Primeros días de septiembre, los repartos de los cursos hechos, disfruto del nuevo destino que tantas buenas sensaciones me reporta. Entre muchas, el espacio del laboratorio, con solera, gran biblioteca especializada con buenos ejemplares de clásicos universitarios, me froto las manos: me pondré las botas...Chismes por doquier. Viejos trastos que en la educación de este siglo XXI parecieran ajenos a un profesor de Biología: hornos, placas de Petri, microscopios, minerales, rocas, matraces, reactivos de todos los tipos y colores y casi todos caducados(como suele pasar). Está claro que este año con mi flamante Bio de 2º Bachillerato me voy a "jartá" de prácticas guapas... A ver qué dice el tiempo...y en estas ya rutinarias ensoñaciones se acuerda uno de esos viejos profes de Natu, hoy extintos. Esos que hacían de esta especialidad y esta disciplina lo que hizo que nos enamoráramos de ella. Por sus venas le corría su pasión y tanto fuera como dentro de las aulas así lo demostraban. Creo que casi todos los que tenemos cierta edad aún recordamos alguna eminencia de éstas en nuestros institutos. Pero he de confesar que apenas he conocido a ninguno de ellos como compañeros... Cosas de la vida
Pocos minutos después vamos a una reunión de profes para que nos expliquen cómo tendremos que ir "adaptando" los requerimientos que la inspección hace en base a lo que vio y acorde con la nueva ley. Un Powerpoint(algo tan inútil como como síntoma irrefutable de nuestra posmodernitis) nos va marcando el camino, y a cada diapositiva más parece cobrar todo un inmenso sinsentido. Algo nos olíamos la mayoría a las que ya nos habían informado otros compañeros de otros institutos que ya están "adaptados" a estos nuevos requerimientos... Pero cuesta dar crédito. De entrada cuesta entender en una sola charla semejante galimatías, pero si a esto, sumas lo absurdo e inútil que uno juzga que resulta, la frustración comienza a efervescer a gran velocidad. Criterios de evaluación a los que hay que asignar un indicador que hay que ponderar para finalmente obtener diferentes calificaciones en base a cada criterio... ABSURDO.
De todo ello se derivará un trabajo ingente que podemos plantearnos infinitamente en qué grado repercute positivamente en el aprendizaje del alumnado. Personalmente me resulta imposible ver un solo aspecto positivo, pero estaría encantado de que alguien tratase de ayudarme. Lo que sí veo es estadística, tal y como mostraba la serie The Wire, a la administración solo parece preocuparle la estadística. Le importa un carajo si los niños aprenden más. Si son más felices, si se desarrollan más como seres humanos en los centros. Les importa un puto carajo comprender cuál es la situación de deterioro familiar de los alumnos más conflictivos. Tremendamente se la repanpinfla el hecho de cuestionarse que el crecimiento de las ratios en las aulas y la disminución de profesores pueda tener que ver con los rendimientos académicos. Le importa cuarenta milcarajos plantearse la conveniencia de estudiar nuevas alternativas en el modelo educativo siguiendo modelos más exitosos y respetuosos con el alumnado y que ya se llevan a cabo en muchas partes del mundo. NO!!!! Todo esa no va con ella. La administración es superior, y sabe perfectamente que lo que el sistema educativo necesita es ponderar los resultados en base a los criterios de evaluación de los indicadores de la rúbrica de su..
Y entonces, como de repente, como con un fogonazo, viene a mí la imagen de aquel viejo profesor de naturales, con su barba blanca, sus libros, sus rocas, su bata, su hablar pausado y entusiasta y uno se pregunta: qué coño pensaría este hombre de esta barbarie.
A pesar de todo, aún somos dueño de lo que pasa en el interior de las aulas. Hagamos que aquel anciano se sienta orgulloso