ayuda porque lo que sí parece obvio es que no pasa por sus mejores
momentos. Como he dicho, las causas de este mal que sufre es
tremendamente compleja y trasciende a la política, la sociedad o las
nuevas tendencias. Es un conjunto de sumas, restas y sinergias de las
anteriores. La educación debe ser la herramienta que nos ayuda a
realizarnos plenamente como individuos y este hecho apenas logra ser
alcanzado por nuestro alumnado, el cual tiene bastante asumido que es
para encontrar un buen puesto de trabajo...con estos mimbres, y
tantos otros, las cosas que pasan son fáciles de explicar. Pero si
tan amantes de esta palabra nos mostramos. Si tanto brillo le
queremos sacar, lo mínimo que podemos hacer es realizar entre todos
ese gran esfuerzo por comunicarnos, entendernos, unirnos, reivindicar
y luchar por la mejor educación para nuestros hijos. Toda medida que
vaya en esa dirección bienvenida sea.